Marcelo Tolentino tiene 54 años, tres hijos, un título de abogado de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) en trámite y una pila de batallas superadas sobre la espalda. El viernes 25 de setiembre aprobó en forma remota su última materia, Finanzas y Derecho Financiero, de la carrera de abogacía, que realizó casi por completo en contexto de encierro en la Unidad 9 de La Plata, provincia de Buenos Aires.

“Lograr esta satisfacción, una vez que estás del otro lado de la reja, es un enorme triunfo tanto del sistema como de la misma persona. Es la demostración que hubo una transformación, que hubo un cambio, a pesar de todos los obstáculos que hay que atravesar”, destacó en diálogo con el Suplemento Universidad.

Marcelo, que fue recibido por el ministro de Justicia, Julio Alak, y había cumplido su pena hace más de un año, sigue perteneciendo a un grupo de estudio especial que apoya a otros detenidos que cursan en distintas unidades carcelarias.

En este sentido, remarcó que “el estudio es la única herramienta que puede transformarte y hacerte cambiar”. “Nosotros queremos cambiar. Los que ingresamos a un penal, es porque cometimos un delito en el que le fallamos a la sociedad y lo tuvimos que pagar. Y creo que la mejor forma de capitalizar ese tiempo es superándose a través de un estudio”.

Fueron seis años de carrera mientras cumplía su pena. No fueron años fáciles, pero Marcelo estaba enfocado en su objetivo. “Elegir estudiar en un contexto tan difícil como el carcelario, en el que muchas veces solo podés pensar en sobrevivir y corrés riesgos incluso durmiendo, es muy difícil. Tenés que superar muchos obstáculos. En la cárcel siempre decimos que hay guardias que le tienen más miedo a un lápiz que a una faca, pero desde que llegué a la Unidad 9 solo tuve buena respuestas, tanto de los compañeros como de las autoridades”.

La facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNLP registra estudiantes en unidades penitencias desde 1992. En 2007 creó el programa “Educación en contexto de encierro” en el ámbito de la Secretaria de Asuntos Académicos. Su director ejecutivo, Juan Martín Castro, le contó a este Suplemento que uno de los objetivos del programa es “lograr un cambio en la subjetividad de las personas”. “Buscamos que se sientan estudiantes antes que presos. Demostrarles que son sujetos con capacidad de cambio para un mañana mejor”, explicó.

Castro señaló que “es fundamental no solo abrirles las inscripciones, sino acompañarlos y potenciar sus capacidades formativas” y completó: “Ellos deben sentirse parte de una facultad que los acompaña. Una facultad con capacidad de intervención real y crítica”.

Ante la pregunta de cómo atraer a otros detenidos al estudio, Castro habla de la importancia de “la charla entre pares”. “Nosotros no sabemos lo que se siente estudiar en la cárcel, por eso la experiencia de personas como Marcelo suele ser inspiradora para otros”.

Marcelo ahora vive en Lomas de Zamora, donde tiene un emprendimiento de venta de calzados familiar. Sin embargo no se alejó del grupo estudios de la unidad penitenciaria 9, donde ahora ayuda a otros como coordinador. Incluso en la misma mesa en la que él rendía sus parciales, hace muy poco se recibió “Nahuel”, un ex compañero de estudios que sigue cumpliendo su pena.

Entre la coordinación, las clases y el negocio, Marcelo espera con ansias que se terminen los pasos administrativos para recibir el título. “Ahora quiero ejercer”, aseguró el flamante abogado.