Vestidas como para ir al teatro, las dos señoras mayores iban con su bandera  argentina prolijamente envuelta. "Cuando salí, el portero me preguntó: 'Eh, pero por qué sale a banderear'. Le contesté: 'Usted siga barriendo'", comentó con gesto de oler algo podrido. Las dos fueron las primeras en llegar al domicilio privado de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Al ver que no había nadie, se tomaron un taxi para el Obelisco. Durante un buen rato, le pasó lo mismo a otras personas, hasta que se juntó una veintena. Allí irrumpieron militantes de ATE con consignas contra "los gorilas" y la policía intervino para separar las dos manifestaciones. La antikirchnerista se volvió, de pronto, más nutrida, con gritos de "negros de mierda" o "vayan a laburar" o uno que parece no caducar: "Andate a Cuba". Los jóvenes liberales y los adultos mayores seguían cantando el himno nacional mucho después de que los peronistas se marcharon con gesto burlón. Desde el presidente Alberto Fernández en adelante, repudiaron la convocatoria.

La convocatoria a la casa de CFK fue una de las que más polémicas trajo. Sin embargo, el grueso de la concentración apuntó al Obelisco y solo un grupo pequeño fue allí. No faltaron los autos de alta gama que pasaron tocando bocina y también algún conductor que les hizo la V al pasar y les gritó: "Aguante Cristina". Entre las primeras en llegar también estuvo Beba, con su bandera argentina y su hija empezaron a aplaudir para calentar el clima. "Vine por lo que quiere hacer Cristina. Sacar a los jueces. No a la dictadura", le dijo a este diario.

-¿Piensa que vivimos en una dictadura?

-Sí.

-¿Por qué?

-Y... se ve en las actitudes de esta mujer. En la prohibición de todo...

-¿De qué cosas?

-De expresión. De trabajar. La gente necesita trabajar.

-¿Usted trabaja?

-Estoy desempleada, por culpa de la cuarentena.

-¿De qué trabajaba?

-Cuidando adultos mayores.

-Pero esa actividad no estuvo prohibida.

-Pero la gente está asustada.

-¿Le da miedo contagiarse en estas manifestaciones?

-No. Uno sabe seguir el protocolo -indicó Beba, que durante toda la conversación estuvo con el barbijo bajo, en el cuello.

Los manifestantes empezaron a precalentar con gritos de "chorra" y "devolvé la guita". Una traía una muñeca de la vicepresidenta con un traje a rayas. Varios se quejaban de que eran pocos. Una se entretenía exigiendole a cada reportero gráfico que identificara al medio para que trabajaba. "Esos dos son de Página/12", le apuntó a unos. Varios manifestantes se acercaron a un fotógrafo. "Es una vergüenza lo que hacés", le dijo uno. "Pero... si yo trabajo para La Nación", contestó el fotógrafo, ofuscado. "Aaahh, con La Nación todo bien", retrocedieron.

Eran las 17.45 cuando llegó un grupo de militantes de ATE, que comenzó a tirar bombas de estruendo y a cantar: "Cristina, corazón, acá tenés los pibes para la liberación". Se hizo un silencio entre los manifestantes antikirchneristas. Varios retrocedieron. Luego comenzaron a gritar: "¡Negros hijos de puta!", "¡Vagos!, ¡Vayan a laburar!", "¡Zurdos de mierda!". Y se unificaron en un cantito: "Andate a Cuba, la puta que te parioooo". Una mujer intentaba echarlos con su bandera argentina, como si fueran moscas.

La Policía de la Ciudad intervino con agentes con armas largas y motos y dividió las dos manifestaciones. "Ar-gen-tina, sin-Cris-tina", corearon los manifestantes antikirchneristas que súbitamente engrosaron sus filas, hasta ser cerca de cien. Los peronistas lo saludaron de forma burlona y se retiraron. Luego la concentración languideció. El único momento de euforia fue cuando un vecino del piso de arriba de CFK salió a colgar una extensa bandera argentina. Cayó justo sobre la ventana de la vicepresidenta.

Repudio a la convocatoria

La decisión de convocar al domicilio particular de CFK cosechó amplios repudios en el oficialismo, comenzando por el del presidente Alberto Fernández. "Promover una convocatoria en el domicilio de una persona solo fomenta la grieta y daña esa convivencia democrática", advirtió.

El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, al igual que una decena de legisladores oficialistas, cuestionaron que el diario Clarín difundiera el domicilio particular de la vicepresidenta. "Repudiamos que se difunda como punto de protesta. Le pedimos a la oposición que se exprese contra estas prácticas peligrosas", tuiteó.

El diario Clarin contestó con un tuit en el que sostuvo: "Nuestra única reacción es informar".

Por su parte, el presidente del PJ Nacional, José Luis Gioja, advirtió que citar "a marchar frente al domicilio particular de la vicepresidenta es una actitud abominable, propia de los peores regímenes nazi-fascistas, que escrachaban a disidentes, gitanos y judíos y para ello cuentan con la complicidad de las grandes corporaciones mediáticas, no tienen empacho en apelar a lo peor de los estados totalitarios”.

El ministro de Ambiente, Juan Cabandié, consideró que "los abanderados del odio deben ser repudiados por todas las fuerzas políticas".

A diferencia de la marcha frente a la casa del juez de la Corte Ricardo Lorenzetti, en este caso los opositores no repudiaron lo sucedido.