Con participantes de más de 30 países, comenzó este martes el III Simposio Internacional de directoras de orquesta, con el foco puesto en el desarrollo de políticas culturales para la inclusión femenina en la música, y en la elaboración de un Manifiesto que promueva la igualdad de oportunidades para las mujeres en ese campo. La experiencia de Argentina con la sanción de la ley de cupo para festivales será eje de uno de los paneles. Están programadas ponencias con destacadas directoras de orquesta, banda y coro de todo el mundo en español, portugués e inglés. El encuentro fue inaugurado por la Maestra brasileña Ligia Amadio, impulsora y creadora de este movimiento, referente en América Latina, reconocida a nivel mundial y la primera mujer en asumir al frente de la Orquesta Filarmónica de Montevideo, donde se desempeña actualmente como directora musical y artística. Página 12 conversó con Amadio sobre los desafíos que tienen las mujeres en las orquestas, un ámbito --como tantos--históricamente dominado por varones. El evento se extiende hasta el sábado, se realiza de manera virtual y puede seguirse por Facebook.

Cuenta que decidió ser directora de orquesta mientras cursaba Ingeniería Mecánica de Producción en la Escuela Politécnica de la Universidad de San Pablo. “Siempre había estudiado música, desde que tenía 5 años, pero nunca me había soñado como una profesional de la música. Durante mis estudios de ingeniería entré en crisis, y entendí cuál era mi mayor amor: la música. Terminé de cursar y empecé de nuevo la carrera de Dirección Orquestal de la Facultad de Música de la Universidad de Campinas (Unicamp)”, dice. Lo que más le gusta de su profesión es “dar vida a las más extraordinarias obras del ingenio humano en el ámbito de la creación musical”, dice.

Un artículo publicado en la web de Bachtrack, una revista internacional de música, afirma que actualmente 8 por ciento de los maestros más considerados en el mundo son mujeres. Amadio aclara que se trata de una aproximación. No tienen un dato preciso. Lo que sí se puede decir sin equivocarse, aclara, es que “hay muchas directoras de coro y pocas directoras de banda y de orquesta, y cuanto más importantes son los cargos, menos mujeres acceden a ellos”. Una semana atrás un amigo director que hace un programa de entrevistas le pidió una lista de mujeres directoras titulares de orquestas sinfónicas profesionales en América Latina. “Y yo empecé a pensar, pensar, pensar, y hay muy pocas. En Argentina, por ejemplo, está actualmente Andrea Fusco, en Corrientes; Marta Ruiz fue directora de esa misma orquesta, Susana Frangi fue titular en Mar del Plata, Alejandra Urrutia en Santa Fe y yo, de las dos orquestas de Mendoza en diferentes períodos. En Brasil y en Uruguay he sido la primera directora titular de orquestas sinfónicas profesionales. Y en Colombia me había antecedido solamente Carmen Morales”, enumera.

La idea de reunirse surgió en un encuentro en el que participó Amadio junto con otras tres directoras brasileñas: Cláudia Feres, Érica Hindrikson y Vânia Pajares. En esa reunión se dieron cuenta de que muchos de los problemas que enfrentaban como directoras mujeres en el ejercicio de la profesión y en el desarrollo de sus carreras eran comunes a todas. El primer Simposio lo hicieron en 2016 en la ciudad de San Pablo y participaron una centena de directoras. El II Simposio se realizó en Montevideo en 2018. Esta es la primera vez que se replica de manera remota, por la pandemia de coronavirus. Hay inscriptas más de 800 participantes.

--¿Ha vivido situaciones de discriminación por ser mujer directora de orquesta?

--Creo que todas las mujeres han vivido situaciones donde las han discriminado por ser mujer, ¿verdad? Hasta en el tránsito, cuando hay cualquier problema, se dice lo mismo en todas partes: tenía que ser una mujer... A mí me pasa, y me ha pasado muchas veces, que cuando voy a una reunión con autoridades, por ejemplo, las opiniones de todos los hombres presentes son mucho más consideradas que las mías, aun cuando soy la que tiene el cargo jerárquico más alto. Es un retrato triste de cómo funciona el mundo. También he sido tratada en distintas veces con violenta agresividad porque algunas personas se sienten muy irritadas por el hecho de que tenemos voz y autoridad. La misoginia es muy fuerte en la sociedad. Por otro lado, en las orquestas, en general me sentí muy cómoda y no me sentí discriminada, exceptuándose algunas situaciones muy puntuales que evidencian, a mi ver, casos particulares. Una situación que demuestra muy bien el lugar que ocupamos en el imaginario general, son los numerosos artículos que salieron en diversas partes del mundo sobre mis conciertos, y en los títulos siempre se referían a mí como “una mujer”. Quién era yo, mi curriculum, mi nombre, nada de eso importaba; yo era nada más que una mujer que iba a dirigir esta o aquella orquesta por primera vez.

--¿Observa cambios a partir del surgimiento del movimiento Ni Una Menos y el efecto que ha tenido con el reflorecimiento de los feminismos en ámbitos diversos?

--Creo que todos los movimientos feministas, así como otros movimientos de concientización, sumaron. Sin duda el “Ni una menos” es muy importante y refleja el hartazgo que todas y todos sentimos en relación a la impunidad y a la violencia contra la mujer. Me acuerdo en 2015, cuando estuve en Islandia, dirigiendo y participando de un simposio de Mujeres en la Música en conmemoración del centenario del sufragio femenino, había outdoors en toda la ciudad que denunciaban que las mujeres profesionales en el área del cine tenían sueldos inferiores a los de sus pares hombres. En la música y principalmente en la dirección orquestal se están dando cambios importantes en todo el mundo, y, en parte, ha sido gracias al simposio que organizamos desde 2016. En Argentina, especialmente, hay un avance considerable teniendo en cuenta que fue aprobada una ley de cupos para los festivales de música.

--¿Cuáles son los desafíos para las mujeres directoras de orquesta?

--Los desafíos todavía son muy grandes. En primer lugar, desarrollar la autovaloración y la creencia en uno mismo. Liberarse de condicionamientos culturales impuestos desde la niñez. Creer que se puede, y prepararse intensivamente para estar a altura de los desafíos. No callarse delante de las injusticias. Evidentemente tiene que haber todo un movimiento en los ámbitos de la cultura, de la educación y de la política que promueva la igualdad de capacitación y de oportunidades de trabajo para todas y todos.

--¿Está a favor de las leyes de cupo femenino?

--Las leyes de cupo siempre generan discusiones apasionadas. Soy favorable a la aplicación de leyes de cupo temporariamente, para que se corrijan injusticias sociales históricas. Obviamente su aplicación genera algunas injusticias colaterales, pero eso es inevitable.