Aun en la imposibilidad de salir al encuentro con el público, las artes escénicas encontraron en el contexto de aislamiento la posibilidad de ensanchar los límites de lo posible. Y de esa paradoja da cuenta la nueva edición del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), que tuvo su apertura ayer en Mandarine Cultural Tent (Complejo Punta Carrasco) con el estreno en simultáneo de la obra italiana Comizi d´amore y de un dispositivo escénico diseñado especialmente para garantizar la presencialidad sin descuidar los protocolos sanitarios.

Inspirada en el documental homónimo que Pier Paolo Pasolini estrenó en 1965, en el cual buscó retratar los pensamientos de la sociedad italiana respecto de la sexualidad y el amor, la versión local absorbe la impronta del trabajo de la compañía teatral italiana Kepler-452, quien en 2016 trabajó en la adaptación teatral del film y que hoy coproduce y dirige a distancia junto con los realizadores argentinos.

De manera colectiva, y vía Zoom, los Kepler -Paola Aiello, Enrico Baraldi y Nicola Borghesi- trabajaron la dirección y dramaturgia junto con los directores y autores locales Martín De Goycoechea y Gonzalo Facundo López en una puesta de teatro documental que transcurre en el epicentro de un círculo formado por autos, dispositivo creado por el arquitecto y escenógrafo italiano Emanuele Sinisi (ver aparte).

De uno y otro lado del océano, el quinteto trabajó a contrarreloj, desde enero a la fecha, para montar la puesta que se verá también este sábado y domingo a las 21. “Hicimos una obra en cuatro semanas. Es una completa locura, pero es una postura que el FIBA se juega al generar un espacio de creación e investigación sin presiones en el resultado”, comienza De Goycoechea, quien también integra el elenco junto con otros cuatro performers que, a diferencia de él, no son profesionales: Felipe De Goycoechea Quinn, Jimena Carol, Olga Elba Cruci y Stefy Fernández Requeijo.

“Nos interesaba formar un elenco diverso, con personas de distintos ámbitos, edades y clases sociales que pudieran hablar de sus pensamientos acerca del amor y el sexo”, dice por su parte López. “Todos tenemos una opinión formada sobre estas temáticas, entonces lo interesante son las narrativas individuales. Hay algo confesional que tiene la obra, y eso hace que se ponga en juego también la historia de cada espectador”, agrega De Goycoechea.

Mientras ambos dirigieron los ensayos de manera presencial, los Kepler supervisaron el proceso a distancia. “Dirigir por zoom, desde otro continente, ha sido emocionante y terrible al mismo tiempo”, cuentan en diálogo con Página/12. “Tuvimos la fortuna de encontrar dos colaboradores argentinos como Gonzalo y Martín que han hecho posible un trabajo disparatado como este. Hablamos mucho y tratamos de transmitirles nuestro espíritu y nuestra poética, y les confiamos la ejecución práctica de nuestras indicaciones. Este proyecto fue para nosotros un viaje extrañísimo a un país como la Argentina en el cual no estuvimos nunca y que ahora nos parece conocer. Y lo mismo nos ocurre con los artistas argentinos, a quienes creemos conocer, pero a quienes nunca vimos en vivo. Por eso en esta experiencia hay momentos donde todo es bellísimo y otros en los que la frustración de quedarnos fuera de la presencialidad, que es la parte más bella del teatro, es monstruosa”.

Al desafío de la distancia, se sumó la inclusión del dispositivo propuesto por Sinisi en la puesta en escena. “Siempre el espacio repercute en el pensamiento del material. Y en este caso eso ocurre de manera muy radical, porque el espacio en sí es desolador, ya que es un estacionamiento al aire libre donde no estás amparado por nada. Con lo único que contamos es con los autos, y eso influyó en la puesta, porque tenemos que trabajar todo el tiempo con la conciencia de trabajar con una dimensión de 360 lo cual es muy difícil”, comenta López respecto del dispositivo con el que también podrán verse otras dos piezas argentinas: Fuego y pasión, con dirección de Jorge Eiro (3 y 4 de marzo) y Boom Chapadama, con dirección de Lautaro Simione (6 y 7 de marzo).

Pero lo que parecía imposible, dada la incertidumbre del contexto y lo innovador de los recursos, fue tomando forma. “Nos atrevimos a esto porque tanto a Martín como a mí nos interesan mucho los riesgos. Y no sé si es teatro esto que estamos haciendo. Creo que es otra cosa. Es una experiencia de reconexión con el teatro presencial para nosotros y también para los Kepler, que en este momento están en cuarentena”.

La temática de hablar de amor y sexualidad en tiempos del Covid también sintoniza con la dificultad del proyecto. “Lo interesante son las miradas individuales sobre estas cuestiones”, plantea De Goycoechea. “La obra bordea un nivel sensible de honestidad en el territorio de la actuación porque la mayoría de los performers no tienen herramientas técnicas para construir ficción, y ahí se logra una potencia expresiva interesante. Y ese proceso de reconstrucción identitaria de la enunciación personal de las historias vinculadas al sexo y al amor, fue también muy fuerte para el elenco y por momentos algo de eso flota en escena”.

* La reserva para el espectáculo se realiza en buenosaires.gob.ar/festivalesba

Convivio con distanciamiento

Cuando en 2020 el mundo se sacudía ante la realidad de la pandemia, el arquitecto y diseñador de escenografía italiano Emanuele Sinisi comenzó a pensar en posibles respuestas para el futuro inmediato de la actividad escénica. Así fue que diseñó el proyecto de Teatro Pandémico a través de unos bocetos de espacios escénicos pensados para preservar el convivio teatral sin romper el distanciamiento.

El círculo de autos como espacio que contiene la obra, y que se presenta en el FIBA, fue la primera idea que tuvo, entre otras, y que busca dar cuenta del poder resiliente de las artes escénicas. “Cuando empezó a difundirse mi proyecto, entendí que estaba siendo la voz y el desahogo de un sufrimiento colectivo y compartido entre personas que, al igual que yo, advirtieron la misma urgencia de hacer teatro. Traté de pensar modalidades nuevas y seguras de relacionar al espectador con la obra”, cuenta en diálogo con Página/12.

- Esta es la primera vez que este dispositivo se pone en práctica en el mundo. ¿Cómo evalúa esta experiencia?

- Teatro Pandémico se está transformando en una realidad gracias al coraje y a la sensibilidad del FIBA, del Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires, el Teatro Coliseo y los artistas y dramaturgos involucrados, que han creído en mis propuestas. Todos han entendido el significado profundo del Teatro Pandémico, y de que en sus manos no es un mero contenedor o perímetro donde transcurre la obra, porque han sabido llenarlo de significado, combinarlo con sus otros lenguajes personales y adaptarlo a sus dramaturgias. Este era exactamente mi deseo con este proyecto un año atrás. Y ahora que se realiza no puedo hacer más que agradecer a todos ellos.