Más difícil que atrapar una mosca con dos palillos. Así pintaba la cosa para Cobra Kai en 2018. ¿Había necesidad de retomar la historia de Karate Kid tras cinco películas? ¿Qué más quedaba por rasquetear de la rivalidad entre el buenazo de Daniel LaRusso y el bullynero por antonomasia de Johnny Lawrence? ¿Otra ficción que abusaba de la narrativa pop ochentosa? Sin embargo, el reinicio seriado de la franquicia resultó una patada tan enérgica, efectiva y encantadora como la del final del film de 1984. Más de tres décadas después, los antagonistas volvían a verse las caras -ahora arrugadas-, añoraban su juventud, intercambiaban roles y oficiaban de senseis para una nueva generación. El efecto doppler del relato se mantiene y expande en la tercera temporada disponible en Netflix. Desde hace diez días pueden verse sus diez episodios.

“Nosotros teníamos entre siete y diez años cuando apareció Karate Kid, y fue una de esas películas que veíamos una y otra vez. La clave está en que conectamos con los personajes y las temáticas”, le explica a Página/12 Josh Heald, responsable de la ficción junto a Jon Hurwitz y Hayden Schlossberg. La idea motora de Cobra Kai fue la de torcer el destino para sus protagonistas y poner un gran signo de pregunta sobre las filosofías de ambos dojos. ¿Cómo? Privilegiaron el punto de vista del rol interpretado por William Zabka: el seguidor de artes marciales que en la película inicial se divertía abusando del escuálido LaRusso. Vale decir que los creadores tuvieron algo de ayuda en la previa. 

Con el paso de los años, la sustancia del personaje había mutado gracias a una teoría revisionista que encontró eco en Internet y en un episodio de How I met your mother. La pesadilla rubia del recién llegado al valle californiano había sido más víctima que victimario del protegido del Señor Miyagi. Ok, Cobra Kai tomó ese juego retromaníaco como trampolín pero introdujo nuevos elementos, giros y personajes como para que el relato se sostenga por sí mismo. En el presente “Daniel San” (Ralp Macchio) se ha convertido en un ganador y un respetable vendedor de autos, mientras que su enemigo añora los gloriosos días del hair metal y de las piña-patada-piña. Ninguno de los dos es tan distinto del otro o, mejor dicho, el tiempo se ha encargado de cuestionar sus identidades y el modo que tienen de honrar el legado aprendido.

Johnny Lawrence, en definitiva, vive el oprobio de ser considerado un perdedor y desea pasar de capítulo. El punto es que no sabe bien cómo dejar de ser el secundario de alguien más –Daniel, claro- y derrapa con facilidad. Los creadores de la serie han señalado a Better Call Saul como referencia para moldear el arco del protagonista. Al igual que el abogado de Albuquerque, este sujeto es una contradicción andante. Si la primera temporada sirvió para “encerar y pulir” el relato e introducir nuevos personajes, y la segunda agitó como la técnica de la grulla, ¿qué hay en su tercer arco? “Si tuviera que compararla diría que es el golpe por detrás de la pierna, no la ves venir, se escurre y te derriba. Nuestra intención, en realidad, es la de crear nuestros nuevos movimientos y si tenemos suerte cuando esto termine habremos incluido nuevos términos que la gente recordará”, arriesga Josh Heald.

Claramente, estos capítulos funcionan como una coda del final de la temporada anterior. Quien se llevó la peor parte es Miguel Díaz (Xolo Maridueña), discípulo de la serpiente venenosa, que acabó en el hospital tras una batalla campal y con grandes chances de no volver a caminar. ¿El responsable? Nada menos que Robby (Tanner Buchanan), hijo de Johnny y protegé de Daniel. Los adultos, entonces, deben hacerse cargo de sus enseñanzas y rencores. “La segunda temporada no tuvo un final feliz. Todos están en la ruina y ese es un buen punto para retomar el camino. La situación para estos personajes es mirar hacia adentro para poder entender lo que reflejan en el presente y luego elegir su camino”, explica Jon Hurwitz.

