La anécdota podría reciclarse en una fábula para tiempos de cancelación: el Museo de Bellas Artes de Houston premió un ensayo sobre arte argentino firmado por un tal Rodrigo Cañete. Pero a los pocos días se lo retiró. Artistas, colectivos e instituciones habían repudiado públicamente que tal sujeto recibiera tal premio. Nadie había leído el artículo. El anticurriculum de su autor circuló por medios y redes. Efectivamente, el identikit coincide a la perfección con la caricatura del “Buscado” por el INADI: gordofobia, transfobia, homofobia, racismo, lesbofobia, misoginia, machismo, nada le es ajeno.


EL ARTE DE LA INJURIA

No se puede hablar estrictamente de un escrache, ya que si por algo es conocido el flamante des-premiado, es por su blog desde donde se dedica principalmente a difamar, insultar, hostigar, perseguir y calumniar personas que caen en desgracia porque no le gustan o porque no gustan de él. Borges, uno de los escritores argentinos que más se ha ocupado de pensar el arte de la injuria ya se había reído de ese blog y de sus recursos antes de que existiera, en El idioma de los argentinos: “¡Todo marinero borracho, con solo chapurrear una de esas fórmulas, puede manosear nuestra paz y obligarnos a la pelea, al bastonazo o la cobardıa. ¡Tan convencional es la cosa! Hay un literato en Groenlandia que cuando dice Fulano de Tal es un degenerado y plagiario, lo que quiere decir, es: Fulano de Tal no frecuenta la misma confitería que yo, y así se lo entienden.“ 

Cañete hace de la hermenéutica una búsqueda de "portadores de Sida" o de personalidades adentro del closet como Gadamer buscaba la verdad en la experiencia del arte. Si en el siglo pasado Romero Brest, bajo la consigna “Ver y Estimar” ejercíó una crítica que denunciaba el fraude y premiaba la calidad con toda la pretención  de intervenir en el gusto, en las obras y en el mercado, Cañete toma la posta de la intervención en un circuito devaluado y con un lema que podría ser “Espiar y desestimar”. Un verdadero desperdicio de coraje en tiempos en que la crítica se ha vuelto escasa, a veces temerosa o complaciente. 

Pero también un chasco para quienes extrañan la pluma lacerante que, por ejemplo, Truman Capote llevó al límite del morbo social con un arco capaz de ir desde el glamour de Tiffany hasta el cadalso. Aunque ambos, injuriadores seriales, en algún momento cayeron en desgracia, no vale la comparación. La postura más moralista que estética de Cañete no busca los aplausos o las trompadas desde una lengua literaria sino dentro de la lengua mediática, suerte de Gran Hermano de ArteBA que pretende verlo todo y mejor porque mira desde Londres. Luego del retiro del premio su estrategia crítica y su adicción al click quedó desnuda: filtró un video privado del periodista Luis Novaressio teniendo sexo mientras abajo aparecía el pedido de firmas para repudiar la cancelación.

 Pero también es cierto que la injuria necesita de un interlocutor. Durante más de una década allí estuvo el público curioso itinerante, dando su click sin costo, monetizando  las mismas acciones que hoy cayeron en bolsa. Un público que entró, anónimo y hambriento, a esta galería para espiar a quién le tocaba la fórmula del marinero provocador.

HOUSTON… TENEMOS UN PROBLEMA

El problema es que es muy difícil abrazar sin asco la política de la cancelación. Por un lado siempre será insuficiente y por otro nos ubica en el lugar incómodo, entre la justicia por mano propia y las "mani pulite". Pero uno de sus puntos más flojos es el plusvalor que se lleva la institución que, como si oyera el despertador después de haberlo apagado toda la mañana, se levanta embotada y de un manotazo procede a la expulsión. ¡Qué barato les cuesta a empresas, multinacionales y claustros haberse dormido tanto!

¿Se cancela a Cañete porque dice cosas feas aunque escribe buenos artículos? He aquí un presupuesto de excelencia que el mismo ejercicio de la cancelación propicia. Suponiendo que esa disyuntiva entre “el hombre” y “la obra” existiere… ¡No todos son Picasso! La editorial Random House, ¿lo habría convocado a escribir un libro “a contrapelo del arte argentino” si hubiera prestado atención a lo que vendría a ser “la parte académica” del blog, colección de clases escolares, uso de conceptos teóricos con densidad de solapa? El texto con el que ganó el primer premio y que el mismo autor luego del escándalo subió a su blog, se propone analizar un momento puntual en la historia reciente del arte argentino partiendo de una hipótesis más cercana a su toc de busca roña que a una investigación basada en argumentos, modelos, marcos teóricos, bibliografía, conceptos… bah...  esas cosas que hace la crítica… Que el escarnio hacia la parte más consumida de su blog no tape el bosque. Su gran hit que consiste en presentar dos obras casi idénticas para denunciar el plagio, es un mecanismo gracioso, impactante, pero mezquino, mucho más cerca de una aplicación de reconocimiento ya disponible en Google que a una teoría de la copia.

Cañete analiza el Centro Cultural Rojas en su momento de esplendor dirigido por Jorge Gumier Maier, y reduce una política curatorial, política, afectiva y estética a un clisé de alcoba y de opresión entre dos hombres, uno blanco y uno "afrodescendiente".  Uno que muere de sida y otro que no. Una propuesta oportunista que además, reproduce lo que critica tomando la voz del supuesto subalterno. Resulta inquietante que justo ahora cuando la derecha corre a la izquierda por izquierda, cuando un autor conservador como Guy Sorman no solo acusa a Foucault de pedófilo sino que invita a leer su obra con ese prisma, un texto que pone bajo sospecha lo queer de una movida decididamente queer, resulte interesante para un premio internacional. ¿La derecha es más revolucionaria que nadie o está banalizando los conceptos que la ponen en evidencia? 

Cuando Truman Capote decía “Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio” estaba jugándose el pellejo ante los que el mismo despellejaba. Cuando Cañete, luego del escándalo y de haber borrado algunas de sus posteos dice soy hijo de un boxeador de origen guaraní, de piel marrón, soy gay y tengo sida se está escondiendo detrás de las luchas que dieron otres.