“Se están equivocando con la salud”, se tituló la última nota de Joaquín Morales Solá en el diario La Nación. Hablaba del gobierno de Alberto Fernández, en particular del propio Presidente y los dos principales funcionarios del área, Ginés González García y Carla Vizzotti. Después de leerla, se puede concluir que el título sería particularmente acertado, siempre que se concentre el juicio en Joaquín Morales Solá y el diario La Nación.

Para atacar la política sanitaria, Morales Solá y La Nación se dedican a difundir información falsa sobre los dos avances más esperanzadores en la lucha nacional contra el coronavirus: las vacunas y el suero equino hiperinmune. Muchos periodistas atribuyen la frase “Nunca dejes que la verdad te arruine un buen título” al magnate sensacionalista William Randolph Hearst, el mismo que inspiró El ciudadano, la película más elogiada de la historia del cine. Más allá de su dudoso origen, está perfectamente aplicada en este caso.

Una aclaración necesaria

En esta nota se considerará que lo firmado por Joaquín Morales Solá es lo que Joaquín Morales Solá ha investigado y confirmado.

Es una convención.

De acuerdo a su costumbre, JMS utiliza una única fuente. En este caso, ni siquiera la identifica. Pero como se encargó de transparentar en otra nota el diario La Nación, se trata de su consultor sanitario de cabecera, el ex ministro de Salud de Mauricio Macri, Adolfo Rubinstein, rebajado sin queja a ex secretario por su propio Gobierno.

Su gestión es tan recordada por sus fracasos como por su intrascendencia. Como lo retrató recientemente Ginés González García: “Rubinstein no solo ha sido un pésimo ministro, es aún peor como ex ministro. Bastante daño ha hecho antes como para que siga haciéndolo ahora”.

Primera sorpresa: la vacuna

Ni Rubinstein se atreve a sumarse al ataque irracional contra la vacuna Sputnik de Elisa Carrió (que hasta denunció al Presidente por “envenenamiento”), por lo que JMS opta por la sobriedad a la hora de calificarla, aunque después repita en forma de preguntas todas las falsedades que los medios opositores utilizan para desalentar su uso. “Es probable que la vacuna Sputnik V sea una buena vacuna; Rusia tiene una larga historia de científicos eficaces”, asegura. Así que se concentra en la trivialidad que dominó las tapas de la cadena nacional privada de los últimos días: el sainete de la segunda dosis.

“La viceministra de Salud, Carla Vizzotti, aseguró que podría darse masivamente la primera dosis en lugar de aplicarles dos dosis a menos personas. Parecía desde el principio una solución propia de los desesperados, pero su propuesta resultó más dañina todavía cuando la comunidad científica aclaró que la segunda dosis de la vacuna Sputnik V no es un refuerzo de la primera (como sucede en casi todas las otras vacunas), sino un complemento necesario para que la vacuna funcione correctamente. La solución Vizzotti era simplemente inviable”, escribió JMS que enseguida se preguntó: “¿Cómo puede una alta funcionaria de la autoridad sanitaria confundir la primera con la segunda dosis de una vacuna?”

La respuesta es sencilla, nunca lo hizo.

Las declaraciones de Vizzotti fueron realizadas en una entrevista con este diario. En ella no aseguró que se daría masivamente la primera dosis sin aplicar la segunda y mucho menos confundió la primera dosis con la segunda. Todo el argumento de JMS se reduce a una falla en la comprensión de textos, ese error que tantas notas de La Nación le adjudican a la mayoría de la juventud argentina.

Para que no queden dudas, se puede reproducir el diálogo:

--¿Están evaluando dar, en vez de dos dosis, una dosis a más gente como están realizando otros países?

--Tenemos que tener una mirada realmente amplia porque ésta es una situación absolutamente inédita y las decisiones se tendrán que tomar en tiempo real y a medida que vayan surgiendo informaciones de otros países. Los intervalos de interdosis de las vacunas son como mínimo de 21 días, pero si pasa más tiempo entre una y otra aplicación no es un problema relevante. (…) En este contexto de pandemia es muy lógico pensar que se pueda vacunar a más gente con la primera dosis y diferir la segunda para cuando ya esté controlado el brote.

--¿Qué ocurrirá, en caso de seguir este camino, con la aplicación de la Sputnik V que ya comenzó?

--En el caso puntual de la Sputnik V se trata de dos componentes distintos y la segunda tanda de 300 mil que llegarán al país la próxima semana serán aplicados a los que se dieron la primera dosis.

Resumiendo. En relación a la propuesta de dar solo una dosis, Vizzotti dice con criterio que habrá que analizar la experiencia en ese sentido que están desarrollando países europeos como Gran Bretaña y España. En relación a su desconocimiento sobre las diferencias entre la primera y la segunda dosis, Vizzotti dice exactamente lo contrario a lo que le adjudica JMS.

¿Vizzotti debería renunciar, como reclama JMS, o él debería leer lo que critica?

