En los procesamientos del juez Alejo Ramos Padilla contra Pablo Gonzalo Pinamonti –responsable de las “Bases Amba” de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI)– y Ricardo Oscar Bogoliuk –delegado y responsable de la Base Ezeiza– se reveló que la inteligencia macrista también espió a los estudiantes secundarios.

Durante 2017, las Bases AMBA recopilaron, produjeron, analizaron y distribuyeron información de tipo político vinculada a las elecciones de medio término que se desarrollaban en la provincia de Buenos Aires. Desde el juzgado federal de Dolores informaron que encontraron documentos e informes de inteligencia que dan cuenta de la utilización de las denominadas “Bases AMBA” de la AFI para llevar adelante espionaje político de manera ilegal.

Entre abril y diciembre de ese año, además de espiar a dirigentes políticos, unidades básicas, comités, centros comunitarios, partidos políticos y comedores, la AFI se encargó de espiar a frentes y espacios estudiantiles. El informe de Ramos Padilla revela que las Bases AMBA habían recolectado información del Frente de Estudiantes Secundarios de La Cámpora Moreno, un espacio integrado por cerca de 40 estudiantes de distintas escuelas de entre 16 a 18 años, identificando a su referente Clara Truncellito, quien por entonces tenía 16.

“Cuando me enteré que fuimos espiados, me quedé helada. Hasta que estas cosas no te pasan a vos o a alguien cercano, parecen una ficción”, dijo Truncellito a Página/12. Hoy la joven tiene 20 años y estudia Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Por aquellos años, además de ser la referente del frente estudiantil, participaba del espacio Jóvenes y Memoria y del centro de estudiantes de su escuela. En 2016 dialogó con Cristina Fernández de Kirchner en un plenario para estudiantes secundarios que organizó la Cámpora en Avellaneda. Truncellito cree que ese encuentro motivó que la espiaran.

–¿Cuando participabas del Frente de Secundarios, creías que podían estar siendo espiados?

–En 2016 y 2017 había un clima muy raro. Fue en la misma época en que pasó lo de Santiago Maldonado. Se hablaba siempre de que podía haber infiltrados en las movilizaciones, pero nunca se me pasó por la cabeza que podía ser espiada. Yo era muy chica y cuando te sumás a militar no se te pasa por la cabeza que se hagan estas maniobras tan turbias. No puedo dejar de compararlo con las prácticas de la dictadura. Por más que haya un abismo, es terrible todo lo que pasó. Cuando me contaron, no lo podía creer. Cuando escuchaba hablar del espionaje y la causa D'alessio creía que los espiados eran solo exdirigentes del kirchnerismo, la cúpula de la política. Porque hasta que estas cosas no te pasan a vos o a alguien cercano, parecen una ficción. No solo espiaron a Cristina o Máximo, sino también a movimientos sociales, comedores y hasta a un cura que organizaba un merendero. Si ves los informes, te das cuenta de que están muy direccionados. Cualquier persona que tuvo contacto con Cristina o militaba en el kirchnerismo era espiada. Pero cuando me pongo a pensar todo lo que hizo el gobierno de Cambiemos, no me sorprende tanto que nos hayan espiado.

–Lo comparás con prácticas de la dictadura…

-Sí, aunque hoy están mucho más sofisticadas. Yo soy de una generación para la que el tema de los derechos humanos estaba saldado y donde la persecución política no tenía lugar. Pero te das cuenta que no, si sus fines eran perpetuarse en el poder iban a hacer todo lo que estuviera a su alcance. Ahora no pueden salir y secuestrarte como pasaba con los compañeros de los 70, pero te pueden armar una causa judicial. Me pone muy triste por las Abuelas, las Madres y los organismos de derechos humanos el hecho de saber que todavía estamos muy lejos de un efectivo Nunca Más. Como sociedad tendríamos que pensar que hay límites que no podemos pasar.

