A más un año de desatado el COVID-19, los gobiernos que se debaten entre cepas, vacunas y nuevas olas ya protagonizan una tensión que moldeará la política en el arranque de esta década: el desafío de generar discursos sociales para conducir a la población a través de la pandemia. Por lo tanto, y con ejemplos que van del negacionismo estilo Trump hasta los sucesivos aislamientos en países europeos, la comunicación política se ha vuelto un ejercicio cotidiano y vital para los gobiernos; tanto para resguardar a la población de la enfermedad, como para restarle audiencia a los discursos que atentan contra la salud pública.

Ante este panorama, y con la intención de generar conocimiento mientras el coronavirus –y el humor social- evoluciona, la carrera de Comunicación de la Universidad de Buenos Aires (UBA) lanzó una diplomatura en Comunicación Política a cargo de los especialistas Víctor Taricco y Abelardo Vitale.

Ambos son egresados de la UBA con amplia trayectoria en comunicación política. Taricco es autor de varios papers e investigaciones al respecto y trabajó en la TV Pública hasta 2015. Vitale, por su parte, es subsecretario de Relaciones con la Sociedad Civil en la Jefatura de Gabinete.

- Desde Marzo de 2020 hasta ahora en Argentina han aparecido discursos políticos explícitamente dañinos para la salud pública, ¿qué herramientas ofrece la comunicación política para rebatir esos discursos?

- Abelardo Vitale (A.V.): La comunicación política como disciplina, que atraviesa varias otras como la comunicación social, la sociología, la ciencia política y ahora la ciencia de datos, se mueve dentro de un campo de sentidos y discursos “realmente existentes” que hoy incluyen esta especie de irracionalidad que pone en riesgo la salud pública. En este punto, si bien el campo de acción está delimitado por estas condiciones, también existe la posibilidad de explorar las brechas que permiten subvertir o doblegar esos enunciados que aparecen hoy con tanta peligrosidad. Argumentos validados científicamente, valores como la solidaridad y el compromiso colectivo y cierta racionalidad argumental, aunque suene demodé, son centrales en una responsabilidad indelegable del Estado como es la de velar por la salud pública y democrática de su ciudadanía. Esa responsabilidad, claro, también le cabe a la oposición y a los medios de comunicación.

- A nivel local o internacional, ¿qué ejemplos históricos encuentran para comparar la labor comunicacional que demanda la pandemia y su necesidad de contar con el apoyo de la ciudadanía?

- Víctor Taricco (V.T.): A nivel local la campaña de la “Cuidadanía” fue un acierto del gobierno nacional en un tema que de por sí es bastante difícil de comunicar como son los cambios de hábitos y las restricciones a ciertas formas de sociabilidad muy arraigadas. Las políticas de comunicación se enfrentan con esta pandemia a una tensión inestable entre la necesidad de incorporar hábitos de cuidado colectivo y un individualismo del “imperativo del goce” que rechaza todo límite o regulación a mediano plazo del comportamiento social. El hallazgo de la campaña de la “Cuidadanía” está en otorgar al cuidado un valor positivo contra estas tendencias individualistas que resultan riesgosas para la salud pública. Es interesante observar que no hay, en el mundo, una receta exitosa. Hemos visto campañas de distintos formatos, géneros y lenguajes, y sus resultados son siempre relativos.

“La campaña ‘Cuidadanía’ fue un acierto del gobierno nacional en un tema que de por sí es bastante difícil de comunicar como son los cambios de hábitos y las restricciones, a ciertas formas de sociabilidad muy arraigadas”. 
Víctor Taricco

- Jacques Lacan dice que lo real es lo no simbolizado, Arturo Jauretche dice que las multitudes no odian… y Jair Bolsonaro ganó con 58 millones de votos, uno arriba del otro. ¿Qué es lo que muchas veces hace que no entre el mensaje popular de los gobiernos populares?