El único que no está bajo la lupa es John Kreese (Martin Kove), el maestro y veterano de guerra que pregona eso de “golpear primero, golpear fuerte, sin piedad”. “Creo que hay un paralelo con Star Wars, y también somos fans de esa saga, por lo del juego entre la oscuridad y la luz. Kreese configura el lado oscuro, parece ser el más malvado de todos pero tiene sus cualidad humanas, es fallido, y queríamos sacarlo del estereotipo, es muy rico para indagar aunque tenga la estampa de villano perfecto”, explica Heald.

La posibilidad de redimirse, la sabiduría del derrotado, la pedantería del que se cree en lo correcto, el choque de filosofías. Algunas cuestiones que trabaja esta entretenida, noble e inteligente variante en eso de releer su propio pasado. Y hay una más: el ying-yang del bravucón. “En su momento Karate Kid reinstaló las historias de las figuras paternales, son historias hermosas de padres putativos, porque nunca conocimos al padre de Johnny o al de Daniel. Conocimos a sus senseis y sabemos del impacto en su formación. Al hacer este programa queríamos honrar todo eso y también sus áreas más complicadas. Lo que conlleva una masculinidad tóxica, la continuación de ciertas relaciones sin resolver. Aquí tenemos un padre y su hija, un hijo y su padre, senseis intercambiados. Pero por sobre todo, queríamos revisar la cuestión del bullying. Mientras boceteamos la serie nos dimos cuenta que esta cuestión había crecido enormemente y también cambiado. No es sólo el abuso físico que sufre Daniel en la película original. El bullying se ha vuelto más sutil y no siempre lo ves. Le pasa a maestros, padres y también a los chicos. Por eso aquí el acosador que se vuelve acosado. Y viceversa”, apunta Schlossberg.

La N roja, los ’80, y los nuevos Karate kids

La tercera temporada de Cobra Kai es la primera producida íntegramente por la N roja tras dos temporadas en You Tube Premium. El trio manifiesta que, más allá del apoyo y empuje recibido por aquel servicio, diseñaron la serie como un “producto Netflix”. “El traspaso ha sido increíble en términos del relanzamiento y del impacto a nivel global de las temporadas previas. El fenómeno volvió a explotar con el nuevo alojamiento”, asegura Hurwitz. El algoritmo debe haberse tildado ya que, incluso antes del estreno de estos capítulos, la ficción tiene asegurada una cuarta temporada (se rumorea que llegarían hasta la sexta). “Ahora mismo la estamos escribiendo y se siente fresca, incluimos algunos giros que le dan su propia vibra. Queremos que reconozcas la franquicia pero llevarla a nuevos lugares”, asegura Hurwitz.

Previo al lanzamiento de Cobra Kai, el CV de sus creadores generó ciertos resquemores. El trío era reconocido por su trabajo en la comedia (Un loco viaje al pasado y la saga fumona de “Harold y Kumar”) y se esperaba una parodia cruel. Allí otro de los logros de la ficción: sin renegar del diálogo con la cultura pop, y de lo que significan los ’80 en tanto estética y sonido ampuloso, creó su propia fuerza. “Sabíamos que el programa podía volverse de manera muy rápida en una autopista para la nostalgia. No queríamos que fuera un envase vacío de fan service. Ese fue un desafío. La respuesta fue la de pensar la serie con varias temporadas y no meter todo en un solo arco. No quisimos restringirnos a colar todo los ’80 y las referencias a las películas. La intención es que la historia fuera orgánica y respetuosa de los personajes. No son personajes de los ’80: son personajes que crecieron en los ’80. Daniel sabe que en eso hay algo pasado de moda. Para Johnny, es lo contrario, cree que fue fabuloso. Para él es la mejor década de la humanidad y punto. Eso también nos dio para explorar una faceta cómica y la dualidad de lo que representan los ’80. Y eso se nota en cómo pasan la antorcha. Cada referencia tiene su impacto pero queremos que tenga su lógica dentro de lo que contamos”, explica Heald.

