Alguien como vos es Mauricio Dayub fuera de personaje, en primera persona, dejando al descubierto un mundo interior que -según él- nada tiene de extraordinario. En brevísimos videos que ofrece gratuitamente, su voz en off se entremezcla con otras artes -música y dibujo, aparte de fotos y videos de archivo- y se cuenta a sí mismo. El universo de recuerdos y reflexiones incluye las travesuras a la hora de la siesta en su infancia en Paraná, el vínculo con su padre fallecido, primeros papeles en grandes producciones cinematográficas sin un bocado de texto ni aparecer en los títulos y varios homenajes, como el que dedica a Francisco Javier, los artistas callejeros marplatenses y los trabajadores de la salud. También hay situaciones muy cotidianas y simples de distintas etapas de su vida de las que extrajo algún aprendizaje

"Estoy mostrando lo que la vida hizo conmigo", expresa Dayub, quien además está con los preparativos de la obra Inmaduros, con actuaciones de Adrián Suar y Diego Peretti, y es dueño de la sala Chacarerean.

Define a esta propuesta como un "reemplazo" de aquello que ahora no puede hacer: actuar. En este sentido, Alguien como vos es un proyecto hijo de la pandemia. En estado de incertidumbre por la parálisis de su actividad, y tras protagonizar el éxito El equilibrista, el artista pudo bucear en sí mismo, repasarse -sus orígenes están muy presentes en los relatos- y hacer arte con su propia biografía. No por puro narcisismo, sino buscando identificación. El gesto nace en la escritura, pero enseguida el actor, director y dramaturgo pensó en llevar los textos al formato audiovisual. Para ello, cuenta con múltiples colaboradores de distintas disciplinas.

Aunque es autor de varias piezas teatrales, se admite "poco instruido" en términos de lectura. "Esto es pura intuición. Tengo la suerte de tener a mano a (Mauricio) Kartun, César Brie, Mariano Saba. Les consulto por lo que escribo", revela a Página/12.

Uno de los cortos más atractivos es Destino, que comienza así: "Como algunos grandes como Chaplin o Buster Keaton, yo también puedo decir que empecé en el cine mudo. Era muy bueno subiendo y bajando escaleras, pero ningún director me daba algún personaje que hablara". Así fue, por ejemplo, en los trece bolos para La venganza de un soldado, protagonizada por John Savage y María Socas. Con música del Chango Spasiuk y dibujos de Gito Petersen, Decisión aporta otro tono. En este caso cuenta que las cenizas de su padre fueron arrojadas a una alcantarilla del barrio que amaba, "donde guardaba la imagen más cercana a la felicidad". 

La primera vez que acompañó a su padre en una gira laboral -vendiendo Gancia-, momento en que lo pudo conocer realmente; las sensaciones de un cumpleaños particular; un hecho desopilante ocurrido en los tiempos en que se colaba en el Club Atlético Estudiantes para aprender natación mirando: estos son algunos de los temas que aparecen en los audiovisuales de poco más de tres minutos y clima muy intimista. Se los puede ver en el canal de YouTube de la productora Cero Onda Producciones y en su cuenta de Instagram (@dayubm). Hay materiales nuevos todos los viernes. Algunos de los colaboradores del proyecto son Lito Vitale, Carlos Aguirre, Pablo Brie, Rep, Ale Bustos, Felipe Giménez y Graciela Galán, entre otrxs.

-¿Cómo llevás este momento? ¿Cómo vive un actor cuando no puede actuar?
-Encontré un reemplazo creativo a esa sensación, porque empecé a trabajar en esta serie de cuentos que no tenía pensada. Fue naturalmente, volví por el descanso a mis cuadernos, mis cajitas, anotaciones... y encontré un cuaderno que llevo hace más de 25 años con títulos de las historias que más me conmovieron o significaron, que me hicieron llegar hasta acá. Historias de la infancia, mi familia, los primeros encuentros fuertes, mis primeros días en Buenos Aires, la gente que no conocía y que de pronto admiré. Pero tenía sólo los títulos. Ponía, por ejemplo, "500 cajas" para recordar la primera vez que salí a vender con mi papá a los 18 años. 

