Un domingo histórico, por lo inolvidable y por lo revolucionario, del año 2006, Evo Morales inauguraba la Asamblea Constituyente desde la Casa de la Libertad, en Sucre. Aquel 6 de agosto se inició el proceso hacia la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia. Quiso la historia que Ronald Céspedes participara de esa instancia, que haya sido él quien representara al movimiento LGBTI en la Asamblea Constituyente. Y quiso su memoria activista que la incorporación del segundo párrafo del artículo 14.II, el que prohíbe la discriminación por orientación sexual e identidad de género, signifique una conquista urgente.

Son otros tiempos en Bolivia. Después del golpe de Estado, de que Jeanine Áñez se autoproclamara en la presidencia, luego de un lapso trágico y reaccionario regresan las elecciones generales. Este domingo 18 de octubre se vuelve a elegir presidente en un país que está golpeado por un doble régimen: el de la pandemia y el de un gobierno de facto.

Para Ronald Céspedes el desafío es histórico. Para el activista, q‘iwa y sociólogo es fundamental que no se interrumpa la construcción del Estado Plurinacional. Lo dicta la historia reciente: si no gana un partido de izquierda, gana uno de derecha. Y lo sabemos acá y en todas partes, que una cosa no quita la otra; que hay una población LGTBI que vota por políticas neoliberales y que alienta a gobiernos de derecha. Por eso, desde Sucre, Ronald Céspedes hace un llamado para revelarse al sistema mundo heterosexual, para avanzar colectivamente como organizaciones, como pueblos, como movimientos; para incorporar un discurso y una praxis trasnacional en la promoción de los DDHH y en la lucha por nuestras reivindicaciones.

Imagino que los aprendizajes construidos en el proceso constituyente fueron valiosos, incluso para entender lo que vino después en el tiempo.

La posibilidad de haber participado dentro de la Asamblea Constituyente me permitió tener una mayor comprensión del ejercicio de las políticas en el contexto de Bolivia y de América Latina. De hecho, fue justamente a partir de esa relación, de aprendizajes colectivos, con movimientos sociales establecidos en la Asamblea Constituyente pude aprender muchas otras reflexiones también sobre las miradas que se tienen que plantear desde América Latina al mundo en temas tan diversos, como por ejemplo el modelo económico, el sentido de la democracia, o la participación de los movimientos y organizaciones sociales en el control y fiscalización del Estado, entre muchos otros. Cuando el movimiento LGBTI de Bolivia se planteó incorporar su propia voz en la Asamblea Constituyente, inicialmente habíamos pensado que la forma de hacerlo era concretamente presentar la agenda del movimiento LGBTI y sus reivindicaciones; y pedir que esos derechos se reconozcan. Sin embargo, luego en el trabajo mismo de la Asamblea Constituyente y con la participación que tuvieron todas las organizaciones sociales, movimientos sociales en otras agendas de DDHH o de reivindicación de sectores sociales, nos dimos cuenta de que el éxito para poder lograr la incorporación de estos temas de importancia para el movimiento LGBTI era también empezar a reivindicar las agendas de los otros movimientos y organizaciones sociales. De manera que en ese momento ya no era solamente el movimiento LGBTI el que reivindicaba su propia agenda, sino que también empezamos a reivindicar la agenda del Estado Plurinacional, de los movimientos indígenas, del movimiento obrero, del movimiento campesino, del movimiento negro, de sectores como las personas viviendo con VIH, las trabajadoras del hogar, etcétera. Esa posibilidad de incorporar y defender también esas otras agendas nos permitió a nosotros presentarnos como un movimiento que puede trabajar desde una mirada interseccional. Que también pudo reivindicar en términos políticos y de disputas de poder otras agendas dentro de ese proceso constituyente.

¿Cómo era la situación de las reivindicaciones del movimiento LGBTI antes del gobierno de facto de Jeanine Áñez?

En la primera etapa del gobierno del presidente Evo Morales sí se habían planteado políticas importantes a favor de la población LGBTI. Y claro, la más importante que se destaca en términos históricos y de implementación de un nuevo paradigma en Bolivia tiene que ver con la Asamblea Constituyente. El hecho de haber incorporado esa redacción en el texto constitucional ha derivado posteriormente en nueva normativa jurídica, penal, civil, de salud, etcétera, como consecuencia del reconocimiento de la no discriminación constitucional. Sin embargo, ya en el último período del gobierno de Evo Morales, lo que más bien se dio fue un total estancamiento en políticas públicas para la población LGBTI. Tenemos que ser críticos y reconocer que en efecto hubo desaciertos en el último período, de retrocesos. La evidencia más clara es justamente la sentencia constitucional que emite el Tribunal Constitucional Plurinacional contra la Ley de Identidad de Género que se había promulgado en el año 2016. El gobierno de Evo Morales no tomó posición frente a la sentencia públicamente para proteger y tutelar los derechos de la población trans, lo cual me parece que fue un total desacierto. Fue como una paralización del avance en DDHH que se había visto tanto en el primer período del gobierno de Evo Morales. Si bien avanzamos en muchas otras normativas, también podemos ver que algunas son más declarativas. De hecho, hay dos decretos supremos del presidente Evo Morales que declara el día 28 de junio como “El día de las Diversidades Sexuales”, o el 17 de mayo como “El día de la Lucha contra la Homofobia y Transfobia” pero son más actos declarativos.

¿Qué se le reclama al gobierno que resulte de las próximas elecciones?

Que cualquiera sea el gobierno que gane, aunque en lo particular no me llevo con los gobiernos de derecha, se garantice la continuidad de construcción del Estado Plurinacional de Bolivia. Si como movimiento LGBTI perdemos la capacidad de reflexión sobre cómo seguir avanzando en la construcción del Estado Plurinacional, habremos igual perdido sentido político de nuestras demandas. Y esto es muy importante porque en este período eleccionario hemos tenido muchas voces públicas de candidatos que más bien postulan el retorno a un modelo republicano en Bolivia. También como movimiento LGBTI tenemos que recuperar la memoria histórica de nuestras propias luchas y de lo que representó para nosotros el proceso constituyente del año 2006, para poder de nuevo resignificar nuestra lucha en los próximos cinco años. Porque, también es cierto que jóvenes activistas que en ese momento de la Asamblea Constituyente tenían 6 años, 7 años, y ahora son jóvenes mayores de edad, a lo mejor requieren que podamos traspasar esa experiencia para que resignifiquen su activismo en este contexto de construcción del Estado Plurinacional. Para que entiendan de dónde viene la lucha colectiva del movimiento LGBTI en este contexto actual y la urgente necesidad que representa un movimiento LGBTI más crítico, más político, más empoderado, más interseccional. Porque en algunos contextos del mundo yo he sentido que el movimiento LGBTI no llega a representar un tema tan potente como es el movimiento indígena. Porque en la medida que no toquemos bolsillos de algunos empresarios, no toquemos intereses de latifundistas, no toquemos intereses de grandes trasnacionales, pues pareciera que en algunos momentos nuestra agenda como movimiento LGBTI es bien light.