Si el 2-1 de la Selección de Lionel Scaloni en La Paz ante Bolivia fue un triunfazo, es porque el equipo dio un poco más de lo que todos esperábamos, y eso nos deja una buena sensación. Es cierto que este resultado aportó algo de tranquilidad luego del escuálido triunfo en la Bombonera frente a Ecuador, donde el equipo nacional había transitado prácticamente entre sombras, sin embargo lo que debería rescatarse del encuentro frente a Bolivia más que cualquier otra cuestión es la actitud con la que el equipo sorteó sus dificultades. 

Es bueno ver esa actitud en los argentinos en este contexto tan terrible de pandemia, donde incluso hay quienes ni se sonrojan al mostrar su peores caras, su infinita avaricia. La Selección fue ayer un ejemplo de eso que sabemos, pero nos cuesta siempre poner en práctica: que es la unión la que hace la fuerza, y que es la solidaridad la que nos permitirá levantarnos de nuestros tropezones. Los jugadores argentinos fueron solidarios frente a la exigencias de la altura, se repartieron los esfuerzos y los sacrificios, pusieron al equipo por encima todo. 

Vale la pena señalarlo ahora, cuando los resultados remarcan la efectividad en estos primeros dos partidos de las Eliminatorias Sudamericanas para Qatar 2022. Lo que uno reclama siempre al equipo nacional es que amalgame la potencialidad de su fútbol con la mejor actitud posible, que no es otra cosa que la que les permite a millones de argentinos mantenerse a flote en estos tiempos que nos tocan. 

Argentina fue en la altura un equipo con ganas de levantar sus propias barreras, que supo aprovechar sus oportunidades y que se animó a creer en sí mismo, más allá de las dificultades. Messi apareció en el momento justo para sumarse a Palacios, que se destacaba en el medio junto con Paredes; también fue clara la actitud que le puso Martínez a la jugada con la que empató el partido. Y ni hablar del zurdazo de Correa, que a poco de ingresar se animó a pegarle de primera para sorprender a Lampe en el 2-1. De eso se trata, de cambiar la actitud negativa, que sabemos es contagiosa, por una actitud positiva que, por supuesto, también es contagiosa y vale mucho más la pena.