Desde Córdoba

“Schiaretti es un peronista asintomático”, repite a este diario un veterano analista político. Es el chiste de la cuareterna local. "Tiene la viveza de los peronistas, pero apunta para el otro lado a la hora de los bifes: es pura sonrisa y cordialidad para Alberto (Fernández), y después le mezquina el quórum, le vota en contra. O se sienta a esperar que Fernández pague los costos políticos de las equivocaciones que se puedan estar dando con la pandemia”, analiza.

En ese último punto coincide Amadeo Gonzalo Sabattini, licenciado en Química Biológica y periodista de los Servicios de Radio y Televisión de la Universidad Nacional de Córdoba. “Es muy posible que así sea. Schiaretti ha estado especulando con que el costo político lo paguen otros. En esta segunda fase (de la pandemia) ha decidido que no va a pagar costos políticos, las aperturas se siguen haciendo y vamos hacia los mil casos por día. Estamos en proceso de disparada y hay que tener presente que en una pandemia primero debe haber una estrategia política y luego una sanitaria. Hace tres semanas que en Córdoba se decidió cambiar el criterio. No te hacen los test sin síntomas. Te obligan a encuarentenarte solo. Y si soy un positivo asintomático, me quedo en casa y no hay test”.

“Hacer silencio es el mejor sistema para salir con menos daños políticos", opina Sabattini. "Él permitió que todo se relaje. Sólo había que controlar siete rutas de acceso, pero no lo hizo. Percibo que eso está decidido: no irritar al conjunto social, mientras se destina un presupuesto en (pautas a) medios de comunicación para que estén condicionados", sigue Sabattini, y advierte sobre el "gran nivel de silencio" que observa en la provincia. "Pasamos de dos semanas sin ningún contagio, a tener 500 por día… Esa es la política de que a los costos lo paguen otros", concluye. El último reporte, del domingo, arrojó 600 contagios en la provincia. 

"Vengo bajando una estadística de todos los países y territorios desde hace 180 días. Un barco, por ejemplo, se cuenta como un territorio. Y hay unos 219… Puedo identificar dos políticas: cortar de raíz los contagios como hizo China, con un poder central férreo y disciplina de parte de la población, tácticas que hicieron retroceder al virus. Y la que conocemos acá, donde se aplicó un mix, adoptando medidas de restricción acorde con los tiempos políticos y a los medios de comunicación que apostaron a seguir en disputa, casi de campaña, las decisiones que tomaban las autoridades. Hay una oposición y medios periodísticos que marcan la agenda. Tiran torpedos a la sala de máquinas, a la línea de flotación. Como dijo un colega, “En la Argentina, la derecha nos ha marcado la cuarentena. La fueron marcando ellos con su odio clasista”

"Dinamitaron cualquier intento de mantener una política sanitaria seria. El esfuerzo impresionante de la población en su conjunto. Para nada pienso que todo esté perdido. Y si bien las proyecciones numéricas dan miedo, la gente en su gran mayoría se termina cuidando. Esos tres primeros meses de logros de la cuarentena han dejado un camino al que se puede volver. Si los números de infectados y muertos van creciendo de forma tan rápida, pienso que pueden replegarse ante el temor o la evidencia. En criollo, por cagazo o por los cajones".

Números en rojo

En Córdoba, de los 241 muertos por covid-19 en lo que va de la pandemia, 114  murieron en lo que va de septiembre. La escalada y aceleración en los contagios y letalidad mantiene preocupados a todos los sectores de la salud, en especial a les profesionales que están en la primera línea de fuego. Hombres y mujeres que tras seis meses de labor a destajo padecen agotamiento, cada vez más contagios y un agobio que por ahora y hasta la llegada de las vacunas aparece sin respiro y con demasiados frentes para soportar. Entre ellos, sus bajos sueldos.

Según dijo a este diario el doctor Oscar Atienza, médico cirujano y magister en Salud, “Lo peor de este tema está a las puertas: aquí las cifras de infectados se duplican cada 14 días. El primero de agosto teníamos 49 muertos y a partir de ahí comenzó un cuesta arriba que creció con las aperturas y flexibilizaciones sociales para el Día del Amigo y la reapertura del transporte urbano el 24 de julio, que terminaron repercutiendo a mitad de agosto. Luego siguieron el Día del Niño, la marcha anticuarentena del 17 de agosto y la apertura de los gimnasios y shoppings”. Además de los grandes centros de venta como Wall-Mart o Disco, que en los últimos días han tenido que cerrar (sólo) "por 24 horas", porque algunos empleados dieron positivo al virus.

-¿Considera que fueron errores en la política sanitaria?

-Sí, claro, eso repercute directamente en la cantidad de infectados y en los muertos. La tasa de letalidad indica que el 2 por ciento de los que se infectan terminan muriendo. Hasta hoy las camas ocupadas que nos informan --ya que el Centro de Operaciones de Emergencia nos dejó de informar sobre los respiradores-- estarían ocupadas por 540 personas internadas. Ese número representa un 40,6 por ciento del total de camas del sector público y privado de la provincia de Córdoba.

"Para los que todavía no quieren ver lo que pasa, les hago una comparación: 30 días atrás, el 15 de agosto, había sólo 82 personas internadas por covid-19 y representaban el 6,17 por ciento de esas camas. En solo un mes pasamos del 6 por ciento al 40 por ciento. De 82 enfermos a 540", compara el profesional, también docente en la Universidad Nacional de Córdoba. Las proyecciones alarman: "Con todos estos datos y teniendo en cuenta la duplicación de casos que en Córdoba es cada 14 días, podemos estimar que entre el 1 y 5 de octubre tendremos alrededor de 500 muertos y 35 mil infectados en nuestra provincia", calcula.

Atienza coincidió con otro colega, Rodrigo Quiroga. “Yo creo que el Estado, tanto el provincial como el Nacional, va a intervenir para que no lleguemos a esas cifras. Estoy esperanzado en que eso ocurra. La proyección numérica nos dice ¡120 mil muertes en diciembre! Así que creemos, esperamos que reaccionen. Que haya una acción fuerte del Estado como volver a Fase 1, o prohibir las reuniones familiares de todo tipo, en casas, bares, restaurantes en lugares cerrados. Restringir a lo esencial, como se hizo al principio". 

"Creo que si eso se hiciera por dos semanas bien bruscas, al estilo de las primeras que conocimos, y si hasta fin de año se sostiene que la administración pública, la justicia, las escuelas, universidades y municipalidades continúen con el teletrabajo, se podría hacer otro pronóstico. Se debe sacar a la gente de la calle para evitar más circulación del virus, hasta que comiencen a llegar las vacunas. No hay otro modo. Con la responsabilidad 'individual', como publicitaron acá en Córdoba, está visto que no alcanza”.