“Todos deberían visitar Berlín alguna vez”, sugiere el afiche pegado a un farol nocturno. Confesión explícita de Babylon Berlin en tanto excursión alucinada a la metrópolis durante la República de Weimar. Policial negro, thriller político y drama histórico comandan en esta olla a presión dirigida por Tom Tykwer (Corre, Lola, corre; El Perfume y Sense 8). Aquí conviven sobrevivientes ojerosos, lujuria nocturna, pobreza extrema, estrellas de cabaret, derrotismo bélico, terapias de shock, matones e idealistas. “En la serie tratamos de congregar todo lo multifacético de ese tiempo, tenés una enorme variedad de capas, y el objetivo de nuestro acercamiento era tratar de captar esa diversidad”, le explica su director a Página/12. Con tres temporadas hasta la fecha, y una cuarta confirmada, la ostentosa y premiada entrega germana tendrá su estreno este jueves a las 22 por Europa Europa. Al día siguiente de su emisión lineal cada capítulo estará disponible en Flow.

La introducción muestra a Gereon Rath (Volker Bruch) en una sesión de hipnosis. Es un católico devoto que busca paliar los recuerdos y achaques de lo sucedido en el campo de batalla a base de una dieta fuerte en opioides. Paradójicamente, el detective trabaja en la unidad antivicios de la policía berlinesa y debe desbaratar una red de cine porno controlada por la mafia. Y como en todo buen exponente del noir, en el programa los vínculos entre hampa y el poder político están bien aceitados. Congénere ficcional de otro traumatizado por la Primera Guerra como Tommy Shelby aunque habite a kilómetros de la Birmingham en la que transcurre Peaky Blinders. Por otro lado, según el propio actor “Gereon Rath es una pequeña pieza dentro de este enorme rompecabezas que es Babylon Berlin”. Lotte Ritter (Liv Lisa Fries) también funciona a contraluz. Se trata de una perspicaz secretaria de la fuerza que quiere convertirse en la primera agente de la ciudad. Son tiempos duros así que para llenar su estómago trabaja adoble turno como prostituta en el libidinoso Moka Efti.

Junto a ellos aparecen toda una gama de vitriólicos personajes, entre los que se destaca una condesa rusa que juega a varias puntas y protagoniza la secuencia que definió a Babylon Berlin. En las calles se manifiesta un grupo de revolucionarios y adentro del cabaret la aristócrata (Severija Janušauskaitė) interpreta “Zu Asche, Zu Staub”. El segmento rebalsa de espíritu swing, chicas flapper, travestismo y una lujuria autómata con referencias a Josephine Baker y a El ángel azul. Más allá de su contoneo glamoroso (Bryan Ferry tuvo una participación como crooner), la serie hurga en la miseria, peligrosidad y hambruna de ese tiempo y lugar. En ese sentido, Tykwer cuenta que para alejarse de la mirada superficial buceo entre materiales como M, el vampiro y Berlín, sinfonía de una ciudad. “El documental de Walther Ruttman lo vimos con todo el equipo. Es un trabajo fascinante, muy estilizado, donde vemos la noche de Berlín, pero también como vivían trabajadores y la intensidad artística de ese período, que era lo que justamente nuestra pretensión alcanzar. Representar la energía de la vida en esos días y que la ciudad impactara con su atmósfera cinemática”.  

Babylon Berlin, por otra parte, está basada en la exitosa saga literaria de Volker Kutscher compuesta por siete novelas. “Todo el panorama se cohesiona gracias a estos crímenes y misterios que tenés alrededor. Las novelas nos ofrecieron una estructura para después expandirnos mucho más allá. Son muchas series dentro de una misma serie. El policial es un truco que le sirve a la audiencia para no perderse. Pero ése es un solo elemento, para mí Babylon Berlin es como un pastel de frutas”, confiesa Tykwer. Hay un único ingrediente prohibido. “El programa está focalizado específicamente en el instante previo al ascenso nazi. El momento en que entremos en ese territorio será el final”, asegura.