Un trabajo enorme, si se piensa en la cantidad de nombres, textos, acciones que se dejaron de lado para contar la historia en masculino y singular. Destrabar la clave académica en la que se tramó el recorrido de nuestra literatura (y desmenuzar también el sentido de "nuestra" para amplificarla a otras lenguas que nos habitan como nación compleja, colonizada y sobreviviente) es parte de la tarea que Nora Dominguez, Laura Arnés y María José Punte encararon hace cuatro años como directoras de la colección que se estrena con este primer (quinto) tomo, que abarca las últimas décadas del siglo xx y las primeras del xxi: los demás se ocupan de la cronología anterior y el sexto tomo es sobre el cruce entre literatura y otras artes. Historia feminista de la literatura argentina se plantea como una obra plural (pero no definitiva) donde la reflexión se articula con la enorme cantidad de movimientos que hubo en sentidos contrarios a la hegemonía cultural. Habrá también un diccionario de autoras. "Una propuesta en seis tomos, colectiva e intergeneracional, impulsada por quince docentes e investigadoras (que también intervienen en el campo cultural como escritoras y críticas), se ocupará en cada volumen de los motivos y problemas que la literatura, el género y la política trazan como acontecimientos históricos y simbólicos relevantes. Un diccionario será el artefacto que acompañe al final el impulso archivista de esta historia" dice el texto inicial del libro, que cuenta con textos de Tamara Kamenszain, María Moreno, Julieta Obedman, Guadalupe Maradei, gaita nihil, Juana Roggero y Francine Masiello, entre otrxs, y menciona explosiones de sentidos que en los últimos años se hicieron su lugar en la poética colectiva como las maratones de lectura que predecieron al movimiento Ni Una Menos en la plaza del Museo de la Lengua o aquellas que acompañaron las tomas de Brukman o las vigilias por el aborto legal, seguro y gratuito, pasando por los cuerpos "sin patrones" de la militancia gorda, el activimso queer y desobediente que amplió los sentidos de la imaginación del amor y el poder y la llegada del lenguaje inclusivo como forma laxa de mostrar que solo nombrándonos a todos, a todas y a todes tendremos justicia social. Laura Arnés cuenta los inicios de este proyecto: "La propuesta surgió en unas jornadas de investigación del Instituto de Investigaciones de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, en octubre de 2017. Producto de los debates y charlas que se dieron ahí confirmamos que no había una historia de la literatura argentina que tuviera en cuenta la amplia producción de las mujeres. Pero además nos resultaba evidente a todas la impronta heterocisexista de las historias anteriores. Faltaba hacer un giro sobre los ordenamientos establecidos por la crítica y teoría literaria hegemónica y en eso estamos".

¿Cómo seleccionaron a les colaboradores? ¿Habrá autoras vivas o se planifica poner autoras muertas como Josefina Ludmer, por ejemplo?

--Estamos trabajando en seis tomos. Les colaboradores son convocados acorde a los temas o periodos históricos que trabajan o que trabajaron. También se invitó a participar a poetas y narradores cuya obra por alguna razón nos parece que dialoga con algún tomo. En este que acaba de salir, por ejemplo, escribieron, entre otres, Tamara Kamenszain y Julián López. En algunos casos también decidimos republicar fragmentos de alguna obra publicada, como es el caso de “Panfleto” de María Moreno. Coqueteamos con la idea, por ejemplo, de inlcuir algo de Salvadora Medina Onrubia. Pero como el resto de los tomos está en preparación todavía no sabemos con certeza. Puntualmente, sobre Josefina Ludmer habrá un artículo en otro tomo en el que se analiza su obra crítica.

Toda obra crítica genera un diálogo, es una base para inducir a diferentes respuestas dentro del campo cultural. Esta es la primera historia feminista de la literatura, para vos ¿Cómo impacta esta historia en el contexto del feminismo actual, cómo dialoga con otras tendencias de la crítica?

