Se acuesta en una camilla con las piernas abiertas. La médica que sostiene sus piernas es una señora grande, de pelo corto. La asistente de pelo largo negro anota en la computadora lo que la médica dicta. Dicta que está ok la mamografía y entonces esparce el gel por la vulva. El gel se derrama un poco por el muslo y siente frío ¿Última menstruación? Frío. No recuerdo. Frío. Estás embarazada. Embarazada, no puede ser. Sí puede ser. Un mes y medio. Con medio cuerpo erguido, cubierto con ese camisolin absurdo, mira en la pantalla oscura del monitor antiguo las manchas blancas indescifrables. Las cortinas mantienen el consultorio a oscuras, fuera de tiempo. No puede ser, repite. Sí, sí. Es, repite la médica ¿Viniste sola? ¿Tenés pareja? Vine sola - no tengo - me voy ya. Ya no te podés ir a ningún lado, sentencia la asistente mientras estira su brazo para controlar la puerta. Un control de rutina, eso era antes de este baldazo de agua helada. Sentate, tomá un vasito de agua. Pensá muy bien lo que vas a hacer, lanza la asistente parada en la esquina del consultorio iluminado con luz artificial. Por supuesto, sé muy bien lo que voy a hacer, contesta mientras se pone el pantalón, la remera, el buzo y arranca del perchero su abrigo de invierno. Lo arrancaría si pudiera. En el baño se moja la cara, no se mira al espejo. Se escucha el llanto de niñes en la sala de espera. Su llanto es mudo y las lágrimas se mezclan con las gotas. Las voces de la sala de espera se mezclan con la de las médicas. Le dicen que se siente en la sala. No me siento nada. Yo no espero nada. Abran. Le faltan palabras, se atraganta con insultos que no dice. Faltan años para incorporar ese adjetivo: objetoras. Objetoras de pañuelo celeste como su ambo. El pañuelo celeste todavía no existe. No existe, como el mundo que quieren que imagine. En la calle es de día, el mundo sigue. Cruza la calle como si fuera inmortal. Se es inmortal a los 22.

Llama a la madre. La madre dice que no puede creer que eso le pase a ella ¿A quién más podría pasarle? Otro insulto pasa por su garganta y lo traga. Creo que tengo un número, dice, entonces ambas tragan saliva y quedan en silencio. La vida sigue y en silencio camina hasta la facultad. En la facultad hay exámenes y elecciones y volantes que no hablan de aborto legal ni de feminismo porque la urgencia siempre. Y a quién le importa su urgencia, este trámite que agenda para el sábado. Están los dólares, es un trámite, hay turno. Anota dos turnos, uno para la intervención, otro para la consulta. Se siente fuerte así, apenas una intervención, un renglón en la agenda.

Rinden juntos un examen que preparan la noche anterior. Repiten fechas y ciudades en voz alta mientras ella guarda su secreto en un rincón para que no ocupe lugar, para que no quite el sueño, para que no pese tanto. Al salir se sientan en la plaza y vomita el secreto. Vomita como si estuviera embarazada, nervios y miedo. Miedo a que suene a novela o a declaración de amor porque no hay otro entonces fue él y no hay dudas y eso le da vergüenza aunque no sepan cuándo ni cómo pasó. Pero lo peor ya pasó porque ya está resuelto, dice, es éste sábado y se abrazan porque puede sola aunque no tanto. No hay nadie más que lo sepa, una no va contando por ahí cuando agenda un turno, un trámite, un llanto contenido o un aborto clandestino.

No lo supieron lxs compañerxs revolucionarixs demasiado ocupadxs en la revolución. No lo supo la familia porque el sexo de la nena es tabú aunque no haya vírgenes ni cruces ni rezos en la mesa. Lo supieron las amigas, mucho tiempo después.

Línea aborto, se leía en un teléfono celular pegado en un papel diminuto en la puerta del baño de la facultad al que no se atrevió a llamar. Podría haber sido con pastillas pero el médico prefirió anestesiar, es parte del negocio, callar. Cuidado, que no se note al salir, señora. Recordatorio de ilegalidad.

Era otro mundo, uno que dejamos atrás porque al closet no se vuelve más.

Que sea en cualquier lugar. Que sea acompañadas, que sea sin verguenza, sin tabú, sin moral. Que sea para todas. Que sea seguro, gratuito y legal. Que sea ley.