Tras varios días de postergaciones, finalmente el vuelo a Rusia a buscar vacunas salió este martes a las 21.10 y regresará el jueves al mediodía. En el aeropuerto de Moscú todavía se estaba preparando la carga, pero el visto bueno llegó cerca de las 15 y el anuncio oficial correspondió a Aerolíneas Argentinas. Como viene adelantando este diario, en el marco de una guerra feroz por las vacunas, la Argentina recibirá el tercer cargamento que sería de unas 220 mil dosis. Es un logro de máxima importancia.

El vuelo AR1062 significó una cantidad enorme de gestiones, por una combinación de factores. De un lado, la provisión de vacunas está más que difícil y, como en el caso de los demás laboratorios, hubo demoras en la fabricación de la Sputnik V. El otro factor es el embalaje, las cajas térmicas que provee la empresa DHL, y que como otros insumos, está faltando en todo el planeta. En algún momento fue difícil conseguir el vidrio para las ampollas, en otros momentos las jeringas y son conocidos los operativos que hubo que lanzar al principio para proveerse de respiradores y luego barbijos y vestimenta para el personal de la salud. La conjunción de dificultades explica que no esté todavía precisada la cantidad de dosis que vienen, porque el embalaje se estaba terminando, pero la cifra que se mencionaba era de 220 mil. Se completaría así el primer medio millón de vacunados.

La producción en serie de las vacunas requiere de reactores y lo que se llama el escalado celular. El Instituto Gamaleya había adelantado que, en principio, las vacunas que se producirían en Rusia serían para los ciudadanos rusos y que la provisión para el resto de los países provendría de India y Corea del Sur. El cálculo es que la planta de India estará en condiciones de producir 10 millones de dosis mensuales desde febrero y, al mismo tiempo, se está terminando una planta también en Rusia que producirá una cantidad similar.

Con este envío, el Fondo Directo de Inversión de Rusia (RDIF) y el Instituto Gamaleya avanzan en el cumplimiento de lo contratado con la Argentina, con la intervención de ambos gobiernos y diálogos directos entre Vladimir Putin y Alberto Fernández. Todavía se está muy lejos de los cuatro millones de dosis 1 y un millón de dosis 2 que figuran en el contrato. Pero es cierto que esto sucede en tiempos en que otros laboratorios, como Pfizer en Europa, están atrasados en las entregas más de un mes y la situación bordea el escándalo y las denuncias penales. Otra vacuna, la de Oxford-AstraZéneca iba a estar aprobada en Europa en la primera semana de enero y recién tendría el visto bueno dentro de dos semanas. En la propia Rusia, hay distritos --San Petersburgo, entre ellos-- que reclaman vacunas y están a la espera. En el Viejo Continente el panorama es mucho más complicado porque el frío trajo un durísimo rebrote y hay toque de queda en casi todos los países, afectando la vida cotidiana y la economía de forma catastrófica. En Portugal, por ejemplo, el toque de queda empieza los sábados y domingos a las 13, es decir al mediodía. En Francia a las 18, en España a las 21. Habiendo pagado más de 21 mil millones de euros a Pfizer, Europa no llega a los dos vacunados cada 100 habitantes.

En la última semana, Aerolíneas Argentinas renovó día por día los permisos, los planes de vuelo y las tripulaciones, para tener todo listo para cuando llegara la instrucción de volar a Moscú. Varias veces el AR1062 salió anunciado, incluso por Aeropuertos Argentina 2000, pero la señal de largada no llegaba.

En el Gobierno había una doble sensación.

* Por un lado, preocupación porque era imperioso lograr el abastecimiento de vacunas firmado por contrato. En la Casa Rosada se repetía una y otra vez: “tranquilos, hasta el momento Rusia cumplió con lo que nos anticipó. Los grandes diarios primero dijeron que no venía la dosis 1, después que la dosis 2 ni siquiera existía y que el plan era no aplicarla. Vinieron las 300 mil vacunas de las dos dosis y nos proveerán del resto”.

* En segundo lugar, en el Ejecutivo hay conciencia de las enormes dificultades de las vacunas en todo el mundo y, por lo tanto, el razonamiento era: “habrá atrasos, tal vez de un par de semanas, es algo normal. No hay que desesperarse. Hace unos meses ni soñábamos con empezar a vacunar antes de abril”.

Tampoco la vacunación va a un ritmo vertiginoso. Como en el resto del planeta, se arrancó lento y recién en estos días se están terminando de aplicar las 300 mil dosis que aterrizaron el 24 de diciembre. Con la llegada de esta partida se seguirá adelante con el proceso iniciado, principalmente para completar la vacunación del personal de salud.

La provisión de vacunas seguramente se normalizará con el correr de las semanas. Como se sabe, el laboratorio mAbxience --del grupo Insud de Hugo Sigman-- despachó el lunes seis millones de elementos activos para la fabricación de la vacuna de Oxford-AstraZeneca. En México se hará la preparación final y el compromiso es que a la Argentina llegarán 22 millones de vacunas a fines de marzo. Hasta entonces, se busca cerrar una negociación con el laboratorio chino Sinopharm; existe la posibilidad de un posible adelanto de dosis de Oxford-AstraZeneca; un diálogo difícil con Pfizer por una partida de un millón de dosis; promesas difusas de Covax, el sistema de distribución de vacunas implementado por la Organización Mundial de la Salud, y hasta hay una expectativa con la vacuna de Johnson&Johnson, en la que también participaron científicos argentinos.

Pero fuera de estas negociaciones a varias puntas, lo concreto es la provisión de la Sputnik V, en el vuelo AR1062 y en los vuelos de las semanas que vienen