La literatura es femenina, tírenme con misiles, vengan de a uno, tengo con qué batallar mi premisa, tengo flechas con nombres propios. Desde Katherine Anne Porter, pasando por Sara Gallardo hasta Camila Sosa Villada, el abanico de la crudeza, el bisturí gramático y la anarquía ordenada de las palabras que me conmueven hasta hacerme llorar han salido casi siempre de la boca de una mujer. No voy a pasearme por todas las que me modificaron la existencia porque no es eso para lo que fui convocada. Tampoco me voy a detener en Jane Lazarre y su biblia llamada El nudo materno, podría, está claro, pero como fui madre hace siete meses, se me redunda el corazón intentando poner en palabras todo este lío en el que me metí para siempre: la maternidad. Hablar sobre eso, está tan pegado a mi retina que sólo me salen a borbotones expresiones imposibles de bajar a tierra, aún.

Pero un poco me voy a salpicar con el tema, me voy a meter con otra amiga que conocí en el verano del 2020 (qué verano ingenuo, qué verano diáfano, todos inocentes de la titánica experiencia que se nos venía, la de ser contemporáneos de una peste, mamamía, en fin... sigo).

Mientras gestaba a mi hijo Manuel me choqué de frente y de lleno con Amélie Nothomb y su novela Golpéate el corazón. Primero me topé con ella y su foto en la portada. Tiene una mirada de maga, pensé. No sé a qué me refiero con esto exactamente, pero algo de unos ojos que pueden hacer magia, que tienen la posibilidad del truco. La inmensidad estaba concentrada en toda su cara bien blanca y sus labios finitos y rojos, así está ella en la tapa del libro. Sentada en una silla de madera, mira a cámara, mira fijo, parece un cuadro de Velázquez. Está toda vestida de negro y apoya sus manos sobre las rodillas. Son unas manos simples, eso me fascinó, manos de uñas sin pintar, manos de escritorio.

Cuando leo su historia de vida, dice que nació en Japón, es hija de una familia de origen belga y actualmente reside en París. Quizás para quien esté leyendo todos estos datos le resulten irrelevantes, pido disculpas si es así, a mí las biografías me inquietan, de eso sí que soy muy fan. Imaginé una infancia en Japón, siendo hija de un diplomático y hablando francés y me intrigó muchísimo.

Es así que empecé con la aventura de Amélie, con Golpéate el corazón a simple vista un nombre novelero, de culebrón, eso también me resultó muy atractivo, pero quién me iba a decir que esa frase encerraría finalmente todo el estupor de la novela. Sólo quiero compartirles la frase de Alfred Musset que le da título a esta gema: “Golpéate el corazón, ahí es donde reside el genio”. La escribo y me conmueve.

Gestar en verano y conocer una maga. Nada podía fallar. Y no falló.

El viaje es la historia de un vínculo materno, eureka pienso yo, con una panza redonda y grande que me sirve de atril para el libro, me pongo contenta, voy a leer algo sobre lo que no tengo la más mínima idea, por no decir puta. Algo sobre la relación de una madre con su cría. Y de pronto, como ocurre con una amiga, el tiempo se detuvo, se detuvo en esa reposera y abajo de ese árbol. Se detuvo como se detiene cuando estás hablando de cosas profundas con una amiga, esas charlas que cuando mirás el reloj, no podés creer tamaño desfasaje. Lo mismo me pasó con Nothomb. Su novela es descarnada, es una mujer que da a luz a una hija que no quiere, que no deseó. Pero que igual está obligada a querer. Pero no, no le pasa, no la quiere, no le pasa ese amor supuestamente abrumador que supone la maternidad, no le pasa eso en el cuerpo. No olvidemos que yo en ese momento estaba gestando a quien asomaría las narices un mes y medio después. Asique me llené de precipicio con esa lectura. Qué vital es llenarse de preguntas todo el tiempo. Lo venenoso del asunto de la pluma de Nothomb, es que todo este delirio de humanidad y desamor está narrado en la voz de la niña, de la hija. Entonces, claro, es desagarrador... Mamá no te quiere, mamá no te quiere... eso todo el tiempo… y esa niña se va haciendo mujer página a página y conoce otras mujeres en las que vuelca el afán de mamá que le fue vedado. Y ahí aparece la mano de la maga, el truco, eso que te deja lleno de espanto y amor al terminar la novela. El truco es que no hay buenas ni malas, que en la cadena femenina que narra esta novela, entendés a la madre y a la hija, las querés, pero sobre todo llegás a salpicarte de la ferocidad que supone un vínculo como es el de la maternidad.

Gestar, parir y criar. Qué demencia arrolladora.

Mirá yo que no iba a hablar de eso, terminé chapoteando de lleno en ese charco.

Lean a Nothomb, lean todas sus novelas, lean autoras todo un año y después me cuentan si no se les llenó la vida de amigas.

Una escena de Petróleo, con Piel de Lava

Pilar Gamboa, actriz, dramaturga y directora. Integrante del Grupo Piel de Lava (Elisa Carricajo, Valeria Correa y Laura Paredes) con quienes ofrecerá dos únicas funciones despedida 2020 de la obra teatral Petróleo, los próximos sábados 12 y 19 de diciembre a las 21 vía streaming desde la plataforma Plateanet.