A partir de la creación, en 2017, del Programa Integral de Políticas de Género dependiente de la Secretaría de Bienestar de la Comunidad Universitaria de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP), comenzó a gestarse una política orientada a promover la comunicación con perspectiva de género, libre de estereotipos sexistas y representativa de la diversidad de identidades que hacen a esta institución. Luego de varios meses de indagación teórica y de sistematización de experiencias a nivel nacional e internacional, se presentó el Proyecto para la promoción del Lenguaje Inclusivo, que incorporó una Guía con recursos y estrategias para su implementación.

Entre algunos de los argumentos más importantes se encontraba la necesidad de erradicar prácticas como la utilización del masculino genérico en documentación, cargos y áreas; la representación estereotipada de la comunidad universitaria; la falta de problematización desde la perspectiva de género de los contenidos abordados en los espacios de formación y comunicación, y la continuidad de prácticas machistas y heteronormativas en las formas de vinculación interpersonal y jerárquica.

Fue así, que en octubre de 2019, la UNMDP aprobó por unanimidad de su Consejo Superior la incorporación del Lenguaje Inclusivo y no discriminatorio por razones de género. Esta decisión fue el resultado de una serie de consensos que durante meses se gestaron al interior de la comunidad universitaria, impulsados por un debate enriquecedor y problematizador de las inequidades que aún hoy persisten en estas instituciones educativas.

La importancia de promover la utilización del lenguaje inclusivo en instituciones de educación superior nos parece evidente, en tanto es necesario y urgente que se nombre y visibilice a las identidades y grupos históricamente postergados (en este caso las mujeres y el colectivo LGTTTBIQNB+), realizando al mismo tiempo un aporte fundamental para la erradicación de la violencia machista, reconociendo la diversidad y construyendo comunidades respetuosas de los derechos humanos.

Para esto insistimos en la necesidad de promover espacios de sensibilización y capacitación que permitan desnaturalizar las prácticas machistas y discriminatorias; facilitar recursos como guías o instructivos para la implementación de lenguaje no binario y comunicaciones con perspectiva de género; incorporar políticas tendientes a la transversalización de la perspectiva de género y de la diversidad; desarrollar dispositivos institucionales para la recepción de denuncias o consultas ante casos de violencia de género o discriminación.

Junto a nuestra representante en la Red Interuniversitaria por la Igualdad de Género y contra las Violencias (RUGE), Sofía Ardusso, nos enriquecemos de los diálogos con compañeras/es que en las distintas universidades públicas venimos promoviendo instituciones verdaderamente inclusivas. Así, esta política de promoción del lenguaje inclusivo se entrama con la incorporación de la Ley Micaela, con la aplicación del protocolo para la actuación ante casos de violencia de género, con la aprobación del cupo laboral trans, con normativas de transversalización de la perspectiva de género en los contenidos curriculares, junto al trabajo que desde hace años desarrollan grupos de investigadoras y de extensionistas en la materia.

El impulso del movimiento feminista conmueve nuestras instituciones, interpelando las lógicas instituidas para transformarlo todo. En ese camino estamos.