El término consenso, cuando es utilizado como una herramienta de chantaje, suele transformarse en un instrumento de poder de las minorías. Si la única opción es el consenso, pueden generarse situaciones en las que una sola persona adquiere un poder fenomenal: el de bloquear siempre la toma de decisiones. En el caso de la discusión de las sesiones virtuales en la Cámara de Diputados, el consenso como única posibilidad tiende a transferir un poder enorme a parte de la oposición porque, entre otras cosas, ésta adquiere la capacidad de veto sobre cada una de las decisiones. Ello sucede cuando esa oposición reduce la palabra consenso a la palabra unanimidad.

Por el contrario, es la construcción de mayorías la que permite destrabar los procesos institucionales de toma de decisiones. En este sentido, la Constitución, las leyes y los reglamentos establecen cuáles son los consensos necesarios. Por supuesto: es maravilloso si se pueden poner de acuerdo todos y todas. Pero, si ello no sucede, la Constitución y los reglamentos de cada cámara indican los caminos a seguir. Según la importancia del tema el consenso necesario puede ser la mitad más uno de los presentes. Por ejemplo, en la Cámara de Diputados con 65 diputados y diputadas se puede sancionar una ley con quórum estricto y la mitad más uno de votos a favor. Luego hay leyes que requieren de mayorías especiales: por ejemplo, la mitad más uno de los miembros de la Cámara o, en algunos casos, los dos tercios de los presentes o los tres cuartos. Por supuesto, cuando se redactaron la Constitución y los reglamentos de las cámaras no había ninguna posibilidad de contemplar que, en algún momento, las reuniones podrían ser virtuales. Por consecuencia lógica ello no está legislado.

La oposición nucleada en Juntos por el Cambio, insistiendo con las sesiones presenciales, actúa como si la pandemia no existiera. Lo hacen, además, cuando los procedimientos virtuales han sido perfeccionados tras un periodo de puesta a prueba y uso sostenido. Incluso se trataron de modo remoto proyectos controvertidos como la ampliación de la moratoria, y la votación de algunos de sus puntos fue con resultados ajustados. En ningún caso hubo problemas. Los acuerdos de plazo corto entre todos los bloques tuvieron como fundamento ir evaluando cómo funcionaba el sistema y cómo se lo iba mejorando. Hoy está demostrado que el sistema virtual funciona perfectamente y los pequeños inconvenientes siempre han sido resueltos.

Estamos ante una gran falacia: la oposición de Juntos por el Cambio parte de una cuestión formal y, a partir de ella, construye un relato general sobre la realidad. Lo concreto es que, siendo una minoría, quieren imponer la agenda parlamentaria. Es decir: la mayoría que no pudieron conseguir en las elecciones la quieren suplantar con un procedimiento parlamentario que les da como minoría poder de veto sobre los temas a tratar. Dicen: aceptamos el funcionamiento virtual siempre y cuando nos pongamos de acuerdo en los temas. Es arbitrario: la virtualidad funciona para todos los temas. No lo hace selectivamente, de tal modo que sirve para la agenda que ellos quieren tratar y no sirve para la que no quieren tratar.

El Presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, le presentó a la oposición de Juntos por el Cambio cinco alternativas de funcionamiento, entre ellas, una opción mixta por la cual los que querían participar de modo presencial podían hacerlo y los que, por el contrario, querían hacerlo de modo virtual estaban autorizados a ello. En principio, esta opción había sido aceptada. Pero luego de un cuarto intermedio, Juntos por el Cambio volvió con la posición de que rechazaban el acuerdo. Ello generó la sugestiva impresión de que durante el receso consultaron con alguien que aconsejó no aceptar el acuerdo y poner en crisis el funcionamiento legislativo. Es en ese momento, a la una de la mañana, cuando las autoridades de la Cámara decidieron iniciar el tratamiento del temario.

Hay una discusión por debajo de lo estrictamente legislativo: parte de la oposición no está dispuesta a respetar el distanciamiento social. Para ellos, es una exageración y es innecesario. Incluso han protagonizado incidentes entre ellos porque algunos miembros de su bancada decidieron no venir al Congreso y fueron presionados para que se hicieran presentes en el recinto.

Juntos por el Cambio tiene que aceptar que existe una representación nacida de las elecciones y que hay mecanismos institucionales que respetar. No es cierto que la voluntad popular está dividida en dos mitades iguales: hay una mitad más grande que la otra. Y esa mitad más grande es la mayoría. La Constitución y el reglamento de la Cámara de Diputados establecen con claridad que las decisiones que no se toman por consenso se deben tomar por mayoría.

Paradójicamente, en nombre de una democracia del consenso permanente y proclamando la defensa de la República, Juntos por el Cambio intenta dificultar el buen funcionamiento de los distintos poderes del Estado.

Por otro lado, mientras la Cámara de Diputados procuraba sesionar, en las puertas del edificio un grupo pequeño de exaltados rompía lo que encontraba a su paso e intentaba ingresar por la fuerza. Parecían estar forzando la situación y llevando las cosas a un extremo para que tuvieran que intervenir las fuerzas de seguridad y, de ese modo, lograr que el título en los medios fuera que las autoridades habían reprimido.

Tanto que se habla de consenso, sería necesario ponernos todos y todas de acuerdo en un llamado a la responsabilidad institucional. No se puede estar todo el tiempo cargando el escenario público de tensión y violencia. Es peligroso. Los argentinos y argentinas ya hemos vivido momentos dramáticos en distintos momentos de nuestra historia. Hay que consolidar este sistema democrático, respetar las reglas del juego y hacer todos los esfuerzos necesarios para que el Parlamento funcione.

Juntos por el Cambio debe aceptar que perdió las elecciones y trabajar para intentar mejorar dentro de un año. Y nosotros debemos esforzarnos por hacer crecer y consolidar el apoyo popular que nos permitió llegar al gobierno.

Esa es la democracia. El que gana gobierna y el que pierde no obstruye. 

Diputado nacional por el Frente de Todos y Presidente del Partido Solidario