Cuarenteñero:

Me han contando –y perdoname que te increpe de este modo– que el neoliberalismo fue y será una porquería, un despliegue de maldad insolente donde el que no afana es un gil; que cuando todos cantábamos felices “desde que se fue, nunca más volvió”, uno de sus líderes volvió una noche –no lo esperaba–, con su felonía y su crueldad, a decir que el tiempo viejo otra vez vendrá.

"Mentira, mentira", yo quise decirle. Sus ojos azules muy grandes se abrieron, luego sus ojos se cerraron y él seguía ahí, como juega el gato maula con el mísero ratón, con su presencia de bacán, de niño bien, pretencioso y engrupido, de pelandrún que la va de distinguido, pero tiene un pedigré bastante turbio.

Gracias a su gobierno, hubo tal crisis, bronca y hambre que el que compra diez de fiambre se morfó hasta el piolín; él nos arruinó el porvenir, el viento vino a la rastra, el que tiene guita lastra y el que no, se hace faquir.

Si hablamos de economía, mangueó amigos y usureros, nos engrupió bien debute con la pobreza cero, y nos propuso que nos enamorásemos de Madame Ivonne, digo Christinne, la papusa del Barrio Latino que un langa argentino hizo suspirar. Él arrastró al país por la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser, y ella, en la primera cita le dio su…, bueno, le dio unos cuantos miles de palos verdes.

Pero se los dio a él. No a Malena, ni a Grisel, ni a los muchachos de antes que no usaban gomina. Así que aunque ahora vengan caras extrañas a reclamar, nada debemos agradecerle; y si alguna deuda chica sin querer se le ha piantao, en la cuenta de “the otario” que tenés, se la cargás.

Rechiflado en mi tristeza, hoy lo evoco y no entiendo cómo llegó adonde llegó con su mejor equipo contrario de los últimos 50 años. Fue meritocracia, che: uno vive en la impostura y otro afana en su ambición; están el rey de bastos, el caradura, el polizón, el agente 'e la Camorra, profesor de cachiporra, generoso o estafador, el sabio, el que atrasó el reloj, el Messi de las finanzas…

Desde que empezó, yo lo vi que se venía en falsa escuadra, se ladeaba, se ladeaba, bien metido en el fangal. Pero alguien tiró la banana, y sin querer la agarramos..., porque, cruel en el cartel, la propaganda manda, y él era el fetiche de un afiche de papel donde se vende la ilusión, se rifa el corazón. ¡Lo que más bronca me da es haber sido tan gil!

En esos cuatro años, no se apiadó del dolor de los demás, le quitó el pan a la vieja, nos dejó a media luz, con el corazón mirando al Sur y el tujes, al Norte. Gracias a él, quedamos flacos, tres cuartos de cogote, una percha en el escote; y mientras los cosos de al lao estaban de fiesta, nosotros los mirábamos de afuera como a esas cosas que nunca se alcanzan.

Cuesta abajo en su rodada, desorientado, sin saber qué trole hay que tomar para seguir, lo acobardó la soledad; él y Vidal: como dos extraños. Y, en vez de decirnos su condena y contarnos su fracaso, en vez de entrar en nuestro pasado, está raro, como encendido, tratando de volver con la frente marchita.

Pero uno, aunque vive lleno de esperanzas, de cada amor que tuvo tiene heridas. El neoliberalismo nos dejó en el pecho tanto dolor que no queremos más vivir acobardados como un pájaro sin luz, y aprendimos que tenemos memoria pero no queremos que el ayer nos detenga en el pasado.

Uno sabe que la lucha es cruel y es mucha y, cuando ve a ese gilito de Barrio Norte que la va de libertario, le canta a media voz: “Sacate el antifaz, yo te conozco bien: te creés que sos un rana y sos un pobre gil. Las pruebas de la infamia las llevás en la maleta (a Panamá) y nosotros queremos un país donde no haya más penas ni olvido”.

Sugerimos acompañar esta nota con el video “Retazos", de RS Positivo (Rudy-Sanz):