Después del “boom de la testosterona”, como definió críticamente Leila Guerriero a esa narrativa latinoamericana que invisibilizó a las mujeres, los premios literarios comienzan a reconocer las obras de las escritoras. Cuatro argentinas son finalistas en los premios que otorga la 34º Semana Negra de Gijón, el festival más popular y longevo de España. Claudia Piñeiro compite con Catedrales (Alfaguara) por el Premio Dashiell Hammett a la mejor novela negra; Paula Rodríguez con Causas urgentes (Sudamericana) lo hace por el Premio Memorial Silveiro Cañada a la primera novela de género negro; Gabriela Saidon se medirá con La reina (Planeta) para el Premio Espartaco a la mejor novela histórica; y Ana Llurba concursará con los cuentos de Constelaciones familiares (Aristas Martínez en España, que tendrá una edición argentina a cargo de la editorial 17grises) por el Premio Celsius a la mejor obra en Ciencia Ficción y Fantasía. Los cuatro libros fueron publicados en 2020.

Claudia Piñeiro nunca había estado ternada al Dashiell Hammett. En Catedrales, narra desde distintas perspectivas una herida que nunca cicatrizará: la muerte de Ana Sardá, la hermana menor, que apareció descuartizada y quemada en un terreno baldío hace treinta años. “Es uno de esos premios en los que siempre me hubiera gustado ser finalista, pero la terna es súper difícil”, reconoce la escritora que tendrá que competir con El mal de Corcira, de Lorenzo Silva; La noche de plata, de Elia Barceló; Las jaurías, de Alberto Gil; y Pequeñas mujeres rojas, de Marta Sanz. “Yo leí la novela de Marta Sanz y es extraordinaria. Será una pelea difícil, pero como finalista ya estoy feliz. Es un festival que quiero muchísimo y que tiene una tradición impresionante dentro de la novela negra. Aunque es cierto que hubo varias quejas por la falta de mujeres entre las finalistas, eso fue cambiando y de hecho el Hammett del año pasado lo ganó una escritora española, Berna González Harbour”, recuerda Piñeiro, que en 2019 obtuvo el premio Pepe Carvalho porque “dibuja argumentos y personajes que generan preguntas sin respuestas fáciles o cómodas”.

Paula Rodríguez, periodista y escritora, aclara que es “muy difícil” publicar un libro de ficción y hacerlo circular. “La novela salió en marzo de 2020, tenía previsto presentarla porque quería celebrar. Y con la primera cuarentena las librerías cerraron. Y aun así la novela tuvo buena repercusión; pero siento que un año después vuelve a tener vida”, dice Rodríguez sobre su primera novela, en la que narra lo que sucede después de un accidente ferroviario en Haedo. Como el presunto homicida que viajaba en ese tren no figura en la lista de víctimas fatales, comienza a ser buscado por un inspector de dudosa reputación. “Las mujeres aportamos al género negro diversidad en la mirada y otras perspectivas -advierte Rodríguez-. Las mujeres tenemos una mirada particular sobre los cuerpos, además de que incorporamos temáticas como el femicidio, el aborto y los secretos familiares”.

Gabriela Saidon subraya que es la primera vez que es finalista de un premio internacional con La reina, una ucronía en la que imagina una monarquía incaica en América Latina. “Me está costando hablar por la emoción que tengo. Ya ser finalista es un premio para mí. Cierta novela histórica viene siendo muy consumida y producida por mujeres. La novela negra, en cambio, solo en los últimos años está reconociendo la obra de mujeres”, compara la escritora y también periodista, que anteriormente publicó otra novela histórica, Cautivas (2008), y es autora de La montonera. Biografía de Norma Arrostito (2005) y de las novelas Qué pasó con todos nosotros (2007) y Memorias de una chica normal (tirando a rockera) (2014), entre otros títulos.

Desde Berlín, Ana Llurba (Córdoba, 1980) cuenta que es “una sorpresa total” estar nominada al premio Celsius por su libro de cuentos Constelaciones familiares, que tendrá una edición argentina a cargo de la editorial 17grises, que dirige el escritor y crítico Maximiliano Crespi. “La Semana Negra de Gijón tiene una larga tradición en España, de más de tres décadas, promoviendo a través de su festival la literatura de género y con un criterio creo yo bastante relevante. Además, Gijón, la capital de Asturias, frente al Cantábrico, es una de mis ciudades favoritas en España”, confiesa la escritora que desde 2018 vive y trabaja entre Barcelona y Berlín. En la misma categoría la escritora argentina compite con la boliviana Giovanna Rivero y los cuentos de Para comerte mejor. “Giovanna es una gran inspiración para mí y un doble honor estar con alguien de quien aprendo tanto, que también es publicada en España por Aristas Martínez, una editorial anfibia con un gran talento para catalizar la ficción fronteriza y ecléctica, que me recuerda a algunas editoriales argentinas independientes”.

Constelaciones familiares tiene trece cuentos. Los personajes son asediados por el deseo, la catástrofe y la búsqueda de la redención. “También hay absurdo, humor, casi siempre bastante negro, algo que me han señalado algunas amigas y cómplices lectoras. Córdoba está presente en los cuentos más humorísticos como ‘Una sonrisa’ y ‘Lo más parecido a la felicidad’. No como una representación costumbrista, localista, sino en cierta mirada distante del mundo que tenemos la gente de provincia. Aunque hace doce años que vivo afuera, nunca dejaré de sentirme una ‘provinciana del mundo’”, plantea Llurba. “Son cuentos que escribí a lo largo de unos seis años en paralelo con otros proyectos, como encargos para antologías, y que de golpe se alinearon como una constelación. Uno, ‘Las vírgenes negras’, transcurre en Berlín, donde vivo hace casi tres años. Otro, ‘Orilleras’, en una Córdoba imaginaria donde el río Suquía que cruza la ciudad se llama Tumbicha y es más caudaloso. ‘Villa Anahita Ruin Porn’ transcurre en una ciudad costera que fue azotada por una inundación, inspirada por el desastre de Villa Epecuén. Digamos que conviven varios lugares que conozco por la experiencia, pero reelaborados con una lente más poderosa que la biografía, que es la imaginación”, concluye Llurba.