Desde Lima

La derecha peruana se encolumna detrás de la candidatura de Keiko Fujimori para buscar detener al izquierdista Pedro Castillo, el profesor rural que sorprendió en las elecciones y ahora compite en la segunda vuelta para llegar a la presidencia. Incluso el sector de la derecha que ha combatido al fujimorismo diciendo que es una opción autoritaria y una mafia que ha corrompido la política, ahora da un giro y respalda a la hija del exdictador Alberto Fujimori, en prisión con una condena de 25 años por crímenes de lesa humanidad y corrupción. La voz más notoria del giro de esa derecha que se autodefine como democrática y liberal y que ahora se ha sumado al apoyo al fujimorismo autoritario y corrupto es la del escritor Mario Vargas Llosa. 

Hace unos años, el Nobel de Literatura dijo que una presidencia de Keiko era “lo peor que le puede pasar al país”, ahora pide el voto por ella. Contra la izquierda, lo que sea, parece ser la consigna del escritor.

Vargas Llosa, que en 1990 perdió las elecciones contra Alberto Fujimori, se ha pasado tres décadas escribiendo y hablando con locuacidad en contra de Fujimori y sus herederos políticos, en las dos últimas elecciones hizo campaña contra la candidatura de Keiko, pero ahora, con un candidato de izquierda peleando con el fujimorismo, borra todo lo que dijo y respalda a la candidata fujimorista diciendo que es “el mal menor” frente a la izquierda que propone cambiar ese modelo neoliberal que el Nobel defiende por sobre todas las cosas.

“Los peruanos deben votar por Keiko Fujimori, pues representa el mal menor y hay, con ella en el poder, más posibilidades de salvar nuestra democracia, en tanto que con Pedro Castillo no veo ninguna”, ha escrito el Nobel.

El escritor dice que el candidato Castillo, que ha tenido declaraciones que pueden generar dudas sobre sus compromisos democráticos, amenaza la democracia y por eso no se debe votar por él, pero olvida decir que en el caso de Keiko y el fujimorismo, por quienes pide votar, no hay dudas sino la certeza de una larga conducta autoritaria, que incluyen un golpe de Estado y un régimen autocrático.

La hija del exdictador ha dicho que indultará a su padre, posibilidad que en el pasado Vargas Llosa ha calificado repetidas veces como inaceptable, pero que ahora está dispuesto a aceptar a cambio de impedir el triunfo de un candidato de izquierda.

El giro de Vargas Llosa y su apoyo a Keiko ha sorprendido a muchos en el Perú. Pero tal vez no debería sorprender tanto. El escritor antes ya respaldó el golpe en Bolivia contra Evo Morales. En el fujimorismo esperan que el respaldo del escritor, un viejo enemigo, ayude a su candidata a vencer las fuertes resistencias que tiene en sectores que no apoyan a la izquierda, pero tampoco están dispuestos a respaldar el retorno del fujimorismo al poder y se inclinarían por anular su voto, como ya se ve en redes.

El autor de Conversación en la Catedral le pide a Keiko, que ha dado repetidas muestras de incumplir sus promesas, un compromiso de respetar la democracia y con eso se queda tranquilo. La hija del exdictador llamó por teléfono a su nuevo aliado para agradecerle el apoyo.

En coincidencia con lo escrito por Vargas Llosa, Keiko ha iniciado la campaña para esta segunda vuelta apostando al miedo a la izquierda y poniéndose como “la opción para detener al comunismo”. La candidata de la agrupación política que más ha dividido al país en estas últimas tres décadas acusa a su rival de “promover el odio y la división entre peruanos, la lucha de clases”. “La elección es entre comunismo y una economía social de mercado”, ha dicho la candidata fujimorista, marcando la cancha de su campaña. En esa expresión, lo de “social” es solo una palabra sin contenido en sus propuestas económicas.

Consciente del alto rechazo que despierta -pasó a segunda vuelta gracias a la fragmentación del voto, con apenas 13,3 por ciento-, Keiko pone sus esperanzas de victoria no en sus virtudes o en las expectativas y confianza en una eventual presidencia suya, sino en un voto en contra de su rival, en ser elegida como “el mal menor”, como ha dicho Vargas Llosa para alegría de la hija del exdictador. En esa línea, apuesta al miedo y a resucitar una coalición anticomunista. Vargas Llosa ya se apuntó en esa coalición.

Del otro lado, el profesor Pedro Castillo, que ganó con 19 por ciento, ha llamado a un amplio diálogo, pero ha aclarado que no retrocederá en sus propuestas de cambio. Ha iniciado su campaña para la segunda vuelta poniendo el énfasis en las desigualdades que hay en el país.

“Hay una total indiferencia del Estado. Hay gente que no tiene qué comer y al lado hay millonarios que viven en mansiones, que se han apoderado de todo, hasta de la dignidad de las personas. Eso tiene que terminar”, dice el candidato que aterroriza al establishment. A la polarización planteada por Keiko entre un supuesto comunismo y anticomunismo, responde: “Veo una segunda vuelta entre ricos y pobres, entre la opulencia y el mendigo Lázaro, entre el patrón y el peón, entre Lima y el interior”.

El resto de la izquierda, encabezada por la candidata Verónika Mendoza, que sacó 7,8 por ciento, espera conversar con Castillo para buscar un acuerdo. La oposición del candidato a las políticas de igualdad de género, el matrimonio igualitario y el aborto, son obstáculos para ese acuerdo. Hay coincidencias en cambiar el modelo neoliberal y la Constitución fujimorista.

Por la suma de votos de la derecha, Keiko parece partir con ventaja, pero es una ventaja frágil.