Cuando se quitaba la careta de AnjelicaHuston, la Gran Alta Bruja de Las Brujas (joyita del 90, dirigida por NicolasRoeg sobre novela de RoaldDahl) lo tenía todo: arrugas, verrugas, ojeras y sobrado pelito facial, además de una propensión voraz por embucharse purretes. Preocupantesla nariz y los cachetes de BettleMidler en Abracadabra que, por su abundante y perenne rosado, bien hubiera justificado una visita en escoba voladora al dermatólogo. O, en gesto de sororidad, una poción de caldero para curar la alarmante tonalidad grisáceo del rostro de Cruella de Vil, némesis de dálmatas y PETA. Menos impresionante, empero, que la sequísima piel lagarto de Diana en V Invasión Extraterrestre, que no necesariamente por alienprecisaba tantas, tantas excrecencias epidérmicas. A la bella BarbaraSteele no solo le tocó padecer hoguera en La maschera del demonio(1960,Mario Bava): también una máscara de púas que dejó espeluznantes cicatrices ensu esculpida caripela. Y en materia de villanitos varones tampoco son escasos los maltrechos semblantes; el del Guasón de Tim Burton, por caso, pasado por ácido; el de Freddy Krueger, por fuego; y el del persistente JasonVoorhees, repodrido por exceso de agua… Y algo en la coloratura de jeta de los calvos Lord Voldemort (ups, perdón, “El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado”) y el conde Orlok grita:¡llamar con premura a un médico!

El recuento, pacientes lectorxs, no es gratarola: viene a cuento de un reciente estudio norteamericano, tan médico como cinéfilo, que decidió analizar ¡dermatológicamente! a los 10 villanos más grandes de la historia. Al menos, los 10 más grandes según el American Film Institute (AFI), entidad cinematográfica estadounidense que conserva y homenajea a las películas de corte nacional, cuyo top ten incluye a damiselas de escalofríos generar. Por caso, a ReganMacNeil, posesa niñata de El Exorcista; a la guachísima Reina de Blancanieves y los siete enanitos, generosa solo al momento de obsequiar manzanitas… envenenadas;a la malvada bruja del oeste, gobernante de la tierra de los Winkies, de El mago de Oz. Y a siniestros muchachos, claro, como el refinado caníbal HannibalLecter de El silencio de los inocentes; el ¿asmático? DarthVader de La Guerra de las Galaxias: El imperio contraataca; el señor Potter de It’s a WonderfulLife...

Más específicamente, según el caso y en diverso grado, múltiples cicatrices en la cara, verrugas comunes, rinofima (lesión que corresponde a un hipertrofia gradual, más o menos inflamatoria, de la nariz), alopecia significativa, lesiones pigmentadas alrededor de los ojos, arrugas faciales profundas…Así lo enumera la reciente investigación liderada por la doctora especialista JulieAmthorCroley, de la Universidad de Texas, Estados Unidos, autora principal de TheFace of Evil:DermatologicFeatures of ClassicMovieVillains,estudio en cuestión. Que a partir de este petit recorte de malísimos del cine, busca poner foco sobre perniciosa y lombrosiana costumbre de la industria fílmica: la de “utilizar las condiciones dermatológicas para subrayar la dicotomía del bien y del mal a partir de una representación visual que puede contribuir a que exista una tendencia social en el público general hacia el prejuicio, la discriminación y la incomprensión de quienes padecen estas enfermedades”.  

Finalmente, como arroja la médica, ningún inconveniente del tipo encuentra suteam especialista en los 10 héroes y heroínas más grandiosos (según AFI, nuevamente; entre ellos Ellen Ripley, ClariceStarling, Indiana Jones, James Bond, AtticusFinch, T.E. Lawrence, etcétera), de tez prácticamente impoluta, cutis ciertamente saludable… “En ninguno de ellos se observa una patología cutánea real, salvo pequeñas cicatrices, laceraciones transitorias o ligera calvicie. En el cine, los gentiles no padecen enfermedades de piel”, advierte el periódico francés Le Monde, al hacerse eco de la investigación, sumando harta conocida definición: que los héroes se caracterizan por su sentido de moral y por su coraje, el espíritu de sacrificio, simbolizando lo mejor de la raza humana; y los malos, por su malevolencia, egoísmo, búsqueda de poder. Estando los primeros, libres de ingratas verrugas o granitos, y los segundos, con sobredosis de arrugas, protuberancias o pelitos, que contribuyen a la estigmatización.  

Agrega doña Julie que estas representaciones se remontan a la era del cine mudo, “cuando las características dermatológicas se utilizaban para ilustrar visualmente la moralidad del personaje, como si se tratase de señales que proporcionaban un paralelo perceptible con la corrupción interna de los/as villanos/as”. Costumbre, advierte la inquietada doc, que continúa presente a la fecha, acaso por haberse internalizado, naturalizado…Y destaca notoria información: que entre 1960 y 2006, al menos 68 películas incluyeron “albinos malignos”, peligroso estereotipo que bien podría provenir de cierto folclore europeo o de creencias africanas, que condenan a quienes sufren este trastorno genético heterogéneo como “seres maldecidos”, de temer.

“La enfermedad de la piel a menudo se trivializa como mera desfiguración cosmética, pero como demuestra este estudio, la sociedad mantiene profundos estereotipos sobre la asociación entre la apariencia de la piel y la personalidad”, concuerdaotra doc en tema, Kim Thomas, profesora de la Universidad de Nottingham, al referirse a la investigación de su colega. Y agrega: “Estos estereotipos pueden ser psicológicamente devastadores para las personas que sufren de condiciones comunes de la piel como vitiligo, verrugas, acné y pérdida del cabello”.