Faith                    8 puntos

Italia, 2019

Dirección y guion: Valentina Pedicini.

Duración: 94 minutos.

Estreno: disponible en Mubi.

Recién cuando el reloj marca una hora de proyección se produce, finalmente, un contacto con el mundo exterior. Una de las miembros de la secta italiana Guerreros de la Luz recorre unos quilómetros en auto, acompañada por un chaperón, para ver a sus padres por primera vez en cuatro años. El encuentro con el matrimonio de ancianos no genera abrazos efusivos ni palabras emotivas, apenas un cruce de preguntas, muchas de ellas sin respuesta. Terminada la cita, el regreso al enclave, anunciado por medio de un walkie talkie, como si se tratara de una fortaleza cuya seguridad debe cuidarse de la intromisión externa. El cuarto largometraje de la documentalista Valentina Pedicini –fallecida hace algunas semanas, a los 42 años, a causa de un cáncer– es el resultado de cuatro años de investigación y acercamiento a un grupo cerrado de monjes guerreros, como se hacen llamar a sí mismos los integrantes de ese particular cisma cristiano, que al dogma apostólico romano le suman dosis de budismo, meditación, cartomancia, introspección y, sobre todo, la práctica de las artes marciales en su vertiente china, el kung fu.

En un blanco y negro pertinente, dadas las directivas duras, sin zonas grises, de la práctica religiosa, Faith registra de manera sorprendentemente íntima la convivencia de una veintena de hombres, mujeres y niños en una granja alejada de cualquier centro urbano. Un grupo religioso cuya fe es canalizada a través del líder, un hombre de unos cincuenta y algo de años que, dos décadas atrás, fundó la particular creencia que los une: llegado el momento, serán los responsables de defender al mundo de las fuerzas del mal. No es casual la cita del escritor Dino Buzzatti que abre la película: “Todos allí habían olvidado que en algún lugar del mundo existían flores, casas alegres y acogedoras. Aquí todo hablaba de renuncia pero, ¿para quién, con qué misterioso fin?”. Si hasta la fiesta electrónica con la cual Pedicini decide presentar a sus sujetos posee algo de entrega: el baile con luces estroboscópicas que tiene lugar en el salón de entrenamiento no es tanto lúdico como esforzado, otra forma de demostrar el límite físico de los cuerpos.

Sin recurrir a voces en off o a explicaciones de ningún tipo, el orden del montaje describe los ritmos internos de la vida en el lugar, las claves de la confianza entre unos y otros, los conflictos internos y pugnas silenciosas por la preferencia del líder, quien, acostado en la cama con su cabeza perfectamente rapada, parece un pariente lejano del coronel Kurtz. Y aunque aquí el horror no es abismal, el discurrir de las escenas deja en claro que la fascinación por el carisma del fundador del clan tiene más de una zona oscura. La de los “guerreros” es una micro sociedad no exenta de alegrías y momentos de paz –como transmiten algunas escenas con los pequeños, también calvos–, pero de a poco resulta evidente que la elección de esa forma de vida incluye varias asfixias personales.

Es notable el grado de confianza depositado en Pedicini a la hora de permitirle registrar discusiones y momentos de angustia y llanto, similar a la cercanía con los personajes que la realizadora había mostrado en su anterior Dal profondo (2013), rodada en el interior de una mina de carbón en Cerdeña. Pero a diferencia de aquel documental, en el cual la única mujer minera del lugar hacía las veces de presentadora, aquí el sitio de las guerreras se entronca en la tradición más rancia del patriarcado, donde es el hombre quien lleva las riendas de las decisiones y también quien recompensa o castiga, dependiendo de los resultados y actitudes de las practicantes de la fe. Presentada en el prestigioso festival holandés IDFA y en la Semana de la Crítica de Berlín, Faith es un notable ejemplo de documental observacional: el control del maestro sobre sus discípulos termina imponiéndose como tema central por el propio peso de las situaciones, las conclusiones delegadas exclusivamente en el espectador.