“Cuando Marina Glezer me comentó de este ciclo y me preguntó si conocía o tenía alguna obra para hacer en radioteatro, lo primero que se me ocurrió fue hacer Ella de vuelta”, confía Luis Machín. Su interpretación radiofónica junto a Patricio Contreras de la obra de Susana Torres Molina volverá a la AM 750 este sábado a las 23, en el ciclo de ficción de la principal señal del Grupo Octubre. Ella fue uno de las primeras transmisiones de este ciclo, hace algunos meses, y volverá al aire este sábado. Además, la obra también significa mucho para los actores involucrados, pues no sólo cumplió numerosas funciones en el Teatro Payró de Buenos Aires y giró por las provincias del país (Machín recuerda especialmente Rosario y Mendoza): también viajó a Chile, de donde es oriundo Contreras. “Fue la obra con la que él volvió a actuar en teatro en Santiago, porque por cine o televisión va y viene, pero en teatro retomó con Ella”, destaca Machín. “En ese viaje él nos mostró ‘su’ Santiago y fue muy movilizante para él y para nosotros”, rememora Machín, sobre esa experiencia.

Una de las cosas que más le llamó la atención a Machín de la experiencia radiofónica fue cuánto recordaba el texto original y la interpretación de su compañero. Apenas comenzaron a trabajarla volvía no sólo la memoria de los parlamentos, también de las sensaciones físicas de su interpretación original y las tablas. “De alguna manera fue volver a vivir todo eso”, celebra. Los recuerdos de funciones agotadas, de giras y del reconocimiento junto a su colega reaparecieron gracias a la invitación de la AM 750.

Para Machín -52 años- el radioteatro es un género más vinculado a su madre o a la cotidianeidad de su abuela, pese a algunas experiencias pasajeras en sus comienzos en Radio Nacional Rosario y su participación en Bienvenido León de Francia, que situado a mediados de la década del ’50 recorría ese mundillo. Allí Machín interpretaba a un interventor (y censor) que después del golpe de Estado del ’55 contra Juan Domingo Perón, llegaba para marcar la cancha en las radios públicas, lo que terminaba con muchas figuras del momento. “Pero el teatro, o el cine, y el radioteatro son dos lenguajes muy distintos –advierte- y el radioteatro se alejó bastante de todos nosotros, entonces hay que traerlo a nuestros días pero teniendo en cuenta sus reglas”.

Desde luego, la principal regla del radioteatro es que todo debe pasar por la voz y el sonido. “Nos pusimos a trabajar en una línea donde lo sonoro es importante. La sonoridad de las palabras, su volumen, su gravedad”, recuerda. “Todo lo sonoro permite amplificar un espacio, una situación, dar mayor dramatismo o liviandad. Con la asesoría de Susana, quien volvió a dirigirnos, hicimos un trabajo muy artesanal a través de zoom”, revela. Así adaptaron el libreto al formato, pero también sus interpretaciones. “También Marina nos guió con una idea más general, porque coordina el ciclo y ya había tenido experiencias con otros elencos”. Aunque Machín describe a Ella como una obra “muy física”, explica que en el proceso descubrieron que también tenía un campo sonoro amplio e interesante.

Contra lo que la intuición pudiera sugerir, Machín asegura que para los actores, el radioteatro no excluye lo físico, aunque al otro lado del parlante no se vea. “Uno no deja de poner el cuerpo y eso es algo que en el registro fotográfico que nos hizo la radio eso está muy presente”, asegura. “Uno no deja de ponerle el cuerpo, de actuar, de tener una gestualidad parecida porque la voz es el reflejo inmediato de lo que el cuerpo propone”, ahonda.

¿Pero cómo trabajar eso en una obra que incluye, por ejemplo, una pelea cuerpo a cuerpo entre sus dos protagonistas? “Como teníamos que estar lejos no teníamos posiblidad de agarrarnos, así que usábamos el roce de nuestro propio cuerpo”, confiesa Machín. Estos “trucos” para apoyar la interpretación, considera el actor, no son diferentes a lo que le pasaba a las estrellas del radioteatro de antaño. “También le ponían el cuerpo y después además hacían la obra en giras, así que seguían poniendo el cuerpo, es cierto que había algo importante en sus intenciones vocales, pero el cuerpo estaba muy presente”.

“La actuación es cuerpo, es voz, es mente. Por eso no lo puedo pensar si no es con un cuerpo involucrado en esa especie de lucha que es también esta obra –reflexiona–. Además con la relevancia que cobra en estas épocas el tema de los cuerpos, que no pueden estar en contacto”. Ella, insiste, era una obra muy física: “era una obra con mucho contacto, que intimidaba, estaban nuestros cuerpos casi desnudos, apenas cubiertos por una toalla, trenzados en lucha, y eso no está ausente en esta versión radiofónica”.

La tensión presencia-ausencia, signo de época, también viene a la mente de Machín. “Hay una responsabilidad histórica en la actuación de mantener vivo el espíritu de lo que genera la ficción en la gente. Por eso esta fue una época tan dura para nosotros. Si no hay forma de que los cuerpos se mezclen y podamos hacer una ofrenda presencial, teatral, se busca otra forma: como el radioteatro”.