--Creemos que nuestra historia implica un viraje con respecto a la tradición crítica, propone un cambio de paradigma critico, si querés. La perspectiva feminista (y feminista para nosotras implica queer, lesbiana, trans, etc.) dibuja otras series literarias, otros archivos; señala hacia nuevos orígenes de la literatura, propone releer textos clásicos de modos desviados y resignificar textos que la mirada hegemónica tal vez despreció. En este mismo sentido, en este tomo que acaba de salir, cobran importancia publicaciones o performances literarias que a veces no tuvieron formato libro: nos interesó la biblioteca pero también otros modos de circulación de la palabra poética. Por supuesto damos cuenta o reconocemos los problemas críticos que tuvieron auge de cada época, sin embargo, no nos centramos en ninguno de ellos. Al ejercer una perspectiva de género, al mirar los textos y su relación con la cultura bajo el prima feminista, también cambian los problemas y su orden de importancia. En todos los tomos está presente la articulación entre sistema literario, cambios políticos y cambios en las relaciones de género y sus diversos sentidos. Con esto quiero decir que nunca perdemos de vista las relaciones entre literatura y los procesos sociales extraliterarios (como podrían ser, entre tantos otros, la lucha por el derecho al aborto, la visibilidad mediática de los femicidios o el movimiento Ni Una Menos).

Si tuvieras que pensar en precursoras de esta historia de la literatura feminista, aún en base a textos fragmentarios, o planteando una especie de continuum feminista de la crítica, ¿a quienes nombrarías?

--Por supuesto tengo que nombrar a las muy diferentes Elaine Showalter, Kate Millet, Virginia Woolf, Helene Cixous y Gloria Anzaldua, entre tantas otras. Pero si pensamos en una tradición latinoamericana o latinoamericanista, sino argentina, sin lugar a dudas hay que darle lugar a un espectro amplio de ensayistas, critiques o poetas que intervinieron en el campo cultural. Entre elles podríamos nombrar a Victoria Ocampo, Josefina Ludmer, Francine Masiello, Alicia Genovese, María Moreno, Daniel Balderston, Nora Domínguez, Margo Glantz, Marta Traba, Sylvia Molloy, José Amícola, Nelly Richard, Jean Franco, Gabriel Giorgi, entre muches otres. Esta es solo una muestra de la diversidad de voces que hay en un campo que siempre se mantuvo en segundo plano.

¿Cómo dialoga con otras historias de la literatura (la de Rojas, la del Centro Editor Latinoamericano, la de Noe Jitrik, la de Martín Prieto)?

--En principio no hay un diálogo explícito con estas historias pero sus ordenamientos y modos de inclusion los tuvimos presentes durante la etapa de elaboración del proyecto. También porque o bien nos hemos formado con esas historias o leímos sus materiales como críticas. Lo que sí adelanto es que en cada tomo habrá un artículo que piense en torno a las varias historias de la literatura argentina publicadas en el período histórico correspondiente. Supongo que en todo caso los diálogos que nosotras logremos establecer lo dirán les lectores o futuras generaciones. 

¿Qué tipo de canon propone, si es que estás de acuerdo en que se puede seguir hablando de un canon? ¿Podrías dar algunos ejemplos de autoras desconocidas que se rescatan en esta historia, o de prácticas de escritura no tradicionales, o que rompen con la idea de autor tradicional (individual, territorializado, racional y autor de ficción)?

--Preferimos hablar de series literarias, o de archivos. Discutimos con la idea de canon porque lo reconocemos como una formación o como un sistema de valores y relaciones pautadas por un claro sesgo heterocisexista. En este sentido, no proponemos un contracanon sino que procuramos armar otras familias, otras relaciones entre textos y contextos. Y sí, también buscamos intervenir el canon para hacerlo estallar o por lo menos para desviarlo. Además, hay que tener en cuenta que en general las escritoras siempre han mantenido un diálogo tenso y conflictivo con el canon, y dejaron huellas de esto que pueden rastrearse en sus obras. Específicamente en nuestro tomo pueden encontrarse análisis o reconocimiento de ciertas instancias que rompieron con la idea de literatura o de autoría tradicional: las lecturas en la plaza Spivakow o en Brukman, los libros colectivos Martes verde o Código rosa; las performances de Susy Shock o aquellas de zapatos rojos; las formas de circulación literaria que pautó Belleza y Felicidad. Podría nombrar más pero mejor leer el libro.

