Post. Imaginar el después surgió como una propuesta del Museo Nacional del Grabado a partir del aislamiento social preventivo y obligatorio que el Gobierno Nacional decretó en marzo de 2020. La pandemia –ya no es novedad- trastrocó las costumbres, pero sobre todo puso a repensar las relaciones entre los seres humanos en todas sus dimensiones. Así que las curadoras Cristina Blanco (ahora directora del MNG) y Silvia Dolinko propusieron a dos artistas y dos colectivas de artistas reflexionar sobre la corporalidad, los lazos sociales y la propia producción artística en el contexto de aislamiento. Desde entonces la propuesta atravesó tres etapas. En la actual se puede visitar (¡presencialmente, por fin!) parte de la producción de estos artistas en la Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985), que alberga al MNG.

En las redes de la Casa Nacional del Bicentenario hay registro de la primera etapa –clips en que artistas y colectivos compartían sus procesos, reflexiones e ideas-, un video que da cuenta de la llegada de parte de esa producción a la vidriera de la CNB, que era la segunda etapa. Ahora Post está en su tercera etapa ocupando toda la planta baja de la CNB y la próxima, que comenzará a fines de febrero, será su incorporación a la muestra Transformación. La gráfica en desborde, que es justamente la exposición que Dolinko y Blanco preparaban cuando irrumpió la pandemia.

De Post participan las colectivas Boba –de La Plata-, Fábrica de Estampas, la artista Ivana Vollaro y su colega Pablo Rosales. Vollaro trabaja fuertemente sobre la noción de tiempo suspendido que impone la comunicación digital, los cortes y el tiempo de espera para cargar una página, una aplicación, un video. En las paredes estampó la imagen de espera/carga de archivo de su computadora y una serie de cartulinas/postales con las frases que todo el mundo aprendió a odiar mientras intentaba comunicarse con su aula, su trabajo o sus vínculos afectivos. Vollaro trabaja mucho sobre la palabra y su enfoque de lo gráfico se acerca más al arte conceptual.

Rosales, en tanto, propone un mural donde se multiplican mensajes y sentidos, que se enciman, se empujan y se plantean límites a la práctica artística (todo bajo el lema subyacente de “la historia del arte no existe”). El mural, en este sentido, funciona como reflexión final sobre los videos que Rosales propone en la etapa anterior del proyecto.

Esa mirada hacia adentro de ambos artistas (una pensando sobre las dificultades para relacionarse, el otro introspectivo sobre el propio hacer) tiene su contrapeso ante la producción de las dos colectivas. Porque lo particular es que tanto Fábrica de Estampas como Boba, en contraposición a sus colegas particulares, no sólo insisten sobre lo colectivo, sino que lo refuerzan. Así, Fábrica de Estampas estira sus manos hacia proyectos sociales –y también colectivos- de insersión territorial, como comedores comunitarios, de esos que no pueden frenar su actividad, con o sin covid, y luchas de base, como la Ley de Humedales. Y los convierten en banderas –bellísimas, tanto que dan ganas de tener una propia- sobre tela de arpillera.

Finalmente Boba, el colectivo sobre arte contemporáneo –una revista, muestras, redes sociales-, aprovechó el presupuesto del que disponía no sólo para generar obra propia, sino para comprar obra de colegas –individuales y otros colectivos- de La Plata y así construir una pared gráfica polifónica. En el ala de Boba aparecen también sus publicaciones en papel y videos con sus propuestas de clips (con citas a la ciencia ficción de Ursula K. Le Guin, por ejemplo), porque es el único modo de dar cuenta cabal de su carácter multiplataforma y multisoporte.

Uno de los puntos más interesantes de Post en su forma actual es que en ningún momento los artistas necesitan recurrir a “pandemia” o “covid” para marcar el signo de su tiempo. El contexto está presente e impone la lectura de la obra tanto como su factura. Y en última instancia, deja también a criterio del espectador cómo se saldrá de esta situación, hay algo que subyace: si no salimos mejores de la pandemia, al menos saldremos valorando mejor las relaciones.