Un proyecto de ley que promueve la participación igualitaria en los servicios de radiodifusión sonora y televisiva del Estado y que es impulsado por la senadora Norma Durango, cuenta con la media sanción de la Cámara de Senadores. Desde una perspectiva de género, la iniciativa sienta las bases para volver a pensar el rol social y político del discurso de los medios masivos de comunicación.

En el último tiempo la lucha de los feminismos y las diversidades, tanto en Argentina como en diversas partes del mundo, ha puesto en evidencia desigualdades en diversos planos. En el caso del acceso al mercado laboral pueden enumerarse diversas áreas. La industria de los medios masivos de comunicación no sólo es una de ellas, sino que es además el espacio donde se libra una dura batalla. Esto se debe a que también allí se reproducen desigualdades en desmedro de las mujeres, como la de obtener salarios más bajos por iguales responsabilidades de trabajo que los hombres o la menor posibilidad de acceder a cargos de conducción.

Pero además pone en escena el problema de la representación y del reconocimiento. Si bien el discurso de los medios opera en la intersección de múltiples discursos y experiencias en espacios sociales que no necesariamente son mediáticos. Las dificultades de acceso y menor representación de las mujeres y las diversidades en los medios de comunicación, supone la reproducción de ciertos estereotipos de género y diversas formas de violencia. Asimismo, acredita una visión de mundo que, en líneas generales, se corresponde a la de varones blancos y heterosexuales. De esta forma se consolida un ordenamiento hegemónico de lo simbólico y de lo visible.

Sin embargo, en tiempos de permanente disputa sobre políticas que regulen el efecto negativo de ciertos discursos que provienen de los medios masivos y de las plataformas. El proyecto de ley por la paridad de géneros en los medios públicos es una forma de asegurar la pluralidad contra los monopolios de la palabra. Un reparto equitativo que de manera progresiva permita la igualdad, contrarreste las formas de violencia mediática y abra las puertas para nuevas representaciones y ordenamientos.

Una problemática de vital importancia para la coyuntura social y política actual supone múltiples desafíos. Esta discusión se inscribe en el marco de vertiginosos cambios para los medios de comunicación. Quienes forman parte de ellos deben indagar y adaptarse a nuevas formas de producción y procesos de intercambio, ya no sólo por la convergencia y la digitalización. Sino porque la disputa por la construcción de sentidos se afianza en la estructura de canales, estudios y redacciones.

Ello ocurre en paralelo a que la ciudadanía, con sus tensiones y opacidades, posee cada vez mayores recursos tecnológicos para que sus voces tomen estado público y sean amplificadas. Sin embargo, la pregunta que sobrevuela esta afirmación es: ¿Qué cuerpos y discursos llegan a los grandes medios masivos de comunicación? Lejos de saldar la discusión las condiciones actuales permiten repensar, en clave política, no solamente el lugar del Estado como garante del acceso a la comunicación y a la información, sino que también ponen en primer plano la necesidad de un escenario mediático verdaderamente plural e inclusivo.

* Licenciado en Ciencias de la Comunicación (UBA). Maestrando en Periodismo (UBA).