¿Por qué en algunos casos, en lugar de un texto crítico eligieron poner un poema?

--A los tomos les dan cuerpo dos tipos de textualidades. Por un lado, los textos críticos que tienen un formato más cercano al artículo o ensayo académico. Por otro lado están los que llamamos “intervenciones”: textos de género libre, más cortos que los anteriores. Su forma fue decidida por les autores.

El feminismo actual plantea un nivel de diversidad muy grande, que recorre la idea de plurinacionalidad, (incluyendo diversos idiomas apate del español), diversidad sexual, de género, corporal, funcional... ¿Cómo representa esto esta historia?

--Por supuesto coincidimos, lo tenemos en cuenta y tratamos de proponer problemas críticos en relación con todo esto. En el tomo V, el artículo de Paula Jiménez, por citar alguno, propone recorrer los diversos espacios poéticos lesbianos y/o feministas que la poesía tuvo a lo largo de las ultimas cincuenta décadas o en esta misma línea yo trabajo las ficciones lesbianas que la literatura argentina propuso y propone. Alessandra Luna trae una voz travesti conurbana y gaita nihil escribió un poema-manifiesto contra el cisexismo académico. En otros tomos hay voces de mujeres indígenas (pero no quiero adelantar contenido), en éste, Gabriel Giorgi denuncia el sexismo y el racismo de los discursos del odio. También hay un artículo que piensa los relatos en otras lenguas, escritoras que por razones de exilio y/o migración escriben en otras lenguas. Un ejemplo -y lo relaciono con una de las preguntas anteriores- es el de un texto publicado en Buenos Aires en 1965 en idisch -de Mimi Pinzón- que no se consideraba literatura argentina. 

¿A quién está dirigido este libro y cómo se produce su circulación, su recepción?

--Esta colección está pensada, por supuesto, para especialistas en literatura. Pero no solamente. Esperamos que sea incluido en las prácticas docentes tanto universitarias como secundarias. Yo, por ejemplo, ya lo incluí en el programa de la materia -sobre estudios literarios feministas- que dictaré el año próximo en la UBA. Dada la circunstancia contextual básicamente se está comercializando online pero la idea es poder hacer muchas más presentaciones en vivo e incluso talleres. Por otro lado, lo variado de los tonos, los matices y la diversidad de temas que lo atraviesan hace que pueda ser de interés para muchas personas que quieran adentrarse en el mundo de la literatura argentina. Todos los tomos llevan, además, un título que condensa la idea central del período tratado y que apela a diversos intereses teóricos. En este que acaba de publicarse, La intemperie se nos aparecía como un espacio central, que hace referencia al estadio actual del capitalismo en el que se evidencia lo que Butler describe a partir de nociones como “vulnerabilidad” y “precariedad”. Pero la intemperie puede ser también un espacio creativo y abierto a las experimentaciones; un espacio propicio para la revuelta, ese que queda cuando se derrumba “la casa del amo”.

En tu trayectoria como crítica compilaste un libro sobre bisexuales y también sos autora de Ficciones lesbianas. ¿Cómo te ayudó ese marco de conocimientos a la hora de pensar y organizar estos volúmenes?

--La colección está dirigida por Nora Domínguez, María José Punte y yo; y cada tomo tiene su propia coordinación. La idea fue armar grupos de trabajo intergeneracionales y con personas con diversas inscripciones críticas. Justamente, como decís, yo soy especialista en el cruce de ciertas sexualidades disidentes con la literatura. Para responder a tu pregunta, con esa perspectiva miro todos los tomos y trato de sugerir relaciones literarias. Así que les aseguro que es un tema que no va a faltar, por supuesto abordado desde multiples puntos de vista.