El Gobierno salió a jugar fuerte para achicar la brecha cambiaria en dos frentes, el económico-financiero y el político. Mientras el presidente Alberto Fernández bajó fuerte la línea contra la especulación y negó que esté pensando en devaluar; el ministro de Economía, Martín Guzmán, anunció licitaciones y medidas a aplicarse en las próximas horas y logró cierta calma cambiaria en el primer día hábil de la semana, desinflando el dólar paralelo y el Contado con Liquidación (CCL). 

"Devaluar es fácil, pero es una máquina de generar pobreza", dijo el Presidente en un acto de entrega de viviendas en Ezeiza. Y agregó que se busca "una Argentina que se desarrolle y exporte para conseguir los dólares" y no una que se caraterice "por poner la divisa a un precio que algunos poderosos necesitan".

Fernández aseguró además que su Gobierno "no llegó para cruzar los brazos ni para obedecerles" a los poderosos, sino para "obedecer a los que lo votaron y para hacer una Argentina que incluya a todos". La línea, un claro mensaje a los que según el gobierno presionan para que haya una devaluación, la reforzó horas después la vicepresidenta, Cristina Fernández, en una carta extensa en la que recordó a Néstor Kirchner pero también les apuntó a los empresarios y admitió los problemas que generan las economías bimonetarias. 

Guzmán completó el scrum para bajar un mensaje político con una batería de licitaciones para absorber liquidez y calmar los ánimos. Una de ellas en particular es para observar por la señal que supone; otra, por los objetivos a los que apunta: la de este martes ofrece bonos en pesos que evolucionan en relación al dólar, con lo que el Gobierno muestra un gesto de la inconveniencia propia de devaluar. La segunda, de dólar linked, les apunta la semana próxima a fondos como Pimco y Templeton, que se quedaron en títulos en pesos y muestran señales de querer una vía de escape. Las dos situaciones grafican, además, el viraje en la mirada sobre la cuestión cambiaria. 

Cuando una semana atrás el Presidente empoderó a Guzmán para corregir la volatilidad, priorizó un perfil más general con guiños a los capitales y firmeza; por sobre el cerrojo total que suponía una conducción clásica del Banco Central (BCRA). A la luz de los hechos, el clima entre el viernes último y este lunes en los mercados parece haber amainado a favor de la expectativa oficial. 

En la jornada y a la espera de las licitaciones, el dólar blue llegó a mostrar una baja de 8 pesos y cerró en 190 pesos, cinco menos que el viernes. El CCL, en tanto, reflejó una contracción de 1,34 pesos en relación a la semana pasada. Si se lo observa a lo largo de toda la semana, el CCL cayó casi 9 por ciento, bajando la brecha a cerca del 100 por ciento. Mientras que el MEP subió 1,6 por ciento o 2,49 pesos. 

"Esta pulseada es día a día, la volatilidad va a seguir", consideraron fuentes de Hacienda ante la consulta de Página I12. En el Gabinete económico, en tanto, relataron que el tema es reducir la brecha de manera paulatina y "el Gobierno está siguiendo el tema como una cuestión central". Naturalmente, también hubo manos amigas del gobierno que contribuyeron a pinchar el CCL, aunque desde el Ejecutivo negaron que haya habido sugerencias o juego en el mercado de la divisa ilegal. 

En la cabeza del Gobierno y de Guzmán aparece la estabilización de los mercados como una parte del plan de recuperación económica. Más allá de los propios dichos del ministro, en Gabinete apuntan que hay que seguir, también, las explicaciones que en el mismo sentido brinda la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca. La funcionaria suele deslizar una explicación práctica y efectiva de los problemas de una devaluación brusca, que es lo que parecen impulsar algunos actores de peso. Lo ha charlado incluso con empresarios, a los que les preguntó si esa receta había tenido resultado en la era Macri, donde hubo una devaluación virulenta y, aún con liberalización de flujos, mercados abiertos y negocios de todo tipo, no sólo que no hubo inversiones sino que además no se generaron exportaciones y, además, se terminó pidiendo plata al Fondo Monetario. 

Para el Gobierno, seguramente habrá un tipo de cambio que se irá acomodando con una flotación controlada, pero lejos de cualquier salto brusco. Todo a la espera de uno o dos hitos que pueden ser ejes. El próximo 17 de noviembre, cuando desembarque la misión del FMI, ya se trabajará sobre concreto para llegar un acuerdo en diciembre. En paralelo, el Gobierno mira los números de la economía real y vislumbra algo más que un rebote que deberá ser confirmado en los próximos meses.