El Presidente visitó ayer una fábrica de helados y dijo “que buscaba el diálogo”, pero “tienen que aceptar que había cosas que estaban muy mal (por el gobierno anterior) y que era necesario arreglar”. En la calle, poco antes de iniciar el acto de las dos CTA en Plaza de Mayo, los periodistas encararon a los dirigentes que deambulaban cerca de las columnas de sus gremios. Preguntaron por las palabras del Presidente: “Con los diez mil millones de dólares que les pagó a los fondos buitre, arreglaba el conflicto docente y más”, “en vez de comprar armas por 1500 millones de dólares, les podía pagar a los maestros”, “con la plata que les dio a los sojeros y a las grandes mineras, podía resolver el conflicto”, “con la deuda que les perdonó a las privatizadas había plata para los maestros”. Ninguno respondió con la “pesada herencia”, sino con las medidas de Cambiemos que hundieron la economía.

Y todas fueron objetivamente favorables para los grupos del poder económico concentrado. Pero Macri considera que eran cosas que “estaban mal y era necesario arreglar”, por eso, tantos miles y miles de millones de dólares y pesos cambiaron de lugar y ahora no hay plata para los maestros ni la educación pública. “Está por cerrar SanCor –dijo Hugo Yasky agarrándose la cabeza–, ¿ustedes saben lo que significa eso? Significa que en un país como la Argentina bajó el consumo de leche. Pero en contraposición, subió la venta de camionetas cuatro por cuatro de alta gama. Saquen la cuenta.”

Los millones de personas que han desfilado contra el Gobierno en las calles del país desde el 6 de marzo, cuando se hizo la primera marcha de los docentes, hasta el acto de ayer de las dos CTA en Plaza de Mayo, están expresando un escenario creado, hasta el mínimo detalle, por la alianza de conservadores radicales y no radicales del PRO: el Gobierno desembolsó fortunas en favor de sectores ricos y les mezquina a los más castigados, les quita bienestar y calidad de vida, les saca remedios a los jubilados, desa- bastece al hospital público o desarma planes de vivienda popular y ahora se desespera por ponerle un techo del 20 por ciento a las paritarias, pese a que se estima una inflación del 25 por ciento para el año.  

Pero Cambiemos no asume ninguna responsabilidad. Y niega que existan motivos para la protesta y con cierto cinismo inventa la frase “háganse cargo” destinada a un kirchnerismo que entregó un país sin crisis. Entonces acusa a los manifestantes de la CGT, a los docentes, a las mujeres, a los del 24 de marzo, a los de las dos CTA de ayer y hasta al Indio Solari y los 300 mil ricoteros que asistieron a su recital, de golpistas que buscan desgastar a María Eugenia Vidal y Mauricio Macri para que el kirchnerismo vuelva al Gobierno. Ni ellos creen esas acusaciones. Saben que las protestas fueron heterogéneas y que en la política, el campo opositor tiene problemas. Pero se dan cuenta de que el desgaste del Gobierno provocado por sus medidas es mucho más rápido que el tiempo de la oposición para reorganizar una opción de poder real. Es una ecuación inestable que no le conviene a nadie. Los tres oradores se preocuparon por aclarar que no se movilizan para echar al Gobierno, sino para cambiar la política económica.

“Aunque estemos lejos, yo presa junto a compañeros de mi organización y ustedes en la Plaza de Mayo –dice el comunicado de Milagro Sala que se leyó desde el escenario– hoy nos encontramos resistiendo las políticas de saqueo y de hambre. Ahora somos desestabilizadores y antidemocráticos por estar en las calles. Son unos hipócritas, nuestro pueblo puso el cuerpo en la calle para que tengamos democracia. Son ellos los que aplican el plan económico de Martínez de Hoz.” También lo dijeron Pablo Micheli, el Barba Gutiérrez y Hugo Yasky, los tres oradores del acto: el pueblo fue el que puso la sangre para echar a las dictaduras, “cuando lo que representan muchos de los que están ahora eran los que iban a golpear las puertas de los cuarteles”.

Otra vez, el acto de ayer desbordó las expectativas de los organizadores. Había columnas de manifestantes en la Plaza, en las diagonales y en Avenida de Mayo hasta la 9 de Julio. Y es real que la cantidad de personas que salieron a protestar durante este mes que culminará el 6 de abril con el paro general de la CGT desgasta al Gobierno y desacredita su discurso que se hace menos creíble. Pero la política fulminante del macrismo para desfinanciar al Estado, endeudarse y abrir las puertas del país a la crisis mundial generó esa reacción, no hay pesada herencia, sino medidas concretas de un proyecto neoliberal, que además se aplica en un contexto mundial especialmente desfavorable para esas políticas. La destrucción de la economía fue mucho más rápida que en los 90 con el menemismo y la Alianza. 

El acto de ayer se suma a los anteriores. Millones de personas. Hasta ahora no hubo actos de los partidos de la oposición. Han sido grupos de la sociedad que responden a la agresión que representan para ellos las medidas económicas. Los partidos tienen tiempos más lentos. El acto de ayer demostró que así como el desgaste del Gobierno se acelera, la respuesta social es más rápida que la de los partidos. Los tres oradores en el escenario daban cuenta de un proceso de unidad en la acción y en muchos de los contenidos. Las dos CTA más la corriente Saúl Ubaldini de la CGT se movilizaron en conjunto. Coinciden en la necesidad de tomar las calles además de realizar el paro y plantean la necesidad de un plan de lucha que continúe al paro. Hay una discusión dentro del movimiento obrero y entre los movimientos sociales, pero su capacidad de respuesta va muy por delante de la de los partidos políticos.