La creación de la Superliga europea se transformó en una cuestión de estado, con varios de los Gobiernos de los países involucrados en el tema. Tanto que el primer ministro británico, Boris Johnson, se comprometió este lunes a "hacer todo lo que pueda" para evitar que el proyecto de la Superliga europea de fútbol "salga adelante como está planeado". De esta manera, se unió al presidente francés, Emmanuel Macron, y al primer ministro italiano, Mario Draghi, que también se manifestaron en contra del nuevo certamen. 

"Vamos a mirar todo lo que podemos hacer con las autoridades del fútbol para asegurarnos de que esto (la Superliga) no sale adelante como está planeado", dijo en declaraciones a los medios Johnson, que ya en su cuenta de Twitter había manifestado su oposición a la idea.


Para el "premier", el anuncio de doce clubes europeos -seis de ellos ingleses, tres españoles y tres italianos- de lanzar una competición europea cerrada entre los equipos más ricos y poderosos del continente "no es una buena noticia para los aficionados y tampoco para el fútbol en este país". "No me gusta el aspecto de esa propuesta", reiteró Johnson, quien cree que los equipos son "algo más que marcas globales".

El primer ministro cree que se deberían hacer los máximos esfuerzos para que los clubes "mantengan un vínculo con los aficionados" en los territorios donde se originaron históricamente.

Las reacciones en el Reino Unido contra la iniciativa se multiplican en las últimas horas, procedentes desde la política, los medios de comunicación e incluso desde las hinchadas de los seis equipos ingleses implicados en el proyecto: Manchester United, Chelsea, Arsenal, Tottenham, Manchester City y Liverpool.

En Italia, el primer ministro Mario Draghi apoyó la postura de la UEFA y de la Federación italiana, que se mostraron en contra del proyecto en el que están involucrados la Juventus, el Inter y el Milan. "El Gobierno sigue con atención el debate en torno al proyecto de la Superliga y apoya con determinación las posiciones de las autoridades italianas y europeas del fútbol para preservar los campeonatos nacionales, los valores de meritocracia y la función social del deporte", afirma el comunicado que emitió el Gobierno italiano.

La posición es concordante con la de Macron en Francia, que consideró que la nueva Superliga es "una amenaza al principio de solidaridad y el mérito deportivo". En ese sentido, el primer ministro galo brindó su apoyo a las autoridades futbolísticas. "El Estado francés apoyará toda iniciativa de la Liga de Fútbol Profesional, la Federación Francesa de Fútbol, la UEFA y la FIFA para proteger la integridad de las competiciones federativas nacionales y europeas".

En cambio, en Alemania el Gobierno de Angela Merkel optó por no intrometerse en el tema, al garantizar la autonomía de los clubes y de la Federación Alemana (DFB). En ese sentido, una portavoz del Ministerio del Interior aseguró que la canciller Merkel no se expresará sobre la cuestión.