-¿En la cuarentena te pusiste a escribir en base a esos disparadores? ¿Y cómo pasaron los relatos al formato audiovisual?
-Claro, empecé a desarrollar los títulos. En algunos tenía escrita una frase para no olvidarme, algo fundamental, y eran un poquito más largos. Traigo la escritura teatral desde El amateur pero no había escrito nunca relatos. El primer impulso fue escribir. Y les tengo que agradecer a las redes sociales y las posiblidades tecnológicas. Escribía, grababa y escuchaba. Al escuchar mi voz en off corregía, me daba cuenta de si sobraba o faltaba, y empezaba a ver imágenes. Ahí se me ocurrió que podían ser contados y empecé a llamar artistas, que tienen mucho talento y le han dado mucho al ciclo.

-Tu mundo exterior queda muy expuesto. ¿Es distinto a la actuación, en el sentido de que no hay máscara?
-Es muy distinto. Yo siento que hice todo lo posible para que nadie me conociera en mi profesión. Siempre me escondí, y acá estoy mostrando lo más importante, lo más mío. Me animé a mostrar lo que la vida hizo conmigo. Estos relatos son cosas que me hacen, de verdad. No son ficción. Es revisarse a uno mismo, valorarse, homenajear... no cotiza en el mercado. Si no fueran tiempos de pandemia tal vez no lo hubiera podido hacer. La realidad, el apuro, el mercado, el dinero, el cartel y la venta de tickets subestiman lo personal, lo íntimo.

-Lo emocional.
-En más de uno de estos cuentos dudé. Pensaba: "lo van a saber todo". Creo que tiene que ver con mi momento. La aceptación de los demás abrió una puerta. Me costó mucho que el otro me vea con posibilidades. Pasaron muchos años. Me inventé a mí mismo. Escribí El amateur porque lo que me ofrecían para hacer era muy inferior a lo que yo sentía que podía hacer. El afuera no me veía como actor, no sé si porque era del interior, porque no hablaba inglés... ahora puedo agradecer lo que antes quería y no había asidero para hacer. 

-¿Por qué decidiste no cobrar por esto? 
-Todos me dicen: "¿cómo no lo monetizás?" Me parece que me toca dar. Mi estrategia siempre ha sido perder para ganar. Voy a seguir confiando en eso.

Los ensayos de Inmaduros 

Dayub venía de hacer el premiado unipersonal El equilibrista, escrito por él, Patricio Abadi, Saba y dirigido por César Brie. Había terminado una temporada en Mar del Plata con ocho funciones semanales. Tenía pautados una gira nacional y los ensayos de Inmaduros, con Adrián Suar y Diego Peretti, que comenzaron en la virtualidad. El dirige. "Van muy bien, sólo que con distancia y sin encuentros, pero avanzamos mucho con el Zoom y charlas por teléfono. Adelantamos todo lo que se puede de texto, escena, colores, matices", detalla. "Va a faltar ponerle el cuerpo. No entiendo por qué no están aprobados los ensayos. Hay un tema de costos políticos, me parece. Nadie quiere tener la responsabilidad, ya no se entiende, si se encuentra la gente en tantos lugares", agrega, respecto de la situación de la actividad teatral, totalmente paralizada. Inmaduros es una obra sobre la amistad, una "comedia divertida". 

La situación de la sala Chacarerean

El teatro del cual es dueño Dayub está, como todos, cerrado hace siete meses. "Le transfiero dineros propios. No tenemos ingresos y tenemos que pagar sueldos y servicios. La caja personal y la laboral se están vaciando, y el panorama a futuro no ilusiona. Se está haciendo demasiado largo. Me está empezando a parecer que puede llegar a ser todo más grave de lo que lo imaginé", se lamenta el actor.