El fútbol tiene episodios extraordinarios. Para bien o para mal. Emocionantes, conmovedores, pasionales y dolorosos. El plantel de The Strongest sufrió hace 51 años la peor tragedia aérea en la historia de este deporte.

No existe un hincha del “Tigre” que no recuerde con dolor aquel viernes 26 de septiembre de 1969, cuando en la localidad de Viloco del Departamento de La Paz, una aeronave Douglas DC-6B de Lloyd Aéreo Boliviano que realizaba el vuelo desde Santa Cruz de la Sierra hacia esa ciudad, se estrelló en la zona montañosa y de difícil acceso denominada La Cancha, a unos 70 kilómetros al sureste del destino.

El avión partió pasadas las 14 y una hora y media después, los operadores del Aeropuerto del Trompillo notificaron a las autoridades aeronáuticas de Cochabamba y de La Paz que habían perdido el contacto. Sucedió que a las 15.25 el piloto explicó que el avión había perdido altura y se declaraba en emergencia. Cinco minutos más tarde, se cortó la comunicación. Pero la peor de las noticias se corroboró pronto: el avión se había estrellado contra las montañas.

En ese vuelo viajaban, entre otros, 17 jugadores de The Strongest, quienes estaban de regreso tras disputar un cuadrangular con motivo de la efeméride departamental cruceña. Además, iban hinchas locales, integrantes del cuerpo técnico, directivos como José Aylion, el utilero Felipe Aguilar, pasajeros comunes y personal aéreo. Producto del accidente, fallecieron los 74 tripulantes, entre ellos, todos los integrantes de la delegación de la entidad boliviana.

No obstante, sólo tres futbolistas no viajaron por diferentes motivos. Luis Gini y Marco Antonio Velasco por estar lesionados, y Rolando Vargas, conocido como "El Perro", licenciado por un trámite personal. Por primera y única vez, el club lo había autorizado a no jugar para atender su otra actividad: gerente en la empresa de su padre Carlos Alberto, una agencia de trámites aduaneros.

“No viajé porque mi papá me dejó un papel para que sea el apoderado de su empresa de aduana. El notario me llamó para que retire la documentación el 24 de septiembre, justamente el día que se produjo el accidente. Pedí permiso y al principio me lo negaron. Luego hablé con el técnico, Eustaquio Ortuño, y entendió mi situación. Me dieron el permiso para ir a retirar el poder y no pude viajar. A partir de ese día, fue un volver a nacer para mí”, describió Vargas en diálogo con Página/12, desde su casa en La Paz.

“Cuando llegué a mi casa, me enteré por la radio que el avión que llevaba a mis compañeros se había estrellado. Se me pararon los pelos. Me acerqué al estadio Rafael Mendoza (que lleva el nombre de un ex presidente) y me abracé con los familiares de las víctimas”, relató con una voz pausada y triste.

En aquel accidente murieron 17 futbolistas de tres nacionalidades: dos paraguayos, Armando Angelaccio y Orlando Cáceres; seis argentinos, Miguel Angel Porta, Héctor Marchetti, Hernán Andretta, Eduardo Arrigó, Julio Alberto Díaz y Osvaldo Franco; y nueve bolivianos: Jorge Tapia, Oscar Flores, Juan Iriondo, Oscar Guzmán, German Alcaraz, Raúl Farfán, Ernesto Villegas, Diógenes Torrico y Fernando Durán.

El rescate demoró entre dos y tres días por el difícil acceso al sitio del choque, e incluso hubo que utilizar animales de carga para retirar los cuerpos por un camino de herradura. El lugar donde sucedió el accidente, Viloco, quedó marcado con el nombre de la tragedia. Aquella tarde nublada es también la del dolor más grande en la historia del fútbol boliviano.

El funeral se llevó a cabo el 30 de septiembre en la Catedral de Bolivia. Miles de personas formaron filas para ingresar a despedir los restos de los fallecidos. Los cajones fueron abiertos al público, y se observaba los féretros velados en el interior de la Catedral. Después de 24 horas de velorio, los cortejos fúnebres fueron desplazados en procesión hacia el cementerio de la ciudad.

A partir de ese hecho trágico, el club quedó desmantelado con riesgo de desaparecer, y apareció la solidaridad de sus colegas sudamericanos para mantenerlo con vida. En Argentina, Boca fue el único club que se solidarizó con The Strongest. Por iniciativa de su ex presidente, Alberto J. Armando, la institución prestó a dos de sus promesas juveniles, Luis Bastida y Víctor Hugo Romero (Romerito), para ser parte de la reconstrucción. El equipo boliviano no puso un peso por ambos jugadores, ya que Boca se hizo cargo por ser patrimonio del club.

“Romerito” había debutado en el Xeneize con 17 años y era integrante del plantel de Primera. En esa época, en el fútbol argentino recién se firmaban contratos cuando se cumplía la mayoría de edad (21). Por ende, el juvenil cobraba únicamente los premios por los partidos jugados. Entonces, se reunió en Buenos Aires con el ex entrenador del seleccionado boliviano, y quien se hizo cargo de la dirección técnica de The Strongest, Freddy Valda.

