El tiempo suele ser un aliado para dejar atrás dolores y heridas, que marcaron una huella profunda en el pasado. Cuando ese lapso transcurre, lo acontecido en aquel momento se rememora con una visión mucho más agradable.

Platense transitó como mucha desazón lo que ocurrió el 13 de junio de 1999 ante River, en su estadio, cuando se presentó por última vez en Primera División. El club, luego de 22 años, tuvo la satisfacción de volver a participar en la máxima categoría en el mismo escenario, y ante el idéntico adversario.

El final no fue el esperado, pero lo que le tocó vivir en la tarde de ayer será difícil de olvidar para a institución. El agregado fue el retiro como profesional de Daniel Vega, el goleador histórico de la institución con 86 festejos.

El gigante llegaba del otro lado con todas sus figuras y en uno de sus ciclos más exitosos. Sin embargo, la diferencia en la cancha no se notó, y el equilibrio entre ambos fue lo que se vio a lo largo del encuentro.

Los problemas futbolísticos de River, sobre todo en el momento de construir juego ofensivo, se profundizaron aún más con las lesiones que sufrieron Rafael Borré y Javier Pinola. El primero tuvo inconvenientes musculares y salió a los pocos minutos, y el capitán padeció una fractura en el antebrazo derecho.

El punto principal se centra en la generación de fútbol en ataque. La partida de Ignacio Fernández dejó un vacío que todavía no se pudo ocupar. Encima, la posición de Enzo Pérez, muy alejado del área rival, tampoco lo favorece. El mendocino descarga la responsabilidad en De la Cruz, y las intermitencias del uruguayo provocan que la pelota no llega con facilidad a la zona de definición.

Los nuevos Palavecino y Paradela, quienes ingresaron en Vicente López, tendrán que cumplir la misión de Fernández, quien ya emigró a Brasil. Uno de ellos será el que finalmente se quede con ese puesto, para que River recupere la capacidad de desequilibrio que perdió en los últimos encuentros.

River tuvo la iniciativa y el control en la primera parte del duelo, pero el local la adoptó en la segunda mitad, y la chance de llegar a la igualdad estuvo latente hasta los últimos instantes del partido. Armani, con dos apariciones decisivas, lo evitó. El arquero se pudo reivindicar ahí de una falla técnica en el primer tiempo, cuando intentó atrapar la pelota y se le terminó escapando de las manos con el riesgo que eso implicó.

La imagen que dejó Platense fue mucho mejor que la que otorgó en el triunfo ante Argentinos, en La Paternal, y teniendo en cuenta la jerarquía de su rival, es un factor auspicioso para el conjunto de Llop. Por su parte, River volvió a quedar en deuda con el juego, a partir de lo que venía exhibiendo en la última Copa Libertadores. La incógnita será dilucidar cuánto tiempo tardará en acomodar a las recientes incorporaciones, para que su nivel de competitividad no se resienta.

Platense, a pesar del resultado, festejó una situación que aguardó durante un poco más de dos décadas, y que lo sitúa nuevamente como su sitio de pertenencia.