–¿Por qué crees que decidieron espiarte a vos y al Frente de Secundarios?

–En ese momento yo participaba en varios espacios. Creo que fui víctima del espionaje después de sacarme una foto con Cristina. En ese momento yo era referente de secundarios en Moreno y tenía también mucho contacto a nivel provincial. Era un foco bastante visible, no solo yo, sino todos mis compañeros. Teníamos una militancia muy activa en el territorio. No solamente íbamos a barrio a organizar distintas actividades sino que teníamos un objetivo político con miras a las elecciones. Con todo mi grupo de secundarios fuimos molestando bastante al macrismo, reclamando justicia por las muertes de los docentes Sandra y Rubén, organizando centros de estudiantes y dando el debate en política. Creo que también lo hicieron para prevenirse. Con Cambiemos, esa generación del 2000 que volvió a creer en la política iba a estar complicada. Por eso empezaron a juntar información y a crear perfiles para poder armarnos causas o jodernos cuando quisieran. Es escalofriante pensar que esta red se dedicaba única y exclusivamente a buscar cuáles eran las patas de la organización para poder tirar de ahí.

–¿Sabés cómo fue que te espiaron?

–Todavía no. Hace pocos días me enteré por un compañero que mi nombre estaba en el expediente. Quiero presentarme como querellante y ver toda la pruebas porque sé que hay miles de archivos. Tenían mi número de teléfono y puedo llegar a esperar que me lo hayan pinchado. Lo que puedo asegurar es que me revisaron las redes sociales.

–¿Por qué creés que eligieron a los estudiantes de Moreno?

–Es un municipio muy organizado. Políticamente, es un lugar caliente que puede despertar mucho interés y nosotros teníamos una militancia muy activa. No solamente en el Frente de Secundarios sino también en Jóvenes y Memoria y en los centros de estudiantes. Abarcamos todo el territorio.

–¿Cómo estaba conformado el frente?

–Llegamos a ser un grupo de 40 personas, todos menores de edad. El objetivo era abarcar la mayor cantidad de escuelas posibles. Si bien está la ley de centros de estudiantes, hay muchas escuelas que todavía no lo tienen y nuestra idea era llevar la política a todos lados. Que los pibes se sigan comprometiendo. Más allá de que después no participaran en nuestro espacio, queríamos que haya una juventud comprometida que aproveche el legado de Néstor y Cristina.

–En otros espacios la AFI logró meter infiltrados. ¿Creés que también los hubo en el frente?

–No podría decirlo, cuando alguien se sumaba no le preguntábamos quién era ni de dónde venía. Si teníamos que interrogar a cada uno que quería participar no hubiéramos sido muy inclusivos, pero es probable que alguien se haya infiltrado, sobre todo en las movilizaciones. Antes de cada marcha nosotros hacíamos una convocatoria abierta y venía un montón de gente que no conocíamos. Tampoco me extrañaría que se hayan infiltrado en alguna de las actividades que organizamos.

–¿Cómo afecta esto a tu militancia o en la manera de transitar la vida?

–Mi primera reacción fue estar paranoica, me sentía bastante perseguida. Es lógico cuando sentís que violan tu intimidad y tu privacidad. Hice un alto y pensé que quizás era mejor tener menos exposición. Pensé también en estar un poco más atenta, pero no voy a cambiar mis convicciones ni dejar de militar. Tampoco voy a dejar de hacer lo que hago ni ser quien soy por estas prácticas ilegales. Los que tienen que cambiar son ellos. La justicia debe regular su actividad y no la mía. Creo que el hecho de haberme enterado tres años después de que sucedieran las cosas y con otro gobierno fue tranquilizador. Ya no cuentan con la cantidad de recursos con los que contaban antes. Y también sé que hay un juez como Ramos Padilla que está actuando y que lo que hicieron en el gobierno de Cambiemos no va a quedar en la nada; y eso me  tranquiliza.