El fútbol argentino siempre se rigió por el sálvese quién pueda. Si se aplica el parámetro del tamaño (en ingresos, convocatoria, capacidad de lobby) Boca y River tienen más posibilidades de salvarse. Los demás clubes vienen lejos detrás, en un degradé donde Racing o Independiente pesan mucho más que Arsenal –ya sin Julio Grondona– o Defensa y Justicia. Aún divididos, casi todos -menos los dos de mayor audiencia, Estudiantes y Talleres – votaron el viernes rescindir un contrato clave para la AFA: es el que mantenían con la corporación Disney por los derechos de TV y que finalizaba en 2022. 

¿Qué llevó a la mayoría a tomar esta medida, firme pero osada, si se toma en cuenta la docilidad histórica que siempre tuvo la dirigencia con los dueños del negocio televisivo? Una es elocuente: el fútbol no cobraba lo suficiente por un contrato en pesos que se fagocitó una devaluación imparable. La otra es de orden legal: la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) rechazó la fusión entre Disney y Fox, dueños del 50 por ciento del convenio firmado en 2017 para transmitir los partidos. La otra mitad la tiene Turner, tan estadounidense como aquellas y que ahora se convertirá en la gran ganadora. Hasta ahí todo parece legítimo. Oferta y demanda; pero también deslealtad comercial –como aduce la AFA– porque no se la notificó del control casi monopólico que hubieran gozado las dos primeras cadenas cartelizadas. Tal vez los dirigentes temían la repetición de experiencias negativas del pasado.

Este conflicto de intereses dejó en evidencia cómo funciona el mercado cuando el Estado se corre o interviene, según quién gobierne. Hace tres años y en plena pandemia económica macrista, los clubes quedaron a la intemperie, sometidos cómo estaban a políticas que arrasaban derechos de personas o instituciones. El 24 de febrero de 2017, 68 de los 70 representantes en la asamblea de la AFA dieron de baja el programa Fútbol para Todos y salieron a buscar socios para venderles los derechos de TV. Desde la Casa Rosada no les habían dejado otra salida. No se pondría más un peso bajo el argumento de que "el dinero iría a la construcción de escuelas y hospitales" (sic). Tampoco –hay que decirlo– hubo gestos notorios de rebeldía. Apenas una abstención y un representante que se retiró de aquella asamblea a la hora de votar. De apuro, los clubes firmarían días después el acuerdo con Turner y Fox, ahora sometida al emporio Disney.

Sabían que firmaban un contrato cuestionable –ante la retirada de un Estado desguazado por Macri– y que con el tiempo rechazarían porque quedó desactualizado. Nicolás Russo, el presidente de Lanús, se lo explicó a Página/12: “Queremos mucho más dinero. Diría que como mínimo el doble de lo que estamos cobrando por los derechos de TV. Son valores muy bajos. Deberíamos estar triplicando lo que ganamos”. Los dirigentes siempre recelaron de sus socios, las distintas empresas que manejaron el producto desde mediados de los años ‘80 hasta hoy: Torneos y Competencias (TyC), Televisión Satelital Codificada (TSC) -la sociedad de aquella con el grupo Clarín-, Fox y Turner.

Sí desconfiaban durante el período 2009-2015 mientras estuvo vigente el Fútbol para Todos, no lo decían. Había una diferencia con los privados. El Estado no es dueño de empresas de cable. Pero el grupo Clarín que distribuye los contenidos de Fox y Turner sí lo es. El principal operador del país, Cablevisión, tenía 3,3 millones de abonados a fines de 2019, según los últimos reportes difundidos. Para la AFA ese mercado siempre fue inabordable. Nunca creyó en las cifras de hogares que pagan el servicio de cable, según les informa el grupo que controla Héctor Magnetto.

Si todo continúa como esperan Claudio Chiqui Tapia y Marcelo Tinelli -los dos principales negociadores con Turner-, los derechos de TV se prorrogarán como señala el contrato antes de que este finalice en 2022. Para ese momento habría un único beneficiario: la poderosa AT&T que compró a Time Warner con HBO y DirecTV como socios estratégicos. La opción de renovación es hasta 2027. La sociedad Disney-Fox intentó aumentar el monto a pagar ahora con un adelanto del 50 por ciento del contrato futuro pero recibió una “negativa”, le dijo Russo a este diario. El presidente de Lanús señaló al de River, Rodolfo D’Onofrio, como el gestor de esa iniciativa: “Él nos trajo una propuesta que nos adelantaba el 50% de lo que teníamos que percibir en el 2027, el último año de contrato”.

Es posible que se venga una demanda contra el fútbol. El grupo Clarín se la inició a la AFA cuando perdió en agosto de 2009 el contrato de TV que pasó a manejar la jefatura de Gabinete durante el gobierno de Cristina Kirchner. Eran tiempos del Fútbol para Todos que por ahora no volverá en su formato original, pero sí es posible que en grageas. Altos dirigentes del gobierno, conocedores de la pasión que representa el fútbol, alientan la posibilidad de que algunos partidos sean transmitidos por la Televisión Pública. Pero la mayoría serán emitidos por TNT Sports que ya está mostrando la leyenda “el canal del fútbol argentino”. Un anticipo de lo que vendrá.

El “grave incumplimiento” que señaló la AFA para romper su sociedad con Fox-Disney basándose en la falta de información sobre aquella fusión, fue la coartada necesaria para patear al tablero. El contrato obligaba a las empresas a comunicar cualquier cambio en el status societario dentro de un plazo de 30 días. Disney, la nueva propietaria de los derechos los pondría en la pantalla de ESPN – su controlada-, pero Defensa de la Competencia le dijo que no. “El poder de negociación de la entidad fusionada también estaría reforzado por el hecho de contar en su portfolio de señales con Fox Sports Premium, que cuenta con la exclusividad de la mitad de los partidos de la Superliga Argentina de Fútbol, torneo de mayor relevancia del fútbol a nivel nacional”, explicó la CNDC. En otro párrafo de su resolución agregó: “Dado que las señales Espn y Fox Sports son los competidores más cercanos en el mercado de señales deportivas, la operación de fusión elimina a un competidor relevante. Por consiguiente, la operación tendría como consecuencia el incremento sustancial de la concentración en el mercado de señales deportivas”.

Decidida la rescisión del convenio que duró tres años, los dirigentes ahora van por el nuevo acuerdo con Turner y el reparto más equitativo de las ventajas que obtengan. River y Boca no piensan lo mismo. Russo les recordó dónde está la mayoría de los veinte clubes que votaron terminar con Disney, el gigante de la industria del entretenimiento. Pero además los acusó de “cobrar dinero por afuera”. “Queremos hacer las cosas de forma transparente”, agregó el presidente de Lanús, un hombre que en el fútbol es una de las pocas voces que se escuchan de un rebaño silencioso.

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