En ese cónclave, el entrenador le habló sobre la posibilidad de trascender en la entidad de Bolivia, y el juvenil se entusiasmó. Romero le sumó a esto un fuerte sentimiento de ayuda a un club grande de La Paz. Entonces, armó las valijas y aceptó irse al país vecino para tener un cambio. Llegó como un potencial crack pero nunca explotó y no duró mucho. En cambio, “El Zorro” Bastida se convirtió en un referente e ídolo; tanto que se cansó de ganar campeonatos y junto a Vargas, fueron las figuras de uno de los equipos más populares de Bolivia.

Tanto Romerito como el Zorro se quedaron desarrollándose durante varios años en Bolivia, y son recordados hoy de la mejor manera, al punto tal que muchos simpatizantes mantienen un cariño especial por Boca, producto del gesto que tuvo hace más de medio siglo. “Los stronguistas somos hinchas de 'boquita'”, dijo uno de los periodistas que más conoce la historia de The Strongest, Ricardo Bajo.

Un año después de la tragedia, Boca organizó un amistoso en su cancha para recaudar fondos para el conjunto boliviano. El partido terminó 1-1. La recaudación fue en su totalidad para la visita. “El presidente Armando nos fue a buscar al Aeropuerto. Me agarró por ser capitán del equipo, y me dijo: 'Tiene que salir adelante y olvidar las cosas malas que pasan en la vida'. Me habló muy bien”, reconoció Vargas.

Por su parte, Santos viajó a La Paz para jugar un encuentro de exhibición. En Río de Janeiro, se disputó el principal clásico de la ciudad entre el Flamengo y el Fluminense organizado por la Confederación Brasileña de Fútbol para recaudar fondos, en nombre de la recuperación. Además, la Confederación Sudamericana de Fútbol (actual Conmebol) ayudó con 20 mil dólares y organizó encuentros a beneficio. En tanto, Bolívar, el rival histórico del The Strongest, aportó futbolistas para la creación del equipo nuevo, el llamado The Strongest Símbolo.

Como su nombre lo indica, The Strongest volvió a ser el más fuerte, y ese accidente fatal le dio fuerzas para salir adelante y resurgir como una de las instituciones más importantes del continente: “El equipo que se armó durante la reconstrucción fue un milagro que nació del corazón de la gente”, recordó Vargas.

The Strongest resurgió tan rápido y con tanta fuerza mental y física, que en los dos años siguientes fue el bicampeón de la Liga de La Paz. "Era prácticamente un seleccionado que surgió de la generosidad de los rivales, gracias a la ayuda de los clubes de otros países. Se armó un equipo muy competitivo. Todos jugamos con el deseo y en homenaje a los caídos, con la idea de salir adelante y levantar al club. Fue un estado de ánimo impresionante ", remarcó el ex centrodelantero.

En lo particular, Vargas tiene aquel accidente aéreo instalado en su memoria prodigiosa. Dice que en ese momento volvió a nacer, pero que también le costó volver a tener una vida normal, y que tuvo que cambiar sus hábitos: “Nunca más quise subirme a un avión. Me costó asimilarlo. Cuando jugábamos en Cochabamba y había que viajar en avión, a mí y a Velasco nos mandaban en bus. O nos daban sedantes. Fue muy difícil manejar esa situación”, sentenció quien fue el capitán de la reconstrucción, en aquellos días bravos que continuaron a la tragedia.

Vargas es el máximo ídolo de la institución boliviana. Es parte de su historia. Vive frente al estadio, donde los vecinos lo idolatran, los comerciantes no le cobran y los taxistas lo llevan gratis. Cada vez que sale de su casa se la pasa firmando autógrafos y sacándose fotos con los hinchas locales.

A sus 82 años, su lucidez no sufrió deterioro. Recuerda que el 17 de agosto de 1965 jugando para la Selección de Bolivia le hizo un gol a la Argentina, en el estadio Monumental, por un choque de eliminatorias para el Mundial de 1966. “Si a Antonio Roma en ese partido no le convertían, iba a igualar el récord que tenía Amadeo Carrizo de valla invicta, por no recibir tantos en partidos internacionales. Pero le convertí en la derrota de Bolivia 4-1 y se enojó durante el encuentro. Después se le pasó y terminamos siendo grandes amigos”, sostuvo.

The Strongest ya es parte de la mitología del fútbol sudamericano. Ese poderoso equipo de La Paz se consagró campeón en 1970 y 1971. La FIFA lo ubica en su Salón de la Fama, como uno de los referentes del fútbol de su país. El conjunto paceño es el que suma más títulos en tierras bolivianas (15), y el único tricampeón de la Era Profesional, creada recién en 1977.

La institución nació el 8 de abril de 1908, cuando un grupo de amigos recién salidos del servicio militar obligatorio decidió llevar a cabo sus sueños: crear un club donde puedan jugar a la pelota. Al momento de elegir el nombre, uno de ellos sugirió la palabra "strong" (fuerte), porque querían sentirse fuertes. El día de la fundación y firma del acta modificaron el nombre original añadiéndole el artículo inglés "The" y quedó como The Strongest (El Más Fuerte).

En cuanto a los colores de la camiseta, a uno de los socios fundadores se le ocurrió una idea que fue la que se impuso: rayas negras y doradas, como los colores de un pájaro autóctono de La Paz llamado chayñita. Y en lo que tiene que ver con la mascota, si bien el comienzo fue una vicuña y luego un leopardo, finalmente se adoptó al tigre, que acompaña a la institución hoy en día, e intenta sintetizar el espíritu stronguista: fuerza, persistencia y garra.