Epona es una deidad celta que representa la vida y la muerte. O, mejor dicho, a la fertilidad que surge de esa simbiosis. También es el nombre del personaje que ofrece el primer gran sacudón en The Third Day (se estrena por HBO hoy lunes a las 22). La adolescente cuelga de un árbol producto, aparentemente, de un intento de suicidio. ¿O fue un asesinato mal ejecutado por un niño? ¿Un ritual antiquísimo? Hay una cuarta opción. Fue el primer paso de un plan que tiene como víctima a un forastero. La miniserie pertenece a ese subgénero de “gente atrapada en un lugar misterioso donde pasan cosas extrañas”. Y el envío concebido por Dennis Kelly (Utopia) le rindo culto a esa máxima en sus seis episodios de una hora.

“No sé qué estoy haciendo”, balbucea Sam (Jude Law) tras salvar a Epona en medio de un bosque. Recién hacia el final del primer episodio se van a develar los motivos por lo que este londinense está tan lejos de casa. En medio suceden hechos muy singulares. Empezando por esa niña en peligro que dice tener más de 93 años. Le sigue el arribo hasta Osea, lugar al que se accede por una calzada minúscula y suele aislarse cuando suben las aguas. Se aproxima un festival de música al que la gente va vestida como en un cuadro de El Bosco. Le cuentan que en la zona hubo un juicio por brujería en el siglo XVII. Lo reciben en un pub decorado con fotos de muertos y cuya dueña tuvo siete abortos. Ella y su esposo son dos de los pilares de esa comunidad (Emily Watson y Paddy Considine, respectivamente) y reciben al visitante sorpresa entre cariños, insultos y puro folklore isleño. Las señales son claras pero el tipo se deja cautivar por ese paraje con sus propias leyes. “Acá todo es sucio y a los tumbos. Quédate y verás”, le alerta Epona. Y Sam se va a quedar.

The Third Day tiene como referencia inevitable a The Wickerman (Richard Kelly, 1973) y Midsommar (Ari Aster, 2019), dos films de terror cuya simbología y ambientación tiene tanta o más relevancia que el propio relato. De hecho, esta miniserie dialoga a gusto con aquel film de culto en el que un policía, en vez de resolver un caso, acababa en una hoguera víctima de un culto siniestro. Con sus traumas vomitados en pantalla, Sam parecería ir en esa misma dirección. Justamente esa es la gracia de esta clase de relatos: acompañar al protagonista hasta la pira sacrificial. En esta misteriosa comarca, los lugareños se persignan al revés, los cascarudos brotan del interior de un grillo, hay mutilaciones y niños haciendo cosas truculentas. Las capturas de entornos naturales, por otro lado, lucen como las peores pesadillas de Terrence Malick. El uso del gran angular, los tiempos pausados y algunos jumpcuts remiten al director de Badlands. Aunque también hay cierto regodeo en el uso de esas herramientas y la puesta en escena, en los momentos menos logrados, luce como un local de electrodomésticos con sus televisores HD proyectando naturaleza en descomposición.

Los involucrados han descrito a este envío como un “drama inmersivo” que presenta un mundo “distorsionado y cautivante” y que rompe con la lógica episódica. Dennis Kelly, específicamente, dijo que su intención fue la de perturbar presentando antes que el horror clásico, los miedos humanos más profundos. “Han sido obsesiones mías durante mucho tiempo: se trata de la pérdida y la esperanza y de cómo ambas cosas pueden distorsionar la mente de formas sorprendentes y brutales”, dijo el realizador. Un detalle más. The Third Day está dividida en dos bloques autónomos. Los tres primeros transcurren en verano. La segunda trama sucede en invierno y tiene como protagonista a Helen (Naomie Harris). La mujer y sus dos hijas viaja hasta ese lugar de Essex con la idea de una aventura. Mala idea.