Segunda sorpresa: el suero equino

El 22 de diciembre pasado la Anmat aprobó el uso en adultos del suero equino hiperinmune para los casos “moderados a severos” de Covid-19. Como en todos los medicamentos desarrollados en el contexto de la pandemia, el permiso es de emergencia. El suero equino es el primer desarrollo íntegramente argentino contra el coronavirus, y genera expectativa en el mundo. El 11 de enero, Alberto Fernández recorrió las instalaciones de Inmunova, la compañía biotecnológica que desarrolló el suero en un emprendimiento público/privado.

En su nota del 13 de enero, JMS escribió que “como el Presidente es abogado y no científico, debe suponerse que avaló públicamente el suero equino por recomendación de sus funcionarios sanitarios. Otro error. No hay ninguna comprobación científica de que ese suero sea útil para curar la enfermedad del Covid-19 o que evite la mortalidad. La conclusión científica fue tajante: ‘No hay diferencia significativa en la incidencia de mortalidad’, dice cuando analiza el suero equino”.

Como se ve, ignoró completamente la autorización de la Anmat y todo lo publicado hasta en la propia La Nación, por su única experta en periodismo científico. “El ensayo clínico que permitió obtener esta aprobación evaluó su seguridad y eficacia en 242 pacientes (…) enrolados en 19 hospitales (…) Los resultados mostraron beneficios significativos; en especial, en los pacientes con cuadros más graves: ‘45% de reducción en la mortalidad, 24% en necesidad de derivación a terapia intensiva y 36% en uso de asistencia respiratoria mecánica’, destacó el infectólogo Gustavo Lopardo, que lideró el ensayo clínico y fue el director del proyecto Solidarity (de la OMS) en el país”.

Las temerarias afirmaciones de JMS dejan de lado todas las presentaciones realizadas ante la Anmat por un equipo encabezado por profesionales con reconocimiento internacional como los doctores Fernando Goldbaum, Gustavo Lopardo y Waldo Belloso, que el pasado 8 de enero protagonizaron un webinar organizado por la Sociedad Argentina de Infectología, donde se presentaron ante más de mil pares los resultados de su ensayo clínico.

Tampoco dice nada JMS sobre la inminente difusión de sus conclusiones en forma de preprint, como se puso de moda por la pandemia, y su envío, con 35 autores principales y 80 secundarios, para su publicación en una de las más prestigiosas revistas científicas mundiales.

Cuando el ministerio de Salud empiece su distribución masiva en hospitales la semana próxima, el país lograría un considerable ahorro en vidas y recursos. Los laboratorios ligados a la iniciativa aseguran que pueden producir unas 12.000 a 15.000 dosis mensuales, que alcanzarían para cubrir las necesidades actuales de infectados moderados o severos en la Argentina. 

Claramente, una muy mala noticia para La Nación.

La Nación muestra la hilacha

JMS no cita ninguna fuente para sus afirmaciones, pero La Nación, ansiosa por profundizar su campaña de desánimo, dejó al descubierto la identidad del informante. Con el insólito título de “Del dióxido de cloro al suero equino. Inventario de tratamientos contra el Covid”, el diario puso al mismo nivel el desarrollo aprobado por la Anmat, con el “tratamiento” que, sin ningún respaldo científico, un juez intentó imponer al Sanatorio Otamendi para que se le aplique a un enfermo grave. La elección para la analogía no es casual, las críticas de las organizaciones médicas al dióxido de cloro recibieron una enorme cobertura mediática en las últimas horas gracias a la disparatada intervención judicial.

La nota firmada por Gabriela Origlia consiguió una sola voz “especializada” que avale el rechazo al suero equino, casualmente en los mismos términos que había usado desde el anonimato en el editorial de JMS: la de Adolfo Rubinstein. A favor de Origlia, hay que decir que no oculta la participación del organismo regulador, simplemente la critica en las palabras del ex ministro/secretario: “Rubinstein entiende que la Anmat no debería haber aprobado el suero equino porque el estudio es ‘negativo’ ya que ‘si bien mostró una tendencia positiva para pacientes Covid-19 moderados a graves no hubo diferencias estadísticas significativas; las muestras son pequeñas para determinar si la tendencia se consolida’.”

Para conseguir su cometido, la nota que compara al dióxido de cloro con el suero equino también ignora todo lo publicado por Nora Bär en la propia La Nación. No es un problema periodístico, es una decisión política.

En línea con lo planteado en las últimas apariciones de Mauricio Macri, la ofensiva mediática contra el Gobierno no vacila en colocar la salud de los argentinos en el medio de la llamada “Grieta” y cualquier racionalidad es sacrificada en el altar de la polarización.

En Argentina ya murieron 45.000 personas por Covid-19, en el mundo ya se pasaron los 2.000.000. Además de la amenaza directa a su salud, para mucha gente la pandemia también arrasa con la organización de su vida cotidiana y la forma de ganarse el sustento. Por ello las habituales mentiras y exageraciones con que medios y políticos opositores intentan desgastar al Gobierno multiplican su peligrosidad cuando se concentran en las decisiones que afectan la sobrevivencia de buena parte de la población.

¿Habrá llegado el momento en que hasta JMS y La Nación comprendan la criminalidad de persistir en ese camino?

Lamentablemente no lo parece.