Para la diseñadora industrial Netha Goldberg, dar una mano involucra sendos pies. Facilitar que la gente preste auxilio a otras personas, después de todo, es la meta de las estrafalarias zapatillas que forman parte de su reciente colección Netina. Son tres los modelos que ha pergeñado esta joven israelí, recientemente graduada del Shenkar Collage, con base operativa en Tel Aviv, como parte de un proyecto que “explora la cooperación de manera poco convencional y responde a un sincero deseo de dar y recibir en una sociedad creativa, cooperativa, abierta”, según anota en su acta de intenciones. Tres calzados alternativos que, además de proteger y cubrir los pies, cumplen otros fines específicos con sus llamativos aditamentos. A saber, paso a paso…

Sus zapas blancas ofician además de fosforera, “porque nunca falta quien pida fuego, un elemento que compartimos desde que el mundo gira”. De allí que, en las numerosas protuberancias que emperifollan el modelo, pueda colocarse un sinfín de cerillas, que se encienden con un raspador también incluido. Las rojas, mientras tanto, presentan aberturas tubulares para guardar varios tampones de distintos tamaños, que claramente saltan a la vista amén de ser compartidos con quien tenga una emergencia. Rompen además con el tabú que rodea a todo cuanto refiere a la menstruación, en tanto la veinteañera incentiva con esta variante a mostrar con orgullo estos artículos de higiene femenina. Las zapas azules, por su parte, son claro ejemplo de tecnología ponible: alinean en su suela cantidad de puertos USB, convirtiendo al calzado en un cargador portátil y recargable, capaz de dar energía a distintos adminículos enchufados al mismo tiempo. Con cables largos, de momento, en pos de la sancta distancia social.

“Ayudar sobre la marcha, sin mayores esfuerzos, utilizando los recursos que tenemos a tiro”, es el objetivo que, dicho está, persiguen todos y cada uno de estos diseños. Fabricados en pos, subraya su creadora, de construir una sociedad verdaderamente colaborativa, donde la conexión sea física, a la vez que virtual. Y es que no rehúye Netha Goldberg de la omnipresencia digital, pan nuestro de cada día: de hecho, ha plantado en cada versión un código de barras para que, al ser escaneado, queden en contacto las personas vía red social. Cabe presumir que no les costará demasiado romper el hielo: tan peculiares zapatillas son, de por sí, todo un tema para soltar la lengua.