Para los realizadores, entonces, otro aspecto fundamental era el de introducir una nueva camada de karate kids y que la audiencia se sintiera apegada a ellos. “Jugamos a dos puntas, con los fans de base y los que desconocían la saga. Esto era lo más honroso. Que la audiencia se enamorara de los nuevos personajes. El reto estaba en el elenco y que simbolizaran distintos tipos de adolescentes actuales. Fue increíble ver como lo que habíamos pretendido finalmente sucedió”, expone Schlossberg. Allí están Robby, Miguel, Samantha (Mary Mouser) y Hawk (Jacob Bertrand), la troupe de karatecas abrazada por los centennials.

“Cada temporada es un caos”, asegura Mouser, quien encarna a la hija de Daniel LaRusso. “Tiene momentos muy bellos sobre las enseñanzas de Daniel y Robby, Johnny y Miguel, y para el resto es caos. La dinámica del tipo bueno y tipo malo y que el All Valley esté signado por el karate desde hace décadas, es lo que hace tan divertida a la propuesta”, asegura. Y están los nuevos íconos. El personaje de Jacob Bertrand es de los más reconocibles por su peinado mohicano y las contraluces de su identidad. “Si tuviera que definirlo con un movimiento diría que es un codazo en la cara. Lo ves venir. Sabés que va a pasar pero no vas a poder librarte del golpe. Hawk, además, es de esos personajes que están en esa zona difusa entre el bien y mal. Paso de ser víctima a muy agresivo. No hay un solo personaje que tenga una definición específica”, explica el intérprete. Por una cuestión etaria, ninguno había visto la saga original, por lo que todos se sorprendieron de las reacciones ante el fenómeno. “Conocía las escenas clave -el golpe en la rodilla, la imposición de manos, la grulla-, luego entendí por qué la gente se apasiona por este mundo. Haberla visto siendo parte del proyecto se volvió intimidante y gratificante a la vez”, asegura Maridueña. La prueba inexorable de que Cobra Kai ha llegado a una nueva generación está –cuando sino- en Internet. El fandom alucina con teorías que expanden la saga con lucubraciones insólitas. “Generalmente son coincidencias pero es muy intenso y divertido ver como conectan e imaginan cosas. A veces me digo '¡Sí! Totalmente. No había visto eso' ¿Cómo diablos se les ocurre eso? El público quiere participar a toda costa de Cobra Kai y eso te hace sentir muy especial”, confiesa Maridueña. Entonces, el karate no murió en los ’80 como pregunta un personaje en el primer capítulo de esta temporada. La respuesta es un "no" tan explícito como una patada en la cara.

Programados

* Confirmada la continuación para His Dark Materials (HBO y BBC One). La serie está basada en la saga literaria fantástica de Phillip Pullman. El viaje de Lyra (Dafne Keen) a través de distintos planos espacios temporales se completará en la tercera temporada.

* El after de After Life. Ricky Gervais trabaja sobre lo que será la tercera temporada de la serie pero el británico ha extendido su colaboración con la plataforma de streaming por tres series más. Propuso tres proyectos totalmente diferentes y la N roja decidió darle lugar a todas.

* A semanas del estreno, Amazon Prime Video anunció una segunda temporada para Salvajes. La ficción sigue a un grupo de adolescentes que busca sobrevivir en una isla tras un accidente de avión. El naufragio esconde un proyecto de investigación sobre un tipo de sociedad matriarcal. La serie fue creada por Sarah Streicher (Daredevil). Supervivencia, angustia adolescente, sororidad y grandes nexos con a Lost, The Truman Show y El señor de las moscas.

El personaje:

 

Charlie de Turn Up, Charlie (Idris Elba). Músico que pegó un one hit wonder y en el presente se las debe rebuscar como DJ. Pero eso tampoco paga las cuentas, así que acepta trabajar como niñero. Se buscó un trabajo honesto pero ni siquiera así tuvo suerte. La serie fue cancelada tras una temporada.