Chifladas Tango celebra su décimo aniversario de trabajo conjunto con el lanzamiento de Desborde, su segundo disco. La placa supone una enorme evolución desde Toco madera, primera entrega del grupo de mujeres tangueras. Si en el primero buscaban su voz dentro del medio, en Desborde muestran un sonido afianzado, composiciones propias (la mitad de sus integrantes aportan temas al disco) y arreglos originales de colegas contemporáneos (Julián Peralta, Victoria di Raimondo –quien también canta como invitada-, Agustín Guerrero, Ramiro Gallo y Néstor Gómez) pensados para su atípica formación de vientos y cantora. El disco incluye “Iluminame, por favor” , de Julia Winokur (flauta traversa), y “Vértigo”, de Camila Mandirola Lucci (clarinete bajo).

Son ellas dos quienes hablan con Página/12 para contar sobre el disco, repasar la trayectoria del grupo (que se completa con Nazarena Anahí Cáceres en la voz, Agustina Kuntze en flauta traversa, Silvina Montagnoli en flauta en G y Soledad Lugano en clarinete) y la situación de las músicas de tango en la actualidad.

-¿Cómo llegan a los 10 años del grupo?

Camila Mandirola Lucci:-Creo que felices de estar juntas. Fueron 10 años de largo recorrido donde pasaron muchísimas cosas. El grupo fue creado por Anita Trillo y fueron muchas las ‘chifladas’ que pasaron por acá, y están siempre presentes aunque hayan ido a nuevos rumbos. Empezamos primero con un trabajo de investigación de la sonoridad del tango, pasar de los instrumentos más tradicionales a los nuestros. Buscar el toque tanguero con nuestros instrumentos de viento. Después fuimos mutando y buscando nuestra propia identidad. Eso se ve muy reflejado en Desborde, donde buscamos qué puede aportar esta tímbrica. Los arreglos los pensamos desde el vamos para nuestra textura. Y es un disco muy actual, que nos representa en su totalidad. Así que llegamos con mucha pasión, después de 10 años el fuego está más prendido que nunca. Ni una pandemia nos pudo parar, somos hormiguitas muy trabajadoras.

Julia Winokur:-El grupo se afianzó mucho. Cambió a lo largo de los años pero siguió la misma línea. Nos encuentra a nosotras sintiéndonos en un lugar distinto, pidiendo menos permiso que al comienzo, cuando tocábamos arreglos o adaptaciones de arreglos y empezábamos a circular por el ámbito. Ahora nos animamos a tener un disco con temas propios, experimentar en los arreglos, a compartir ideas, discutir grupalmente los arreglos, la estética en todo sentido, no sólo musical

-Este disco lleva varios años en preparación, ¿cómo fue ese trabajo?

J.W.: -Ensayamos una vez por semana desde hace diez años, así que hay un trabajo que decantó. Los arreglos los fuimos modificando a medida que aprendíamos cosas nuevas o sentíamos nuevas necesidades. Que una venga con una inquietud, reformular las funciones de los instrumentos, la voz, nuestras interacciones. Creo que en este disco se nota eso: las distintas búsquedas, los temas más viejos y más nuevos. Condensa los años que pasaron desde Toco Madera a este disco.

C.M.L: -Creo que una innovación de este disco es que apareció Naza, nuestra cantante. Ya teníamos la decisión de hacer tangos actuales y nuestros. Esas preparación tuvo que ver con componer más. Las compositoras del grupo fueron pensadas ya para el grupo. Eso se ve. Elegir composiciones de colegas actuales que nos representen, que sean referentes para nosotras. Los dos cortes de difusión, que son composiciones nuestras: “Iluminame, por favor” y “Vértigo”, tienen que ver con la identidad grupal. Una identidad común en que confluyen esas distintas búsquedas estéticas y se unen en nuestra sonoridad.

-Mencionan “Iluminame”, que cierra el disco y señala una de las tantas deudas pendientes en el ambiente.

J.W.: -“Iluminame, por favor” partió de una gran catarsis, de cosas que veníamos experimentando como mujeres en el tango, en la música y en la sociedad en general. Y al mismo tiempo que muestra un gran cambio, sobre todo en nosotras, en concebir qué necesitamos, qué estamos dispuestas a aceptar y qué no, también muestra que hay mucho camino por recorrer, para nosotras mismas, en el ámbito tanguero en particular, y en lo social. Nosotras vamos buscando también el camino por el que transitamos el tango. Una manera que nos permita sentirnos lo más cómodas posibles. Por eso nos vinculamos con quienes creemos que aportan en ese sentido. Queda un largo camino por recorrer y depende de todas las mujeres del tango, nadie lo va a cambiar por nosotras, y tampoco queremos que nadie lo haga en nuestro lugar porque queremos participar en la configuración de las reglas del juego y no sólo aprender a jugar.

-¿Cómo cambió el lugar de la mujer el circuito tanguero en estos años?

C.M.L.: -La participación de mujeres en el tango mutó mucho, por suerte. Hace 10 años no sólo éramos atípicas en nuestra formación de vientos, sino por ser un grupo sólo de mujeres. Había que tener coraje para hacer eso en el mundo del tango, por eso lo de “Chifladas”. Gracias a la lucha y militancia de todas se transformó esa realidad. Cada vez hay más agrupaciones de mujeres, cada vez más mujeres componemos, arreglamos, somos autoras, estamos arriba de los escenarios. Esa visibilización es gracias a la lucha colectiva de las organizaciones de género. Si bien en el tango hubo grandes referentas desde el comienzo, se invisibilizó su existencia. Gracias a la militancia y la lucha eso se está transformando y se ganan espacios. Nuestra voz es cada vez más escuchada, pero fue ganada. Es una gran celebración de nuestra época: hay una lucha colectiva, un hermanarse para conquistar esos espacios que nos fueron negados. Todo esto le hace muy bien al tango, que está vivo y en trasnsformación. Que esté la lucha feminista dentro del tango hace que siga vivo, efervescente, que pueda transformarse desde su música, sus letras y sus decires. Nos hace bien a todes.