Con “el juego que mejor juega y que mas le gusta”, la UCR comenzó a definir en internas partidarias a los dirigentes y las estrategias políticas que adoptará en el marco de la alianza de Juntos por el Cambio, un espacio del que ninguno de los sectores en pugna piensa sacar los pies del plato. La irrupción en esa disputa de un sector que propone un mayor protagonismo del radicalismo en la coalición que llevó a Mauricio Macri a presidencia en 2015 sacudió el mapa del partido centenario. El conglomerado que se referencia en la figura emergente del senador Martín Lousteau, se impuso abrumadoramente en la Ciudad de Buenos Aires y puso en aprietos la continuidad de los caudillismo del exvicegobernador Daniel Salvador en la provincia de Buenos Aires y del acuerdo sellado entre Mario Negri y Ramón Mestre (h) en Córdoba. Aunque el ala radical más “acuerdista” con el PRO seguirá al frente del partido en esas provincias, ahora deberá repartir casi por igual los convencionales que definirán políticas y candidatos para las elecciones legislativas de este año. Un paso “indispensable” –reconocen desde ambos bandos— para proyectar si la UCR le disputará o no la candidatura presidencial al macrismo en 2023.

Fueron varias semanas de un marzo agitado para los boinas blancas, donde hubo alianzas y disputas cruzadas. El primer test fue el domingo 14 en Córdoba. El pacto que sellaron Negri y Mestre (luego de enfrentar divididos la gobernación que abrió paso al triunfo contundente de Juan Schiaretti, que también le arrebató la capital provincial a la UCR), corría con la ventaja de la estructura partidaria y vaticinaba una victoria cómoda. Lousteau hizo suyo el reclamo Rodrigo De Loredo (ex funcionario de Macri en Arsat y yerno del ex ministro de Defensa Oscar Aguad) de ser parte de la diputa que el oficialismo partidario había vedado. 

De Loredo logró competir y le ahogó a la dupla Negri-Mestre el pronóstico de un triunfo holgado. Aunque se impuso Marcos Carasso, el candidato oficialista, la disputa terminó con un resultado ajustado donde el sector disidente todavía reclama los datos oficiales de la elección. Según cómputos propios, De Loredo estima una derrota por escaso margen: "51 a 48 por ciento", que el ex embajador de Macri en los Estados Unidos celebró como un triunfo propio. Para Negri-Mestre la diferencia a su favor es mas amplia.

El 21, la triada Lousteau, Emiliano Yacobitty y Enrique "Coti" Nosiglia arrasó en CABA (el distrito emblema del macrismo), donde ganó en 11 de las 14 comunas, frente al binomio mas afín al PRO de Daniel Angelici-Martín Ocampo que contó con el respaldo de viejos dirigentes partidarios como Facundo Suárez Lastra y Jesús Rodríguez.  

Ese mismo domingo la interna radical en la provincia de Buenos Aires, que movilizó a mas de 100 mil afiliados en medio de la pandemia, culminó con un triunfo apretado del oficialista Maximiliano Abad (52 por ciento) frente al intendente de San Isidro, Gustavo Posse (48 por ciento), en representación del sector disidente. Abad contó con el respaldo del ex vicegobernador Salvador, el presidente del Comité Nacional, el mendocino Alfredo Cornejo; además de su antecesor Ernesto Sanz y el gobernador jujeño Gerardo Morales (otrora enfrentados en la convención de la UCR de Gualeguaychú que en 2015 selló la alianza con Macri). Posse, que aunque derrotado insiste en reclamos sobre la elección, tenía el respaldo de Lousteau y Yacobitty.

"Hay un 90 por ciento de la Ciudad de Buenos Aires, un 50 de la provincia (Buenos Aires) y un 50 de Córdoba que quieren otro radicalismo y hasta ahora no tenían voz. Los tenían acallados y algo similar está pasando en el resto del país y por eso estoy cada vez más entusiasmado con el futuro", le dijo este domingo Lousteau a la agencia NA.

Desde su sector, también consideran las internas como un triunfo propio y sacan cuentas: tendrían casi la mitad de los convencionales bonaerenses y cordobeses a la hora de discutir candidaturas y el camino que debe transitar el radicalismo este año. Una tendencia que estiman se daría en la futura disputa de la provincia de Santa Fe, donde la UCR transitó caminos variados y con múltiples divisiones internas.     

En diálogo con PáginaI12, desde núcleo partidario que encabeza Lousteau celebraron las internas que "movilizan las estructura partidarias, ordena, promueve liderazgos y les da volumen electoral".  Sostienen que la disputa "ordenará a la UCR como partido nacional y federal" que termine con el "archipiélago" de liderazgos provinciales con proyectos propios. También adjudican a su sector, "Evolución Radical", la representación "del recambio generacional, de lenguaje y de visión de país" que debe tener el radicalismo.

"Queremos un partido presidencial no solo un partido parlamentario con representación pero sin peso político", definieron como objetivo ante este diario para tomar distancia del sector partidario que asumió la condición de socio menor del macrismo. De todas maneras no reniegan de JxC y sostienen que hay que "preservar y ampliar" la alianza que tejieron junto al PRO y la CC: "Nos perece bien que el sistema político se haya ordenado alrededor de dos alianzas fuertes, que han demostrado que es mas fácil ganar una elección que gobernar", afirmaron a PáginaI12.