Entre montañas majestuosas, debajo de un cielo que encandila, una silueta de apariencia humana se desdobla en tres. Las figuras caminan de manera lenta, avanzando por los parajes nevados sin un objetivo claro, protegidos por vestimentas que, más allá de la peculiar situación, resultan familiares. ¿Acaso son primos lejanos de aquel hombre que cayó a la tierra? Viniendo de dónde vienen, la mente del realizador argentino Alejandro Fadel, la pregunta se impone: ¿se trata de los mismos “motoqueros” que recorrían misteriosamente rutas y caminos en su largometraje Muere, monstruo, muere? La sinopsis oficial habla de “astronautas”, pero la película está llena de preguntas y muy pocas respuestas. ¿O quizá las pistas para resolver el enigma permanecen ocultas en algún rincón de los imágenes y sonidos que la integran? Con una banda de sonido electrónica (e hipnótica) creada por el artista audiovisual y músico Jorge Crowe (alias J.crowe), El elemento enigmático, mediometraje dirigido por Fadel y coescrito junto a su hermano Tomás, acaba de presentarse en España en el Festival de Sitges y, desde este sábado, puede verse de forma gratuita en la plataforma Kabinett.

“Encontrar la financiación para Muere, monstruo, muere llevó una buena cantidad de tiempo y esfuerzo”, recuerda Alejandro Fadel en comunicación con Página/12. “Mientras tanto, mi amiga y productora Florencia Juri me propuso hacer un pequeño film para proyectar en un festival de música. Me pareció una buena oportunidad para probar ideas visuales y formales que quizás llegasen a MMM, y también para demostrarme a mí mismo que siempre se puede volver a filmar con un esquema pequeño, con algunos buenos amigos y poco más. Nos fuimos a las montañas mendocinas equipados con comida, bebida y equipos para registrar unos versos que se había encargado de escribir mi hermano Tomás. De todas formas sabíamos, ya en aquel momento, que eso no bastaba para hacer una película”. En la pantalla, los tres seres continúan su deambular hasta que se topan con un cuerpo desnudo y masacrado. ¿Otra víctima de la criatura que acechaba en las montañas de la locura de Muere, monstruo, muere? De pronto, los protagonistas de El elemento enigmático comienzan a conversar, aunque sus voces nunca se escuchan: es a través del uso de subtítulos que el espectador participa de los diálogos, tan profundos en cuanto a sus alcances filosóficos como absurdos y humorísticos en su tono, todos ellos extraídos de La libertad total, el libro de Pablo Katchadjian.

“Llevó tiempo encontrarle el enigma al elemento”, continúa Fadel. “Creo que cuando aparecieron los textos de Pablo vinieron a dialogar con la película y a imponerle un tono que estaba ausente en nuestras imágenes y sonidos. La película se transformó. Y terminó siendo, a mi entender, una comedia. La solemnidad de los motociclistas de MMM atravesados por la energía anárquica de Los tres chiflados. Y es cierto que los personajes son los mismos. Esta es, si se quiere, la hermana menor de esa película o, como dijo alguna mente pícara, una especie de ‘spin off innecesario’. Sin embargo, El elemento enigmático no aclara nada sobre esos personajes sino que profundiza en el misterio desde otra óptica, y se anima a ponerlos en situación de chiste y no de explicación psicológica o mítica. Los actores son mis amigos de la infancia. Los únicos que podían soportar estar tirados en la nieve por horas”. Fadel se refiere a los comediantes Elio Contreras, Yamil Zeid y Federico Crowe, responsables de encarnar al trío de deambuladores.

Mezclando y agitando las aguas de la experimentación, el videoclip más abstracto y la contemplación audiovisual, El elemento enigmático se impone como un objeto fílmico no identificado, un trip alucinado que recupera la fascinación por la naturaleza y su interacción con las criaturas vivientes. También el uso de efectos especiales analógicos, realizados en cámara durante la filmación, que tuvo lugar antes del comienzo del rodaje de Muere, monstruo, muere. “Hoy pienso que es un lindo marco para la película grande que tanto queremos. Una película pequeña, amateur, artesanal, que ofrece un dialogo humorístico con aquella otra con la que, intuyo, comparten el mismo espíritu: el afán por la aventura, la búsqueda de la belleza y la bendición del misterio y lo inesperado. Como dije antes, filmamos sin un guion preciso, fuimos a encontrarnos con algo que apenas intuimos y fue el tiempo el que le fue dando forma al film que ahora presentamos, y que está pensado para ser proyectado con música e imagen tocada en vivo, a modo de función teatral, donde cada una sea diferente a la otra. Por ahora, por obvias razones, eso no será posible”.

El responsable de la banda de sonido, Jorge Crowe, comenzó a trabajar en las artes sonoras hace una década. Para crear los sonidos que recorren los cuarenta minutos que dura el film utilizó sintetizadores físicos, no emuladores. “El software de audio que usé no permitía integrar el video a la línea de tiempo”, detalla Crowe”, por lo que simplemente vi muchas veces el corte de video, anotando cotas significantes en minutos y segundos. Luego armaba y componía de acuerdo con esas cotas, sin ver la película a cada momento. Fue un proceso lento y rudimentario, pero eso me dio libertad para trabajar más con lo imaginado o rememorado que con el registro en sí. Esta colaboración con Alejandro es una más de varias que se remontan lejos en el tiempo, llegando hasta su primer corto, donde le fabriqué una lápida de falso mármol”. Fadel acota que Crowe “es uno de los artistas que más admiro. Es un genio en el sentido más literal y, acaso, renacentista de la palabra. La película es así porque la música es de Jorge. Creo que el haber partido de una ‘materia orgánica’ a modo de sampler permite que las texturas que logró Jorge dialoguen con el paisaje y los elementos minerales y acuáticos de la montaña mendocina en invierno. Si pensamos esta película como un viaje hacia el delirio y la abstracción ese logro es, en gran parte, mérito de Jorge”.

Para el final, el director de Los salvajes recuerda el ¿desafortunado? uso de un dron durante la primera jornada de trabajo, cuyas imágenes no pudieron formar parte de El elemento enigmático. “Netflix aún no abusaba de la estética dron, por lo que creímos que uno de esos aparatos nos iba a aportar imágenes novedosas e imprevisibles, ya que ninguno de nosotros sabía manejarlo. Dicho y hecho, un integrante del equipo estrelló el dron en la primera noche de rodaje. Ahí quedó el pobrecito, destartalado, y yo agradecido al azar y a la tormenta, que me impidió utilizar esa tecnología”.

El elemento enigmático puede verse de manera gratuita en https://www.wearekabinett.com/">https://www.wearekabinett.com/

La banda de sonido está disponible en el sitio web http://www.inkilinorecords.net/">http://www.inkilinorecords.net/

Una edición física en formato de libro, con acceso a la película y la música, estará disponible para la compra en breve en la página de slimbook: https://slimbook.org/">https://slimbook.org/