En el fútbol suele creerse que solo los futbolistas se exponen en la vidriera. Sus dirigentes cuando son aspirantes a políticos también. Mauricio Macri marcó un camino cuando llegó a Boca en 1995. Los resultados son conocidos. Se valió del éxito deportivo para hacer negocios privados con fondos públicos en el gobierno porteño. En el club ya había sido un adelantado en distintos experimentos de dudosa procedencia: el fondo común de inversión La Xeneize, ACE Sociedad Anónima, un convenio frustrado con ISL. 

River tiene ahora un candidato potencial a cargos electivos que todavía no se define: su presidente Rodolfo D’Onofrio. Se reúne aquí y allá con referentes de la derecha en Cambiemos y funcionarios del gobierno. Cada vez que puede eleva su perfil social y juega a dos puntas. Mientras tanto, la economía de su institución cruje por las deudas. 

En Boca la dupla Macri-Angelici está preparando la cancha para las elecciones del 2023. Falta mucho, pero no es menor que coincidirán otra vez con las nacionales, como sucedió en 2019. Para ambos es un mal recuerdo: perdió el primero la reelección y se conchabó en la Fundación FIFA y el candidato bendecido por el Tano, Cristian Gribaudo, también cayó derrotado en La Bombonera con Jorge Amor Ameal.

En el oficialismo boquense se tomó como un indicio de lo que vendrá una foto reciente y polémica de Angelici con Carlos Tevez en Pinamar. No cayó bien en el club, pero el presidente neutralizó su efecto con diplomacia. Dijo: “Nadie puede elergirle los amigos a otro, como no me los pueden elegir a mí”. En efecto, ni los amigos, ni los socios. Sobre todo en este mundo globalizado donde el secretismo de los paraísos fiscales y las SA a nombre de testaferros favorecen ciertos negocios. Los hizo el ídolo de Boca con Macri en los parques eólicos. El 17 de febrero de 2019 el diputado nacional Rodolfo Tailhade expuso la combineta: “Carlos Tevez socio de la familia Macri en un fraude al estado. Según los papeles que muestra @Emiliadelfino, puso 10 mil pesos y se llevó más de 9 millones de dólares”. Se basaba en una investigación de la periodista del diario Perfil.

Esa vinculación comercial quedó reflejada en documentos que la prueban. Aunque no tanto la del jugador con Angelici, que a su vez es política (“Van a venir con todo en 2023”, le dice un alto directivo boquense a este cronista). El ex presidente del club hasta diciembre de 2020 habría estado involucrado en el negocio de la energía también. Lo denunció Mariana Nannis, la ex esposa de Claudio Caniggia, en la causa 8312/2019 por administración fraudulenta que le inició al ex futbolista. Guillermo Barros Schelotto fue otro de los jugadores que se asoció al negocio de las energías renovables. Según le confesó Mariano Macri a Santiago O’Odonell en el libro Hermano: “En todas esas operaciones de energías alternativas a nosotros (Mariano, Florencia y los hijos de Sandra) la empresa nunca nos pasaba un papel…” Se refiere a los hermanos menores de Mauricio y sus sobrinos.

La relaciones comerciales de Macri y Angelici con futbolistas son visibles pero no las únicas que protagonizan dirigentes, intermediarios y deportistas. Se reproducen al ritmo de los negocios que se presentan. Pueden ser con parques eólicos, pases de otros jugadores o incluso en la compra de clubes. Un dato insoslayable para entender este tipo de emprendimientos lo dio Christian Bragarnik en octubre de 2020. El empresario dueño del Elche de España y con intereses en Unión La Calera de Chile y Defensa y Justicia, confesó que los delanteros Darío ‘Pipa’ Benedetto y Gustavo Bou, del Olympique de Marsella y el New England Revolution de la MLS estadounidense, integran el grupo inversor que compró el club español en diciembre de 2019. En sus declaraciones a Radio La Red, muy suelto de cuerpo, agregó: “Salió un poco de ellos. Son parte del grupo que me acompaña y trabajamos todos en conjunto. Quisieron entrar y están contentos porque esto es un poco de todos”.

Avanza una nueva era en el fútbol profesional. Jugadores que son patrones o dueños del pase de otros jugadores.

Mientras en Boca se espera un desembarco paulatino del macrismo explícito con Tevez como aliado, Ameal y su comisión directiva se mantienen en estado de alerta. Ése es su frente interno, donde descansan en la inigualable idolatría que genera Juan Román Riquelme y los resultados. Dos títulos locales consecutivos ayudaron a moderar los efectos negativos de la eliminación con Santos en la Copa Libertadores. Pero los dirigentes tienen otro frente futbolístico vigente donde comparten impresiones con el River de D’Onofrio. Quedaron afuera del manejo de la Liga Profesional y no les cierra Claudio Chiqui Tapia, a pesar de su conocida identificación con Boca. Se quejan de que la gran audiencia televisiva y en plataformas digitales la ponen sus clubes (poco más de un 70%) y que no reciben los ingresos que consideran equivalentes.

Las elecciones boquenses todavía están muy lejanas, pero no las de River – a celebrarse en diciembre de 2021 – que a D’Onofrio le imponen un tope estatutario porque no podrá competir por un tercer mandato. El presidente no es un improvisado en la política a la que pretende llegar para competir en las grandes ligas. Militó en los años 60-70 en la Juventud Unida Católica (JUC) y junto al padre Carlos Mugica en la Villa 31 de Retiro. Egresado del Nacional Buenos Aires, se formó en ese prestigioso colegio junto a la cúpula de Montoneros aunque no adhirió a la lucha armada. De ese pasado queda lo que define como su “compromiso social” que materializó con algunas iniciativas en el club que preside. Su crecimiento como empresario fue en simultáneo: con mucha historia en el mercado asegurador, se diversificó a la actividad gastronómica con una cadena que comecializa sushi, un negocio de calzado femenino, una compañía de créditos prendarios para autos y un hotel.

Esa dispersión emprendedora que administra desde su oficina en Barrio Parque tiene alguna conexión con su perfil político partidario, convertido por ahora en un enigma. Con el Frente de Todos no necesita intermediarios para llegar a la Casa Rosada. Conoce al Presidente Alberto Fernández desde comienzos de los años ’90, cuando aquel era superintendente de Seguros de Carlos Menem y él lideraba la Asociación de Compañías en ese segmento. También tiene una relación cercana con Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli, su vicejefe de Gobierno y conocido hincha riverplatense. A ese nivel, el fútbol es el mayor abrepuertas y D’Onofrio se aleja de River como dirigente para ingresar de lleno en la política. ¿A cuál de las dos principales fuerzas políticas se sumará? No se sabe. Por ahora no declaró con qué camiseta quiere jugar o si hay una tercera vía.

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