El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, defendió ayer la meta de inflación del 17 por ciento para este año. Aseguró que “la sociedad podrá evaluar a final de 2017 las promesas de la autoridad monetaria” y se mostró tranquilo frente a los anuncios del Fondo Monetario Internacional y de las consultoras privadas en los que se estima una suba de precios por arriba del 21 por ciento. El titular del organismo celebró que en los últimos 15 meses las reservas internacionales subieran del 6 al 10 por ciento de PBI y aseguró que la intención en el corto plazo es alcanzar un stock de reservas del 15 por ciento. Se trata de la misma cifra que tiene Chile y, según el funcionario, es uno de los requisitos para apuntar a una Argentina en condiciones de Investment Grade. Sturzenegger volvió a insistir con la idea de que el tipo de cambio no está apreciado y que “los turistas argentinos yendo de compras a Chile no tienen que ver con la paridad del dólar, no es un problema que se resuelva con el tipo de cambio”.  

 El titular del Central aseguró que la suba de la tasa de interés de la semana pasada fue una decisión necesaria para recuperar los niveles de rendimiento en pesos que había a finales del año pasado y garantizar “la desinflación”. Planteó que en los primeros meses de este año la inflación núcleo (es decir, la que no se asocia a precios regulados como las tarifas ni a bienes y servicios estacionales como la fruta, las verduras y el turismo) no registró una baja respecto de la computada en el último trimestre de 2016. Indicó que los precios minoristas de febrero y marzo subieron por encima de lo pensado y, al no observare una moderación del proceso inflacionario, se decidió subir la tasa. Insistió en que a partir de mayo los precios volverán a bajar e indicó que las expectativas inflacionarias para los próximos 12 se desaceleraron. 

 El argumento de Sturzenegger de ayer fue poco consistente con lo expresado en anteriores conferencias de prensa, durante el año pasado, cuando afirmaba que las decisiones sobre la tasa nunca se toman mirando el pasado sino que siempre se mira lo que viene. Es decir, lo que importa son las expectativas para los próximos meses. La baja de la tasa de interés desde junio de 2016 hasta diciembre pasado la justificó en base a que las expectativas de inflación del mercado estaban bajando. Ahora volvió a plantear que el mercado cree que la inflación se desacelerará en los meses que viene, por lo que siguiendo la misma lógica debería anunciarse una baja y no una suba de las tasas. 

 El problema del Central es que no puede justificar una inflación que no cede. El rezago de la emisión monetaria de seis meses con el que argumentó la suba de precios para la primera parte de 2016 se agotó y hace casi un año y medio que aplica una política de tasas de interés como único instrumento para enfrentar el proceso inflacionario. Pero no ha tenido resultados para contener las remarcaciones. “No entiendo. La verdad que no entiendo cuando algunos hablan de que existe inflación de costos”, indicó Sturzenegger para criticar a los economistas que apuntan al efecto de las tarifas y de otros factores no monetarios para explicar la inflación. Pero, más allá de estas críticas, no explicó por qué en 2016 se registró la mayor inflación de los últimos 25 años ni por qué en los últimos dos meses hubo un rebote de los precios.   

 La evolución de las reservas del Central fue otro de los puntos destacados en la conferencia de prensa de Sturzenegger, donde presentó el Informe de Política Monetaria (IPOM), en el cual la entidad adelanta sus perspectivas para la economía. El funcionario dijo que “en los últimos meses se logró un aumento de las reservas internacionales equivalente a 4 puntos del PBI”. Apuntó que la apuesta de la entidad es seguir subiendo el stock de divisas para alcanzar niveles similares a los de países con el máximo grado de calificación para hacer inversiones financieras. “El país tiene puesta la proa hacia el Investment Grade”, aseguró. Alcanzar esta categoría para atraer inversiones era prioridad a finales de los noventa. Antes de asumir De la Rúa, José Luis Machinea y otros referentes de la Alianza afirmaban que “alcanzar el Investment Grade para bonos gubernamentales” iba a ser uno de los grandes desafíos de la gestión. 

 En lo que respecta al dólar, Sturzenegger señaló que no existe un problema de apreciación cambiaria, más allá de que en los últimos dieciséis meses la inflación superó el 50 por ciento y el tipo de cambio mantuvo su valor. Paradójicamente, puso el ejemplo de los turistas viajando a Chile a comprar bienes para “desmitificar” que el dólar este barato. “Si los precios en Chile son la cuarta para de lo que cuesta el mismo producto en Argentina, claramente la situación no se resuelve con devaluación. ¿Cuánto habría que subir el dólar en pesos para tener precios comparables? Es un sinsentido”, planteó. En 2013, cuando la paridad real del dólar era idéntica a la actual, Sturzenegger pedía en los medios de comunicación una devaluación de al menos 40 por ciento.