La Comisión Económica para América Latina (Cepal) analizó las repercusiones socioeconómicas de un año de pandemia y resultó que, pese las medidas de protección social de emergencia que adoptaron los países, la tasa de pobreza alcanza al 33,7 por ciento de la población, y la de pobreza extrema al 12,5 por ciento, "niveles que no se han observado en los últimos 12 y 20 años, respectivamente y la mayoría de los países experimentarán un deterioro distributivo", determina el informe.

Esta semana se cumplió un año de la confirmación del primer caso importado de coronavirus en Argentina y la situación social es mucho más compleja de la que cualquiera hubiese podido pronosticar mientras escuchaba al ministro de Salud hablando de que el contagiado venía de Milán, no era de riesgo y tuvo fiebre, tos y dolor de garganta. Lo que en ese momento generaba miedo por el contacto inmediato, hoy se traduce en números: en 2020, en el continente latinoamericano viven 209 millones de pobres,  22 millones más que en el año anterior. 78 de esos 209 millones son indigentes, 8 millones más que en 2019. 

"Los grandes perdedores, como siempre, son los pobres", resumió Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva del organismo durante la presentación de las cifras que calificó como "tremendas": además de la pobreza y pobreza extrema, el balance anual adhiere una  caída del 7,7 por ciento del PBI; cierre de 2,7 millones de empresas y el aumento la desocupación con agudas brechas laborales de género.

La región más afectada

América Latina y el Caribe es la región en desarrollo más afectada por la pandemia: en ella vive un 8,4 por ciento de la población mundial y registra el 27,8 por ciento de las muertes por Covid-19. 

Para entender el particular impacto negativo de la pandemia en la región, la Cepal destaca como principales factores de riesgo la densidad poblacional, el hacinamiento, la falta de acceso a servicios básicos y la debilidad en sistemas de salud fragmentados y desiguales, subfinanciados y con déficit en recursos humanos, tecnológicos e infraestructura.

"Los gobiernos latinoamericanos anunciaron 263 medidas de protección social para enfrentar la crisis, cubriendo cerca del 50 por ciento de la población, con un gasto adicional estimado de emergencia de 86 mil millones de dólares entre marzo y diciembre de 2020", aclaró Bárcena y manifestó su opinión acerca de la necesidad de seguir manteniendo las transferencias monetarias de emergencia para 2021. 

La Cepal calcula que el aumento de los niveles de pobreza y pobreza extrema serían todavía mayores si no se hubieran implementado medidas para transferir ingresos de emergencia a los hogares: la tasa de pobreza en 2020 habría alcanzado al 37,2 por ciento del total de la población, al tiempo que el 15,8 por ciento se encontraría en situación de pobreza extrema.

Argentina

El organismo ubicó al país dentro de los seis más pobres del continente: 38,8 por ciento de la población argentina terminó el 2020 en la pobreza y el 8,1 por ciento en la indigencia: comparte podio con Honduras, Guatemala, Nicaragua, México y Bolivia. 

"La irrupción de la pandemia encontró a la Argentina en una situación económica particularmente vulnerable, en medio de una crisis macroeconómica que ya llevaba dos años recesivos, con caídas en el empleo formal e incremento de la informalidad, así como descensos en los ingresos de los hogares, en un contexto de niveles de inflación cercanos al 50 por ciento anual", detalla el informe.

Con años de experiencia trabajando con índices de pobreza Agustin Salvia, el director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA realiza un paralelismo de esta situación con el estallido del 2001, en que los niveles de pobreza superaron el 56 por ciento e indigencia del 20 por ciento, aunque observa una diferencia importante con la situación actual: por un lado porque la caída de la actividad y su consecuente impacto en los números de pobreza e indigencia es mucho menor. 

Pero, por otro lado, porque no se avizoran años de reactivación en términos de creación de empleo como desde 2003, aunque "la reactivación en la obra pública puede apuntar en este sentido, pero parecen más movimientos de coyuntura como rebote de la situación de crisis más que como empuje de un ciclo de crecimiento y expansión de la economía. Al menos por ahora", aclara.

En el Panorama Social, la Cepal dedicó un recuadro especial al Ingreso Familiar de Emergencia, destacando la novedad de lograr incluir en poco tiempo amplios colectivos de trabajadores que se encontraban excluidos de los registros del Estado y que inclusive, en gran proporción, no estaban bancarizados.

"El diseño y la rápida implementación de este programa ha permitido llegar con una transferencia, además de a los 3,3 millones de personas que ya se encontraban registradas, a casi 5,5 millones de personas en situación de trabajo informal o desocupadas a las que, de otra manera, el Estado no hubiera podido llegar por no tenerlas en sus registros al momento dela irrupción de la pandemia", explica el informe. 

Salvia asegura que la única manera de salir de esta pobreza que el denomina estancamiento estructural, es dinamizando el mercado interno y el externo para crear empleo y que mejoren las remuneraciones con un programa macroeconómico que estabilice los precios: "No hay que hacer foco únicamente en el sector externo, que no permite la recuperación rápida y permanente en el tercio inferior de la estructura social donde está el sector informal pobre. Ambos mercados son necesarios", explica.