Pese a la falta de transparencia en el concurso, denuncias acumuladas, irregularidades en el manejo de sus negocios y un balance que muestra un estado de colapso económico total pero sin explicar cómo se llegó a él, la situación de Vicentin parece encaminarse a una “salida” a conveniencia de sus propietarios, pero con un altísimo costo para sus acreedores. Hay un nombre que brilla cada vez más fuerte en el negocio cerealero argentino, gracias al uso y explotación de los mejores activos de Vicentin: Glencore. Hay otro nombre, el de un banco de inversión de Nueva York, que aparece como el probable “aportante” de la salida financiera que terminaría con la convocatoria de acreedores eludiendo la quiebra. Son las dos piernas sobre las que camina una “solución” que empezaría a tomar forma el próximo jueves 15, cuando la asamblea de accionistas apruebe un controvertido balance y nombre un “nuevo” Directorio. 

Banco de inversión

En forma paralela a haber recibido una denuncia penal contra sus directores de parte de los bancos acreedores internacionales, la firma Vicentin anunció la contratación de un banco de inversión de NUeva York, Maxim Group, para asistirlo en la búsqueda de aporte de capitales. La entidad se especializa en este tipo de operaciones "para empresas medianas, obteniendo inversiones del orden de los 100 a los 2000 millones de dólares", según lo presentan.

La AFIP, como uno de los principales acreedores de la cerealera en el concurso preventivo, le solicitó esta semana al juez Fabian Lorenzini que le pida a la sindicatura de la convocatoria “que informe sobre la existencia de un contrato celebrado por Vicentin SAIC con Maxim Group LLC, a los efectos, presuntos, de que éste brinde asesoramiento financiero, formulación de planes de negocios y selección de potenciales inversores”.

“La contratación de Maxim Group debió haberse tramitado con autorización judicial previa, en audiencia del síndico, debiendo el juez ponderar la conveniencia de este contrato para el interés de los acreedores”, señala la AFIP ante el juez. El organismo oficial refiere, además, que dicha contratación y sus intenciones “modifica el escenario del concurso y afecta el interés de los acreedores”.

La AFIP reclamó que se exhibian las condiciones del contrato y, si no se cumplieron los requisitos de autorización previa, se lo declare “ineficaz” (nulo). Lorenzini, expeditivo, rechazó la presentación por “improcedente”, sin más explicaciones.

El balance

Una semana antes de anunciar la contratación del banco de inversión neoyorquino, Vicentin presentó ante el juez, en los últimos días de septiembre, el balance general del ejercicio cerrado el 31 de octubre de 2019. Si bien el retraso es notable, lo más alarmante es el contenido del balance. El resultado del ejercicio arroja una pérdida antes de impuestos de 71.512 millones de pesos, una cifra equivalente casi al 25% de sus ventas totales en el ejercicio (297.205 millones de pesos). Este tremendo quebranto se vio reflejado en el Patrimonio Neto de la firma, que quedó en una cifra negativa de 17.503 millones de pesos. 

Cómo pudo ser posible que la sexta exportadora de cereales de la Argentina, en un año de fuertes devaluaciones, presente esa situación de quebranto, es inexplicable para cualquier observador, incluso para el estudio contable que firmó el balance.

Cabe recordar que el estudio internacional que auditaba hasta el año anterior los balances de Vicentin, KPMG, renunció a hacerlo en 2019 sin hacer públicas sus razones. Esta negativa, está claro, fue una de las razones que demoró la presentación del balance. Finalmente se acordó con un estudio local de la ciudad de Reconquista la tarea, W.H. Correa y Asociados, pequeño perocon alto prestigio local. El estudio santafesino hizo su tarea pero se abstuvo de opinar sobre la veracidad de los datos entregados por la empresa. Al ser contratado tardíamente, el estudio no estuvo en condiciones de auditar las cantidades físicas de mercadería al 31 de octubre de 2019, ni sobre el efectivo a esa misma fecha.

”No estamos en condiciones de expresar una opinión de auditoría sobre los estados de resultados, de evolución del patrimonio neto y del flujo de efectivo de Vicentín SAIC, correspondientes al ejercicio económico terminado el 31 de octubre de 2019. En consecuencia, no expresamos una opinión sobre dichos estados contables”, señala el auditor externo, desmontándose la pesada mochila.

La familia accionista

El jueves 15 deberán reunirse los accionistas, poco más de un centenar de personas herederos directos o familiares políticos de algún Vicentin, para aprobar el balance y nombrar un nuevo directorio, ya que el actual presentó su renuncia como "gesto de renovación". La contratación de un banco inversor extranjero también es un gesto hacia el mercado. En realidad, entre tantos gestos al público, puertas adentro del clan familiar ya se están repartiendo los roles en la etapa que se avecina. 

Lo que se escucha por la ciudad de Avellaneda, sede de la empresa a orillas del Paraná, es que con la muerte de Sergio Nardelli desapareció la posibilidad de una conducción unificada, la posibilidad de contar con un "hombre fuerte" del grupo. Después del 15 habrá un nuevo esquema de conducción, con cuatro nombres que figuran como cabezas de la gestión: Daniel Buyatti, actual presidente de Directorio; Alberto Macua, actual vicepresidente, Máximo Padoan y Roberto Gazze, actualmente directores. Aunque podrían cambiar sus actuales sillas, conservarán el control del negocio.

Un negocio que ya cambió en el último año, con la presencia fuerte de la suiza Glencore, a través de su controlada Oleaginosa Moreno, en la gestión y explotación de las plantas y puertos de Renova, las instalaciones más modernas del grupo que fue cediendo en operacioones cuestionadas. Glencore ya ocupó el lugar que tenía Vicentin entre las exportadoras de granos y derivados, pero va por más. 

La captación de inversores externos a través de Maxim Group buscaría reactivar otras plantas, asociados a Vicentin o comprando esos activos. Así, el grupo se iría desmembrando, ante la mirada distraída del juez Lorenzini, que deberá además convalidar alguna propuesta de pago a acreedores con fuerte quita y a larguísimo plazo. 

Sería el final del grupo Vicentin, o reducido a su mínima expresión, y posiblemente manejado desde fuera del paúis. Su lugar en el negocio exportador quedaría ocupado por Glencore, una empresa extranjera. Otras plantas cerrarían, dejando un costo social pero también político. A cuenta de quién se cargarán, es un interrogante abierto.