La hora llegó: Lenín Moreno enfrentará al banquero Guillermo Lasso, en una elección que tendrá repercusiones regionales sea cual sea el resultado. Rafael Correa detectó, mucho tiempo antes que analistas, politólogos y economistas de la región, el intento de “restauración conservadora”, tal como lo llamó tempranamente, que comenzaba a desplegarse sobre América Latina y el Caribe. Luego llegaron Macri y Temer, que en pocos meses dilapidaron el término de “nueva derecha” con el que algunos pretendían embellecerlos: devaluación, despidos y tarifazos, en el caso argentino, y privatizaciones, recortes a la inversión social y tercerización empresarial, en el brasileño, conformaron el cuadro de pauperización social creciente en ambos países, lejos de cualquier gradualismo y cerca de la ortodoxia económica que siempre exigió el FMI y los organismos multilaterales de crédito surgidos tras Bretton Woods.

Si Ecuador tiene la latitud cero, en Mitad del Mundo, a kilómetros de Quito, este domingo tendrá la hora cero latinoamericana. Si Lenín gana, la “restauración conservadora” regional tendrá un brusco freno. De hacerlo el banquero Lasso, la puja de modelos que se evidencia hace años en América Latina sumará un nuevo gobierno de derecha. Por eso los ojos de toda la región se posarán allí, en ese país que, aunque diminuto, tuvo creciente participación regional y global durante el correísmo, llegando a conducir, en la actualidad, el bloque G77+China, de 134 países emergentes de la Organización de Naciones Unidas.

Dos ejemplos concretos nos pueden ayudar a comprender la dimensión de la disputa electoral: Julian Assange y Unasur. En el caso del fundador de Wikileaks, se juega literalmente su supervivencia, ante el anuncio de Lasso de que será desalojado de la embajada ecuatoriana en Londres, donde permanece hace ya casi un lustro, privándolo del asilo que le fuera otorgado por la administración de Correa. Respecto a Unasur, el organismo regional que fuera fundado en 2008 tiene su sede en la propia Mitad del Mundo, siendo Ecuador uno de sus principales impulsores durante esta casi década. Con Lasso en el gobierno, la orientación regional cambiaría sustancialmente, pidiendo el ingreso como miembro pleno a la Alianza del Pacífico, para lo cual deberá avanzar en la firma de diversos TLC, tal como la normativa lo pide. ¿Qué sucederá con la sede “Néstor Kirchner” de la Unasur, bajo una hipotética presidencia de Lasso? ¿Se retirará finalmente Ecuador del ALBA, tal como el banquero dejó trascender antes de la primera vuelta? Ambas preguntas dejan entrever la orientación de un posible gobierno de CREO en torno a la integración regional sudamericana.

Pero Lasso cuenta con una desventaja evidente: si bien ha utilizado el slogan del “cambio” durante estos meses, Macri ya gobierna y Temer también. Por ende, no puede mostrar a Argentina y Brasil como los ejemplos a seguir en materia económica, visto y considerando el aumento en los índices de pobreza y desempleo verificados en los países más importantes del Cono Sur tras la llegada de los gobiernos conservadores. ¿Influirá ese escenario al momento del voto, tal como parecen indicar los últimos sondeos, que otorgaban a Moreno una ventaja más nítida? Habrá que ver.

Por lo pronto Ecuador está ante su hora cero. Solo hay dos opciones en el cuarto oscuro: la continuidad de la Revolución Ciudadana, luego de una década de transformaciones sociales, o el retorno a un gobierno conservador, que terminaría por cambiar la correlación de fuerzas a nivel regional. Los ecuatorianos definirán su futuro en las urnas, con la región expectante ante el minuto a minuto que llegue desde Quito. 

Q Politólogo UBA. Analista internacional.