Para Piti Fernández, las redes siempre fueron "más laborales que sociales": a medida que su figura alcanzaba mayor exposición pública (primero con Las Pastillas del Abuelo, luego con su carrera solista y, en el medio, con spin-offs golondrinas como Virna Lisi, su banda tributo a Sumo), el cantante se incorporó a las plataformas que fueron apareciendo con mucha calma y cierto tiempismo, cuidándose de no caer en el egocentrismo, la tecnofilia o la nomofobia. "Pero la pandemia cambió todo", reconoce.

"Siempre fui de subir pocas fotos íntimas o de mi casa, pero en esta cuarentena empecé a ser un poco más flexible, aunque siempre con la idea de sumar más seguidores sólo para mostrar lo que estoy haciendo en distintos formatos", explica. De hecho, su show por streaming de este domingo a las 19, en plan solitario –titulado Conmigo mismo en caminos bríos, combinando los nombres de su disco debut y el venidero– es, en cierto punto, la decantación de todas sus experiencias socialmedia en tiempos de aislamiento.

Piti hace charlas vía Instagram Live (donde es, a la vez, entrevistado y entrevistador, más en plan conversa informal) e incluso peló Momentos 20:20, un formato fogonesco de guitarra criolla y voz en el que mashupea desde su canal de YouTube dos versiones encontradas, en un maridaje que puede ir desde Kapanga y la Mona Jiménez hasta Virus y Los Enviados de Toth.

"Es algo parecido a lo que venía haciendo en mis shows solistas con canciones del rock argentino de la década del '70 para poder completar un repertorio por fuera de mi primer disco, solo que ahora voy más allá de esa época", explica sobre estas incursiones que intenta cargar, justamente, 20 minutos pasadas las 20.

La actividad de Pastillas del Abuelo también está atravesada por la nueva digitalidad. "Nos juntamos mucho por Zoom y bajamos ideas para el nuevo disco", explica Piti. El último fue Paradojas, publicado en formato físico en 2015 y presentado un año después en Ferro. Dos postales que hoy resultan impensadas.

En cambio, su sucesor se va insinuando de a canciones digitales desde abril de 2019, cuando subieron el video de Incontinencia verbal, luego el vivo de Más lejos, meses después el videolyric de El favor (con más de 5 millones de vistas en YouTube) y, hace cuatro semanas, Interpretación, el primero de este año. A la vez, según adelante el cantante, están "diagramando un show por streaming" que seguramente harán "cerca de fin de año".

El cuento que cuente uno mismo

El escenario de dispersión cuarenténica reclinó inevitablemente a Piti hacia actividades individuales. "Estoy atravesando la cuarentena y la pérdida de un amigo, algunos días peleado por alguna razón con la vida, y en otros me levanto bien porque entiendo que tengo un techo, una familia y las 'dos duchas de agua caliente' que alguna vez dijo Ricardo Darín. Todo eso lo voy escribiendo a modo de diario en uno personal y en los de cada una de mis hijas. Y es alucinante, porque luego puedo rever eso como un espejo que cambia su imagen cuando uno lo observa."

En ese plano de espejos, pandemia, tiempo libre y nuevas búsquedas también aparece el escritor y psicomago chileno Alejandro Jodorowsky con su libro La vía del Tarot. "Ojo, no se trata de un Tarot predictivo, sino evolutivo, en la línea de Marsella de la cual derivaron todas las demás, y en donde las cartas funcionan justamente como un espejo desde este mismo presente. Eso me entretiene mucho, es realmente muy reflexivo y a-lu-ci-nan-te."

Es en la intimidad de su casa donde comenzó a discurrir el plan solista que ahora exhibirá en este show por streaming (que será "rutero y guionado", según anticipa). Su espacio personal funge de trinchera creativa y sirvió para redondear Caminos bríos, un disco que tiene terminado pero que, adaptado a los usos y costumbres actuales, no imagina publicar en ese formato, tal como sí fue editado Conmigo mismo.

"Tengo doce canciones que iré sacando a modo de single. No creo que formen parte de un álbum, o quizás el que viene, pero no lo sé", duda. Entre los invitados aparece un conglomerado transgeneracional que va desde el joven Cachín Invernizzi, de Manjar, hasta el experimentado Ricardo Tapia, de La Mississippi, pasando por el guitarrista Hugo Méndez y la violinista Christine Brebes.

Las dos primeras canciones fueron estrenadas respectivamente al comienzo y al final del último verano: por un lado En cuero y en patas, con Maikel y el Mono de Kapanga como invitados, y por otro La Doctora II. Pero la que más ruido hizo fue El cuento que cuentes, hija de la pandemia y evidencia de un laburo colectivo.

Piti fue convidando a distintos talentos que van del guitarrista Alambre González y la cantante Claudia Puyó hasta Daniel De Vita (conocido por El puntero, El Tigre Verón y Un gallo para Esculapio) como actor y director de un video en el que le da cuerpo y cara a una canción escrita por Yair Biela. El artista es una de las amistades que Piti conserva desde las épocas en las que iba al penal de Marcos Paz a dar diversos talleres, hace una década. Otra vida.

Un freno forzado a la vorágine

"Fue hace unos diez años, en mi época de soltero, vivía solo en un monoambiente. De esa experiencia en la cárcel me quedaron muchos recuerdos y enseñanzas", recuerda Piti, aplomando la voz y suspirando hondo en el único viaje que de momento se nos está permitido: el que proponen los recuerdos.

"Es difícil describirlas ahora todas juntos, pero subyace lo corrupto del sistema penitenciario y la increíble necesitad mutua entre el preso y el policía, algo asombroso. Yair es parte de los amigos que no volvieron a delinquir y se pudieron ganar la vida de otra manera que conlleve menos riesgos… de muerte. También me quedaron otros que volvieron a caer, y también algunos que fallecieron. Algún día retomaré esos talleres, quizás cuando mis hijas estén más grandes."

¿Esta cuarentena te sirvió para entender mejor la idea del encierro?

--La noción del encierro es muy-muy-muy diferente entre la cárcel y la cuarentena. La relación entre ambas es prácticamente nula. Desde el lenguaje… hasta la manera de caminar. Cambia todo, es otro mundo. En mi caso, el aislamiento fue fructífero porque me permitió leer, meditar, componer un poco, practicar el instrumento o incluso descansar; cosas que en la vorágine anterior no podía hacer. Pero el encierro carcelario es un poco paranoide y nada tiene que ver con esto que está pasando: se descansa muy poco… y se duerme menos.