De actrices, duelos y conversaciones. Muchas conversaciones. La charla, verdadera o representada para la cámara, pero siempre intensa, atraviesa los tres primeros títulos de la Competencia Internacional del Festival de Mar del Plata 2020, que ayer comenzó a presentar a sus diez integrantes. Una película argentina (en coproducción con Francia), una española y otra estadounidense se fueron las pioneras de esta edición inexorablemente virtual, sin olas ni viento ni rambla. Estrenada en febrero en la reluciente sección “Encuentros” de la Berlinale, la quinta shakespeareada del realizador Matías Piñeiro vuelve a mostrarlo en territorio ultra familiar, luego del particular desvío representado por Hermia & Helena. Pero lo familiar no quita lo valiente y en Isabella –cuyo título proviene, precisamente, de la protagonista de la obra Medida por Medida, creación del gran dramaturgo inglés– el director de Viola y La princesa de Francia compone con pulso firme una de sus películas más complejas en términos de saltos temporales e interrelaciones entre diferentes niveles de ficción y realidad. Y de personajes, desde luego.

Isabella

La vida de Mariel (María Villar), una actriz sin trabajo a la vista, a lo largo de lo que parecen un par de años, es claramente definida en pantalla en tres etapas: pre, durante y pos embarazo. Los cruces e interacciones con otra actriz, Luciana (Agustina Muñoz) comienzan cuando Mariel viaja a Córdoba para encontrarse con su hermano –a su vez amante de la otra– pero continúan en Buenos Aires de una forma que podría definirse como casualmente metódica. Si allá en las sierras Luciana la ayudó con la práctica de la cadencia de un afilado y veloz diálogo, más tarde las dos se enfrentan en un casting que sólo puede tener una única ganadora. A pesar de ello, las dos mujeres son algo así como amigas y las idas y vueltas de la existencia y la profesión volverán a cruzar sus pasos. Con el espíritu rivettiano más vivo que nunca, Piñeiro organiza otra de sus películas lúdicas y profundas, alternativamente artificiales y tan naturales como la realidad. Isabella regala asimismo otro gran trabajo de fotografía de Fernando Lockett, verdadero hermano artístico del realizador.

El año del descubrimiento, uno de los platos fuertes del último Festival de Rotterdam (y de esta competencia marplatense), es el nuevo largometraje del murciano Luis López Carrasco, un tour de force documental (condimentado con pizcas de ficción) de 200 minutos cuyos logros están a la altura de las ambiciones. El año al que refiere el título es 1992, el punto de ignición social a partir de la delicada situación laboral en la ciudad de Cartagena, al mismo tiempo que símbolo de una España que ingresaba a la “modernidad”, simbolizada por la realización casi simultánea de los Juegos Olímpicos y la Expo Sevilla. El director de El futuro –otro film que analiza de manera tangencial un momento en la historia de su país– ofrece una ingente cantidad de diálogos y entrevistas en un bar cartaginés, entrelazándolas regularmente con publicidades y segmentos noticiosos de época. La imagen se asemeja a la de una cámara de video semi profesional circa 1990 y el uso de la pantalla dividida (en dos) es constante a lo largo de las más de tres horas de metraje, utilizando a veces algo cercano al plano/contraplano, en otros momentos contrastando momentos y personas diferentes.

Siempre interesantes, por momentos apasionantes, nunca gratuitas, las palabras de los que hablan recorren la vida española durante el franquismo, el regreso a la democracia, la crisis de los noventa, la actualidad. “El proceso de reconversión lo llevó a cabo el partido socialista”, afirma una placa a mitad del recorrido, antes de que la película concentre toda su atención en los hechos centrales ocurridos en Cartagena: el efecto dominó del cierre y desguace de fábricas y astilleros –entre ellos la Empresa Nacional Bazán–, el comienzo de las movilizaciones y la escalada de violencia que terminó con la quema del parlamento local y la represión policial. La pantalla les da lugar a sindicalistas, trabajadores, historiadores, simples ciudadanos –jóvenes y de cierta edad–, y las conversaciones derivan hacia los hechos más puntuales o generales de la política y el mundo laboral, el nacionalismo y las ideologías, el posfranquismo y la entrada a la Unión Europea. Rodada en 2018, El año del descubrimiento se impone como un estudio del pasado que parte desde el presente para pensar las posibilidades de un futuro que, hoy, parece más incierto que nunca.

De lo social y su impacto en lo personal al dolor más íntimo. Sophie Jones, ópera prima de la realizadora Jessie Barr, es la enésima encarnación del espíritu indie (y adolescente, como se verá) del cine made in USA. Coescrita y protagonizada por la prima de Jessie, Jessica Barr, la película comienza con una escena que cruza lo doloroso con lo extraño: Sophie Jones abre una pequeña caja y la bolsa contenida en ella, analiza un polvo gris y se lleva un fragmento sólido a la boca. Su madre falleció un año atrás y la chica, una adolescente de dieciséis años, no parece haber superado la primera etapa del duelo. O sí, aunque las heridas sigan ahí, a la vista de todos. “No me corté ni tomo alcohol o drogas, así que está todo bien”, le dice en un momento a su terapeuta. Lo cual es cierto, aunque su deseo de perder la virginidad a toda costa, como sea y con quien sea, parece una obsesión diseñada para eclipsar esa pérdida irreparable. Si hasta su mejor amiga, más experimentada en las lides sexuales, le pide que pise el freno, so pena de ser tildada como la “fácil” de la escuela.

Sophie Jones

Utilizando de forma inteligente las elipsis, el film de las Barr –producido por la realizadora Nicole Holofcener– aplica las reglas de la psicología cinematográfica a pie juntillas, aunque sin caer nunca en las redes del relato inspirador o, peor aún, el moralizante. No todo es frescura en Sophie Jones –los clips con música etérea terminan abrumando y el final es tan previsible como derivativo–, pero en sus momentos más inspirados la historia logra conjurar ese dolor del cual cuesta horrores pronunciar el nombre. Un dolor que atraviesa a la protagonista como un rayo demoledor en esa edad de crecimiento, de tránsito hacia otra parte.

Para acceder a las películas sólo es necesario registrarse en el sitio web https://www.mardelplatafilmfest.com/ y pedir un ticket virtual.

Isabella y Sophie Jones pueden verse hoy y mañana. El año del descubrimiento está disponible hasta el martes 24.