La desaparición de Sergio Ávalos, un estudiante universitario de 18 años, es un misterio que lleva 17 años. Cuando habían pasado apenas 15 días,  la única certeza era que al joven se lo vio por última vez en la madrugada del 14 de junio en El Fuerte-Las Palmas, la bailanta más famosa de la ciudad de Neuquén. En ese momento, su hermana Mercedes tenía la esperanza de encontrar a Sergio, que era alumno de primer año en la Facultad de Economía de la Universidad Nacional del Comahue (UNC) y había llegado en 2003 desde Picún Leufú, un pueblito del interior de la provincia, para estudiar la carrera de Contador Público Nacional. Al provenir de una familia humilde, la UNC le concedió un lugar en un albergue estudiantil. Mercedes la mantiene la esperanza a pesar del paso del tiempo.

El proceso se reactivó en abril, luego de diez años en manos de la fiscal provincial Sandra Taboada, y de que en 2014 pasara a la justicia federal como “desaparición forzada”, teniendo en cuenta que la seguridad del boliche pertenecía a personal contratado del Ejército en actividad en su interior, y afuera de la policía adicional uniformada. "Lo escandaloso es estar aún en etapa de instrucción con el código viejo a manos del juez federal de Neuquén Gustavo Villanueva, ni siquiera hay un imputado tras 17 años, nosotros estamos aportando nueva pruebas derivada de nuestra tarea investigativa", dijo a Página12 uno de los abogados de la familia, Sergio Heredia.

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Mercedes Ávalos asegura que “la responsabilidad de su desaparición está en los que hacían la custodia esa noche y en los mismos dueños del boliche”. La semana pasada esa esperanza de saber lo que ocurrió se volvió palpable por el hallazgo de restos óseos en la ex casa de un militar, pero finalmente resultaron de un cuerpo femenino de más de cien años de antigüedad, según informó la justicia.

Ávalos no era un muchacho de la noche y no acostumbraba ir a bailar, según sus familiares y más cercanos allegados. "Los amigos lo ven por última vez alrededor de las 6 de la mañana, nadie lo vio salir del boliche, habían quedado en encontrarse para ir al pueblo por el Día del Padre pero no apareció", indicó Heredia. "Con lo que aprendimos en el caso de la desaparición de Daniel Solano (N.d.R trabajador rural salteño desaparecido en Río Negro en 2011 con siete policías condenados a prisión perpetua) junto al abogado Leandro Aparicio, comienza un protocolo de encubrimiento muy similar al aplicado en el caso de Facundo Castro, maniobras típicas cuando están involucradas fuerzas policiales y de seguridad tales como ubicarlo como visto en otros lugares, hacer viajar al padre a cárceles de Paraguay y los testimonios de policías", describió el letrado. Así transcurrieron diez años hasta que la Procuradora Alejandra Gils Carbó determinó ante la Corte que era un delito federal.

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Heredia y Aparicio intervienen desde el año pasado en un caso que tuvo gran repercusión política, se presentó la Universidad del Comahue como amicus curiae, pero nadie se había dado cuenta de que miembros del Ejército no están autorizados por ley a hacer tareas de seguridad en un boliche, sólo pueden ser retirados. Ni siquiera hubo sumarios en el Ejército, el jefe del batallón dijo que los militares en su horario libre podían hacer lo que quisieran, cuando la legislación vigente prohibe esa tarea. "Apuntamos a la responsabilidad de los custodios porque el chico entró y no salió", apuntó Heredia. Quedan dos semanas de testimoniales y luego pedirán la imputación y detención del personal militar involucrados. "El papá de Sergio, Asunción, tiene 86 años.. todo esto es una vergüeza", agregó.

La clave es el boliche

Los compañeros de Ávalos estudiantes de la Universidad Nacional del Comahue creen que todo se centra en la bailanta, que tenía un sistema de filmación por circuito cerrado de cámaras que registra todo lo que ocurre en su interior. Curiosamente, las cintas del sábado cuando desapareció Sergio son de mala calidad y los registros están sólo hasta las 2.30 de la madrugada.

En esta trama, una prostituta vip sería clave para esclarecer la desaparición del estudiante Sergio Ávalos. En el trasfondo hay un pacto de silencio entre los policías que trabajaron de custodia esa noche en Las Palmas y una trama de alcohol, sexo, droga y funcionarios del gobierno de la época que se suman a una historia plagada de intrigas que la Justicia Federal trata de develar.

Un testigo se presentó en la Justicia Federal a mediados de 2017 y la noche antes de ir a declarar le salieron al encuentro tres personas en un Fiat 147 que le dijeron “ojo con lo que vas a decir” y le dieron un puntazo que le atravesó la ropa de abrigo y le produjo un corte importante. “Toda la forma de proceder fue típica de policías”, confió una fuente de la investigación a La Mañana de Neuquén. La prostituta vip que solía ir casi todas las noches al boliche se habría puesto a charlar con Sergio y los policías patovica le dieron una golpiza. “Ella escuchó cuando los patovicas dijeron que se les había ido la mano. Después, a las 7 de la madrugada, observó que lo sacaban del boliche en una furgoneta blanca y escuchó dónde lo iban a llevar”, reveló la fuente.

Los policías están en puestos clave

De acuerdo con los informes solicitados por la querella de la familia Ávalos, se ha podido establecer que los militares continúan en actividad y en altos rangos y los policías también. Todos tienen puestos clave que les permite manejar personal y recursos como para desviar cualquier tipo de investigación. En la policía neuquina, los tres policías son oficiales. Se trata de un comisario que está en el norte neuquino, un subcomisario que se desempeña en el Departamento de Delitos y un comisario inspector que pasó a fin de año de las fuerzas especiales a un área estratégica de la Policía, siempre según LM de Neuquén. Del resto de los integrantes de la seguridad del boliche esa noche hay uno que sigue trabajando en el Municipio y otros dos que se desempeñan en empresas de seguridad.