- V.T.: En principio, llegar al gobierno no es sólo no tener todos los resortes del poder económico y político, sino que tampoco es tener inmediatamente la hegemonía sobre los valores y las creencias de la mayoría de la sociedad. Uno podría decir, como en el caso de las vacunas y las políticas sanitarias, que el desfase entre sociedad y gobierno, al menos en términos de comunicación, es indicador de un estado específico de la contienda político-ideológica que en las mayorías de los casos trasciende los períodos electorales. Para ser más claros, lo que hace que el mensaje de lo que la pregunta denomina gobiernos populares “no entre” es que las formas de ver el mundo están más del lado de las tendencias individualistas que sostienen al mundo como lo conocemos, que del lado de las perspectivas que promueven su transformación. En este contexto, la comunicación política, al menos como la entendemos nosotros, tiene un lugar central en horadar la piedra de ese sentido de lo común establecido.

- ¿Qué nociones o competencias les parece que los comunicadores políticos de hoy tienen que ir tomando, y que no siempre aparecen en ámbitos de formación tradicional?

- V.T.: Esta diplomatura es una apuesta doble: la primera es repensar el vínculo entre comunicación y política en una clave que reponga la importancia y la trascendencia de la acción colectiva, es decir de la política, por sobre cualquier idea instrumentalizada de la práctica comunicacional ligada a lo que se denomina marketing político. Poner el acento de esa vinculación del lado de la política permite reorganizar la práctica de la comunicación más del lado de las disputas por el sentido que de las acciones que buscan generar efectos en el corto plazo. Lo otro que nos interesa reponer es una perspectiva latinoamericana sobre la cuestión, religando la rica tradición crítica de las Ciencias Sociales de nuestra región con este campo que hoy se encuentra fundamentalmente organizado a partir de una perspectiva más bien cognitivista ligada a ciertas experiencias norteamericanas.

“Nuestro marco conceptual y también nuestro posicionamiento ideológico se resiste a concebir la democracia como una marca más en una góndola. Concebimos la comunicación política como una forma más de defender ese sistema y ese poder democrático”.
Abelardo Vitale

- Con la tecnología como plataforma para prácticamente todo, ¿cómo se puede evitar que se diluya la importancia de la democracia si, por decirlo de alguna manera, la democracia no entra en los teléfonos?

- A.V.: Es un gran desafío porque las plataformas no son sólo medios de comunicación, sino que cada vez más son el (medio) ambiente mismo en el que muchos estamos desarrollando nuestras vidas. Pero nuestro marco conceptual y también nuestro posicionamiento ideológico se resiste a concebir la democracia como una marca más en una góndola; es el único sistema conocido donde el poder soberano reside en “una persona, un voto” y ese factor igualador es irremplazable. Es más: concebimos la comunicación política como una forma más de defender ese sistema y ese poder democrático.

- V.T.: La mediatización de nuestras vidas supone dos desafíos: primero el de la interrupción del contacto entre las personas, de las características propias de la comunicación interpersonal, que se ve obturada por el régimen de comunicación que impone la plataforma. La segunda es la cuestión del acceso a internet que, aunque se encuentre en muchos sectores de la sociedad naturalizado, no alcanza a todos los sectores de la misma manera o con la misma calidad. Esto es sin duda un gran desafío para las democracias en la era de las plataformas. En lo que remite al problema del contacto, de la movilización política y social, lo que nos preguntamos es “¿cómo se expresa el desacuerdo que no tiene lugar en los medios de comunicación o las plataformas? ¿Qué se hace si no ocupa la calle, si no hace un ruido por fuera de esos dispositivos mediáticos?” Ahí nos parece que hay un gran desafío para la comunicación, pero fundamentalmente para la política que se propone una acción transformadora.

La diplomatura que encabezan Taricco y Vitale comenzó el 9 de abril y mantendrá abiertas sus inscripciones. Se cursa los viernes y sábado de 10 a 14 en modalidad virtual. Para más información, visitar sociales.uba.ar/diplomaturas/compolitica.