Miquel Bassols es psicoanalista y miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, que presidió de 2014 a 2018. Es autor de muchos libros sobre esta práctica, que “no es sólo una práctica terapéutica reducida a la privacidad de la consulta del psicoanalista; es también y sobre todo una posición ética ante lo que ya Sigmund Freud dijo que era “el malestar de la civilización”, y que Lacan tradujo en la exigencia, dirigida en primer lugar al psicoanalista, de estar a la altura de la subjetividad de la época”. En su libro Autoridad y autoritarismo, una lectura desde el psicoanálisis, investiga sobre un tema clave en la actualidad.

"El recurso constante a la ley jurídica no hace más que demostrar la falta y la crisis de una autoridad que no puede reconocer el sujeto político que está en juego. Resolver una crisis política con la fuerza de la ley lo que hace es desautorizar cada vez más cada una de las partes y no permitir que cada una se autorice en su posición de sujeto. Porque la ley por sí misma no es nada. Incluso la ley más fundamental necesita siempre de su interpretación", considera el autor.

--Entonces, ¿podemos decir que el Estado español no tiene autoridad en Cataluña y que es autoritario?

--Cuando un estado pierde su autoridad en una parte del territorio y utiliza la fuerza de la ley es cuando comienza el autoritarismo, sí. Cuando, además, no puede haber una parte ponderada en los reconocimientos de las autoridades, lo que viene es el uso arbitrario de la fuerza de la ley y de la fuerza física.

--Esta falta de autoridad, ¿favorece el crecimiento de opciones y líderes autoritarios?

--Cuando cae la autoridad, cuando no hay reconocimiento de la autoridad en la conversación, porque no hay autoridad que se sostenga si no es en una conversación continuada, entonces es el campo abonado para la aparición de los autoritarismos. Esto lo hemos visto en muchos momentos de la historia, y ahora, a pesar de las diferencias con otras épocas, estamos en un campo propicio para la aparición de lo que podría ser una autoridad absoluta que, por otra parte, mucha gente puede esperar como una solución. Cuando hay una falta de autorización en el acto político pueden aparecer figuras de líderes que no hacen una política en el sentido aristotélico de la palabra, de considerar al sujeto como un ser hablante, responsable de sus actos, sino que hacen un uso del poder que los des-responsabiliza de su acto, al tiempo que también des-responsabiliza al ciudadano. Debemos reivindicar la responsabilidad política, que no es sólo de los políticos, sino también de cada ciudadano.

-¿Estamos en un callejón sin salida?

--Político, económico y social, y la pandemia nos lo ha hecho ver más. La crisis también ha puesto de relieve que ahora es el momento de hacer aparecer la singularidad de cada sujeto en la responsabilidad de su acto político.

--¿Responsabilidad individual?

--Kavafis no habló sólo de una Ítaca. Al final de su poema, habla de la pluralidad de las Ítacas, cada una singular, para cada sujeto. O nos tomamos en serio que la política es uno por uno y que la lógica de los todos no funciona y lleva a las peores prácticas, o siempre nos encontraremos con el mismo callejón sin salida: prometer grandes tareas universales imposibles de cumplir y que sólo alimentan posiciones autoritarias que se fundan, precisamente, en discursos universales. Una de las cosas que ha puesto sobre la mesa el conflicto de Cataluña con el Estado español, el síntoma Cataluña, es que ha puesto de manifiesto, por un lado, la imposibilidad de resolver la autoridad política con un recurso a la norma jurídica.

--Josep Pla habló del “estado de espíritu de los catalanes” y lo definió como hamletiano.

--Jaques Lacan decía que Hamlet es la tragedia del sujeto moderno contemporáneo, el sujeto que, en nombre de un paraíso prometido, se inhibe en su acto, se queda inhibido ante la responsabilidad que debe asumir. Y esto es cierto: viendo un poco la historia de Cataluña, hay algo que se repite de estos actos digamos fallidos en términos psicoanalíticos, que dicen otra cosa de la que el sujeto suponía que iba a decir.

--Ser o no ser.

--Este ser o no ser siempre espera un reconocimiento del otro. Y, efectivamente, creo que el sujeto catalán, si es que se puede decir así, espera mucho el reconocimiento del otro, espera que lo autoricen..., por muchas razones históricas. Esto ha llevado a momentos de crisis y momentos de desecho que indican, como decía Pla, que en Cataluña hay un hambre de autoridad, un esperar a Godot..., y que los catalanes tienen un espíritu hamletiano. Me parece muy actual.

*Periodista. Entrevista publicada en El Punt Avui, Barcelona, 28/12/20.