El año pasado, en la primera entrevista que brindó para un medio, Paco Amoroso le reveló al NO que quería ser "el punk del futuro". Sin embargo un año y pico después, cuando la cuarentena promediaba su cuarto mes, y de manera inesperada, apareció un punk del futuro: Guacho Bleu. Además, lo hizo con Pepsi fría y antiácidos, disco debut que puede convertir al de Ramos Mejía no sólo en el artista revelación de la escena independiente local en 2020, sino también en el fenómeno musical más revolucionario desde que Ca7riel unió fuerzas con su socio de métrica alucinada.

Pero el álter ego de Joel Guaglione, antes que apelar por el delirio o la confrontación, se embarcó en un viaje hacia el fondo de la angustia y la marginación. Mientras encuentra respuestas, hace un poco más ligera la espera ataviado con colchones de pop onírico, espacial y por momentos opiáceo. "Siempre intenté mantenerme con un pie dentro y otro fuera en todo lo que hago. Incluso en el hardcore, donde no me sentí totalmente cómodo", explica quien el día previo a esta entrevista dejó su banda, Saudades, para dedicarse a su carrera solista.

"Hace tiempo que venía con ganas de hacer algo que me represente más a mí, y no a mi yo social", advierte este pupilo de agrupaciones de la movida hardcore post 2000 como Bane y Have Heart. "Me hubiera gustado que sucediera dos años atrás. Si no pasó es porque soy muy enroscado. Tiré casi un disco entero a la basura virtual, y me costó sacar éste. Siempre, incluso ahora que definí un sonido, estoy haciendo malabarismo. En cuanto al por qué ahora, también me lo pregunto. Dije que 2020 era el año para esto, y luego pasó todo lo que pasó."

Si bien parece un disco inspirado en la pandemia, las canciones de Pepsi fría y antiácidos nacieron mucho antes. "Algunas las arranqué en 2016, y fueron mutando. Aunque otras son más nuevas". De entre las recientes, destaca Pizza al corte, cuya letra es toda una oda al no futuro. "Tenemos los días contados", reza uno de los pasajes de este cybertrap, teñido en pop melancólico, compuesto este febrero. "Pensé que me querían matar porque hablo de algo que nadie quiere escuchar. Pero si no lo hacía, me iba a sentir acartonado."

Y es que Guacho Bleu le pone la jeta a lo que a su generación le incomoda. "No sé si lo mío es nihilismo o si es angustia", intenta definir el músico y productor de 25 años. "Soy muy ansioso, así como buena parte de mi generación. Pienso mucho en el futuro, y la mayoría de mis problemas parten de ahí. Justo con ese disco venía leyendo a (el escritor y teórico cultural británico) Mark Fisher, y eso me aniquiló. Si no hacía algo al respecto, no sabía qué más hacer. Es ese minuto final que da vuelta al partido. Pareciera que la gente niega la angustia."

¿Qué pasa cuando la música no alcanza para mermar el dolor?

--Hoy, desde lo filosófico, siento que muchas cosas del punk están acabadas. Si alguna vez tuvo un significado para mí, ya no encuentro respuestas ahí. A veces pienso que nada tiene sentido. Incluso hacer música. Si bien lo último que quisiera en la vida es terminar como Kurt Cobain, en mi caso es peor porque soy del sur, desconocido y no tengo nada. Pero hay una decisión política de no elevar tanto la situación, y bajar esa angustia a lo terrenal. Parar la pelota.

A pesar del abatimiento que podría determinar la elección de su nombre artístico, Guacho Bleu es sinónimo de valentía. "También es un estado mental", define el músico, cuyo proyecto solista es una consecuencia de la impronta que no consiguió en su ex grupo. "Es una situación en la que a veces me encuentro, pero no necesariamente es quien soy. Por eso quise usar Guacho, porque lo somos y todos podemos estar en ese lugar. Ese estado de melancolía es el motor que me lleva a hacer cosas. Si le tengo que dar una identidad a este proyecto, es la de convivir con ese guacho triste."

Al mismo tiempo que cautiva por la cotidianidad que envuelve sus canciones, otro de los rasgos que atraviesa al primer disco del novel artista es su carácter autobiográfico. "Tengo problemas con el sueño, al punto de que se me mezclaban con la realidad. Mi vida estaba influenciada por lo que me tiraba mi inconsciente", enfatiza Guaglione, que convocó al uruguayo Paul Higgs para la producción. "Quería ser onírico en la música y no en las letras. Me interesaba que fueran cotidianas y comerciales. Una patada en la cara, al final del día."

El título, Pepsi fría y antiácidos, sintetiza perfectamente el concepto. "Hay algo en la Pepsi que es medio derrotista, como ser el segundo en la Argentina, y yo era adicto", confiesa el guitarrista y tecladista bonaerense. "Como sufría de acidez desde chico, siempre tenía una cajita de antiácidos en el bolsillo. Desde lo conceptual, cerraba por todos lados esa mezcla de dolor y placer. Cuando empecé a ir a terapia y a hacer el disco, se me fue la acidez. Y un día, tomando Pepsi, pensé: 'Está todo relacionado. Es el inicio de una nueva etapa'."