"Toda la familia está entristecida al conocer el alcance real de lo desafiantes que fueron los últimos años para Harry y Meghan". De esta manera, en un escueto comunicado, el Palacio de Buckingham sentó la posición de la monarquía británica después de la explosiva entrevista televisiva del príncipe Harry y su esposa Meghan Markle, en la que alegaron haber sufrido expresiones de racismo en la Familia Real. 

"Los asuntos abordados, en particular los raciales, son preocupantes. Si bien algunos recuerdos pueden variar, son tomados muy en serio y serán abordados por la familia en privado", dice el breve texto, que resalta que "Harry, Meghan y Archie siempre serán miembros muy queridos de la familia".

El comunicado es la primera reacción de la realeza británica, 48 horas después de la conmoción de la entrevista de los duques a Oprah Winfrey en la televisión norteamericana, en la que divulgaron que, cuando anunciaron que iban a ser padres, en la Familia Real se preguntaron "cómo sería de oscura" la piel del príncipe Archie. 

La propia Markle dijo que se trató de una conversación entre Harry y miembros de la monarquía. "Es algo que nunca voy a compartir públicamente", acotó el nieto de la reina. "En su momento, fue raro, me quedé un poco impactado", añadió, sobre un diálogo que tuvo lugar "justo al principio" de su relación con Markle.

Además, Harry aseguró que le había dolido el hecho de que nadie en su familia saliera a condenar las alusiones racistas en los medios sobre su prometida. Y señaló que su padre no le atiende el teléfono y que tiene una relación distante con su hermano.

Más tarde, Winfrey dijo que Harry le precisó que "ni la reina Isabel ni su esposo, el príncipe Felipe" habían hecho comentarios racistas. "Si hay acusaciones de racismo, esperaría que el Palacio las trate con la mayor seriedad y las investigue a fondo", aseguró a la cadena de televisión Sky News. El comunicado fue la primera respuesta mientras arrecia un fuerte debate político.

El primer ministro Boris Johnson se limitó a decir que siente admiración por la reina, su portavoz indicó que "no hay lugar para el racismo en la sociedad". Por su parte, el líder de la oposición laborista, Keir Starmer, señaló que las acusaciones de la duquesa sobre racismo y falta de apoyo para la salud mental deben tomarse "muy en serio". Para Starmer, "las cuestiones que Meghan ha planteado sobre el racismo y la salud mental son realmente graves" y su intervención ante Winfrey "es un recordatorio de que demasiada gente experimenta el racismo en la Gran Bretaña del siglo XXI".

En defensa de la corona salió la Sociedad de Editores que reúne a los directivos de la prensa británica. "Es inaceptable que el duque y la duquesa hagan estas acusaciones sin proporcionar ninguna prueba", declaró Ian Murray, director de la sociedad en un comunicado en el que afirma que la prensa británica "no es racista".

Antes de la divulgación del comunicado, un vocero del palacio real dijo que la reina no había visto la entrevista. De momento, la opinión pública aun juega en favor de la Casa Real. Una encuesta manifiesta que el 47 por ciento de los británicos calificó como "inapropiada" la entrevista, mientras que un 29 por ciento afirmó tener "simpatías" hacia los duques, que antes de la pandemia emigraron a los Estados Unidos y renunciaron a sus funciones protocolares. Un tercio de los entrevistados opinó que los dichos de Meghan pueden servir para fomentar el debate acerca del  "racismo institucional" en el Reino Unido. De momento, la monarquía está lejos de llegar al piso de aceptación que provocó la reacción de la reina cuando la muerte de Lady Di en 1997.